Llama la atención de un grupo de pediatras británicos la aparición de una extraña afección en algunos niños contagiados con COVID-19. Se trata de un Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico (PIMS por la sigla en inglés) que no aparece inmediatamente después de la infección con coronavirus, sino varias semanas después. Se estima que hasta 100 niños a la semana son hospitalizados por esta causa, según una investigación de The Guardian.
Los casos de PIMS ya habían sido detectados entre marzo y abril del año pasado, durante la primera ola de la pandemia. Pero muchos médicos creían que era la enfermedad de Kawasaki, un trastorno que se registra en bebés y niños pequeños, que provoca inflamación en las paredes de algunos vasos sanguíneos del cuerpo y síntomas como fiebre alta, sarpullido y descamación de la piel.
El PIMS genera síntomas parecidos: sarpullidos, fiebres de hasta 40 ºC, una presión arterial muy baja y problemas abdominales. Pero los especialistas concluyeron que no es la enfermedad de Kawasaki, sino un trastorno diferente, directamente relacionado al COVID-19. Cuando los cuadros se agravan al extremo, pueden desencadenar una sepsis potencialmente mortal.
De todos modos, sólo dos niños han muerto de PIMS desde que comenzó la pandemia. Por otro lado, lo padece apenas uno de cada 5.000 niños, alrededor de un mes después de haber tenido COVID-19, sin importar la intensidad de los síntomas mientras cursó la enfermedad. El incremento de las hospitalizaciones por esta causa no tiene que ver con que haya aumentado la incidencia del PIMS entre los niños contagiados, sino con que creció el nivel general de infecciones en todas las edades en la tercera ola de la pandemia.
Lo importante es que, más allá de la preocupación entre los pediatras por el PIMS, no es algo que haya alterado una de las características esenciales del COVID-19: es inocuo para la gran mayoría de los niños. Las estadísticas de mortalidad por edad siguen siendo impactantes por la brecha entre los distintos grupos. La nación más afectada de las cuatro que componen el Reino Unido es Inglaterra, que en 2020 sumó 72.178 decesos por COVID-19 —el país entero superó semanas atrás los 100.000—. De las 72.178 personas que murieron el año pasado, apenas 47 tenían menos de 20 años, mientras que 42.926 tenían más de 80.
Lo que genera una consternación adicional entre en los médicos es que las minorías están sufriendo más que el resto de la población. En concreto, el 75% de los niños más afectados por el PIMS son afrodescendientes, asiáticos o de otros grupos étnicos minoritarios. Cuatro de cada cinco de esos niños eran completamente sanos antes de sufrir los síntomas.
Estos datos fueron presentados por la doctora Hermione Lyall, experta en enfermedades infecciosas infantiles del Imperial College de Londres. Según sus estudios, sobre 78 pacientes con PIMS que terminaron en cuidados intensivos, el 47% eran de origen afrocaribeño y el 28% de origen asiático, cuando entre los dos grupos representan apenas el 14% de la población británica.
“Estamos investigando para entender por qué se ve afectada esta población. La genética puede ser un factor importante. Pero nos preocupa que sea un reflejo de que se trata de una enfermedad de la pobreza, que afecta de forma desproporcionada a quienes no pueden evitar la exposición debido a su ocupación, a los hogares multigeneracionales y a las viviendas hacinadas”, dijo a The Guardian la doctora Liz Whittaker, portavoz del Royal College of Paediatrics and Child Health para casos de PIMS.
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