Un acuerdo para que Taiwán compre 5 millones de dosis de una vacuna de COVID-19 desarrollada por la alemana BioNTech y distribuida por Pfizer está en suspenso, según dijo el miércoles el ministro de salud de la isla, que señaló que el retraso podría estar relacionado con presiones desde China.
El ministro de Salud de Taiwán, Chen Shih-chung, dijo que las autoridades estaban a punto de anunciar el acuerdo en diciembre cuando BioNTech se echó atrás.
Si bien no dijo directamente que China tenía la culpa, Chen dio a entender que la decisión tenía una dimensión política y que le preocupaba la “intervención de fuerzas externas”, de ahí su cautela al abordar públicamente el acuerdo planeado.
“Algunas personas no quieren que Taiwán sea demasiado feliz”, agregó, sin dar más detalles, en una entrevista de radio.
El régimen de China, que reclama a Taiwán como su propio territorio, se ha enfrentado en diversas ocasiones con la isla por la pandemia de COVID-19.
Taiwán ha mostrado su enfado por la afirmación del gigante asiático de que solo Beijing puede hablar por la isla en el escenario internacional sobre el tema y ha acusado a China de falta de transparencia.
BioNTech firmó un acuerdo con la firma china Shanghai Fosun Pharmaceutical para desarrollar y comercializar exclusivamente productos de vacunas de COVID-19 desarrollados utilizando la tecnología de ARNm de BioNTech en China continental, Hong Kong, Macao y Taiwán. A cambio, acordó pagar hasta 85 millones de dólares por licencias e invertir 50 millones de dólares por una participación en la firma alemana.
Cuando se le preguntó si el régimen chino podría estar bloqueando el acuerdo, Chen respondió que es “una posibilidad”, pero no podría confirmarlo y sigue en comunicaciones con la firma. “Es muy raro detener el proceso antes de intercambiar los contratos”, dijo el ministro, añadiendo que BioNTech canceló el acuerdo de diciembre citando “diferentes opiniones internas” y “distribuciones internacionales de vacunas”.
La pandemia ha puesto de manifiesto el aislamiento diplomático y económico que China impone a los 23 millones de ciudadanos de Taiwán.
Beijing considera que la democrática Taiwán, autogobernada, es parte de su territorio, a la espera de la reunificación, por la fuerza si es necesario. Ha intensificado drásticamente su campaña de presión desde que la presidenta Tsai Ing-wen fue elegida en 2016, despojando a siete de los aliados diplomáticos de Taiwán y bloqueando a Taipei de los organismos mundiales, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Taiwán ha sobrevivido a la pandemia en gran medida ileso -con menos de 940 casos confirmados y nueve muertes hasta el momento- al cerrar sus fronteras con antelación, imponer estrictas medidas de cuarentena y desplegar un rastreo eficaz. Sin embargo, ha tenido dificultades para encontrar suministros adecuados de vacunas y sólo recientemente ha anunciado un suministro de cinco millones de dosis por parte del gigante farmacéutico estadounidense Moderna y 200.000 dosis de la vacuna de Oxford-AstraZeneca a través de COVAX.
Un analista afirmó que Beijing ya ha utilizado la pandemia para presionar a Taiwán. “La continua militarización y politización por parte de China de la salud de la población -que debería ser apolítica- no debería ser una sorpresa, especialmente teniendo en cuenta todo lo que ha estado ocurriendo con la OMS”, tuiteó Jessica Drun, experta en Taiwán y China del think-tank Project 2049.
(Con información de Reuters y AFP)
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