El presidente estadounidense, Joe Biden, habló por primera vez por teléfono este miércoles con su homólogo chino, Xi Jinping, anunció la Casa Blanca.
En la llamada, Biden expresó sus “profundas preocupaciones” por las prácticas económicas “injustas y coercitivas” de Beijing, por la represión en Hong Kong y por las “violaciones a los derechos humanos en Xinjiang, región donde habita la minoría musulmana de los uigures.
Los dos líderes también hablaron, según el comunicado de la Casa Blanca, sobre la pandemia de COVID-19 y los “desafíos comunes” que representan la seguridad sanitaria mundial y el cambio climático.
Los dos líderes también hablaron sobre la pandemia de covid-19 y los “desafíos comunes” que representan la seguridad sanitaria mundial y el cambio climático.
Según los expertos, más de un millón de uigures están detenidos en campos de reeducación política en Xinjiang.
Beijing rechaza el término “campos” y asegura que se trata de centros de formación profesional, destinados a brindar un empleo a la población y mantener a raya el extremismo religioso.
Ha habido mucha expectativa sobre la postura del nuevo presidente estadounidense hacia China, debido a los múltiples puntos de tensión que existen en la relación entre las dos primeras potencias mundiales.
Y aunque Biden ha mostrado claramente su voluntad de distanciarse de la política exterior de Donald Trump, el de China es uno de los pocos asuntos en los que podría promover una cierta continuidad con respecto a su predecesor.
En una entrevista emitida el domingo en CBS, Biden advirtió que la rivalidad entre China y Estados Unidos se transformará en una “extrema competencia”, aunque al mismo tiempo aseguró que quiere evitar un “conflicto” entre los dos países.
Consultado sobre su homólogo chino, Biden señaló: “No tiene, y no lo digo como una crítica, sino que es una realidad, un solo hueso democrático en su cuerpo”.
Más temprano, Biden anunció la formación de un grupo de trabajo especial del Departamento de Defensa sobre China y ordenó una revisión inmediata del enfoque estratégico del ejército ante Beijing.
La revisión se sumará a otras que el Pentágono ya está llevando a cabo y que va desde el despliegue de las tropas en Oriente Medio hasta la política hacia la OTAN.
Durante una visita al Pentágono, Biden dijo que la revisión era crucial para “poder trazar un camino sólido hacia adelante en asuntos relacionados con China que requerirán un esfuerzo de todo el gobierno”.
“Tenemos que hacer frente a los crecientes desafíos que plantea China para mantener la paz y defender nuestros intereses en el [océano] Indo-Pacífico y a nivel mundial”, añadió.
El nuevo grupo de trabajo tendrá cuatro meses para presentar un reporte que incluya evaluaciones y recomendaciones sobre la estrategia militar de Estados Unidos con respecto a China. Incluirá áreas como tecnología, estructura de fuerzas y las relaciones bilaterales de defensa con Beijing.
El mandatario demócrata dijo que la revisión del Pentágono debía ser respaldada por ambos partidos políticos y el Congreso, así como por los aliados y otras asociaciones.
“Así es como afrontaremos el desafío de China y nos aseguraremos de que el pueblo estadounidense gane la competición en el futuro”, dijo.
Washington y Beijing están enfrentados por cuestiones que van desde la tecnología y los derechos humanos hasta las actividades militares del gigante asiático en el disputado Mar de China Meridional, y cada parte acusa a la otra de tener un comportamiento deliberadamente provocador.
Bajo el mandato del predecesor de Biden, Donald Trump, el Pentágono hizo de la lucha contra China su principal prioridad, algo que el secretario de Defensa, Lloyd Austin, ha señalado que continuará. Y de hecho, en su audiencia de confirmación ante el Senado el secretario de Estado de Biden, Antony Blinken, dijo que Trump “tenía razón” al tener una “posición más dura frente a China”, pese a que también que señaló su “desacuerdo” sobre la estrategia del mandatario republicano “en muchos puntos”.
“El principio básico era correcto”, dijo a los senadores sobre la firmeza mostrada por el gobierno saliente. “Debemos enfrentar a China desde una posición de fortaleza, no de debilidad”, indicó para acotar que esto implicaba “trabajar con los aliados en lugar de denigrarlos, participar y liderar las instituciones” internacionales en vez de abandonarlas.
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