Primero fue un discurso, que Jack Ma dio el 24 de octubre de 2020, que no le gustó al gobierno chino: “Tenemos que deshacernos de la mentalidad de casa de empeños que hoy tiene la industria financiera. Debemos apoyarnos en el desarrollo del sistema de crédito”. Luego la esperada llegada a la bolsa de Ant Group, su enorme fintech —se calculaba que superaría los USD 35.000 millones—, se canceló indefinidamente.
Entonces Ma, literalmente, se esfumó. Mientras se multiplicaban los rumores —¿cárcel, indicación de que guardara un perfil bajo?— Alibaba, el gigante del e-commerce de Ma, perdía valor. Hasta que el empresario chino, luego de 88 días de paradero desconocido, dio un discurso a maestros rurales, cuyo video oportunamente se hizo circular. Y pocos días más tarde, se supo que Ant Group planea convertirse en un holding financiero supervisado por el Banco Central de China, ajustándose plenamente a las regulaciones existentes, aquella “mentalidad de casa de empeños”.
Según anunció The Wall Street Journal (WSJ), los reguladores chinos exigieron que Ant “se convierta en un holding financiero en su totalidad, sometiéndola a requisitos de capital más estrictos”. Y la enorme empresa de Ma, “en respuesta, ha presentado a las autoridades un esbozo de plan de reestructuración”.
El plan representa “un giro radical”, según el periódico financiero, para “el gigante de pagos digitales que en los años recientes trató de deshacerse de su imagen como prestador de servicios financieros para presentarse como una empresa de tecnología e internet”, lo cual aumentó las estimaciones de su valor.
“La designación de Ant en su totalidad como conglomerado financiero no era algo que los ejecutivos y los inversores de la empresa hubieran previsto anteriormente”, detalló WSJ. Mientras preparaba la salida a la bolsa que se frustró, documentos de la empresa definieron que “una de sus filiales se convirtiera en un holding financiero y albergara sus negocios financieros autorizados, como la gestión de activos y los préstamos al consumo”. Ahora ese deberá ser el objetivo de la empresa entera, lo cual “someterá a Ant a una maraña de regulaciones similares a las que rigen a los bancos, y afectará a su crecimiento y rentabilidad”.
Ant posee la app Alipay, que entre otras cosas se emplea para realizar pagos y que usan más de 1.000 millones de personas en China. Entre junio de 2019 y junio de 2020, Alipay gestionó transacciones por USD 17 billones y creó préstamos a corto plazo sin garantías a unos 500 millones de chinos. Además, ofrecía pólizas de seguro y otros productos, como fondos de inversión.
Si bien el negocio de pagos y muchos de los servicios financieros estaban sujetos a regulaciones, “el grupo en su conjunto se libró durante mucho tiempo de los estrictos requisitos de capital y las normas a los que están sometidos los bancos, las aseguradoras y otras instituciones financieras tradicionales”, explicó WSJ.
Las fuentes del periódico financiero estimaron que el plan estará listo hacia mediados de febrero, antes de que comiencen los feriados del año nuevo lunar chino. La versión final tendrá que recibir la aprobación del Comité de Estabilidad y Desarrollo Financieros, un organismo de regulación que encabeza Liu He, vicepremier de China y miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista.
Se conoció que en diciembre los ejecutivos de Ant se reunieron con cuatro funcionarios chinos que les exigieron que la empresa rectificase lo que calificaron de “problemas” en sus operaciones. Luego del encuentro se difundió un comunicado de Pan Gongsheng, segundo del Banco Central chino, que criticó a Ant por “despreciar” las normas. También dijo que los reguladores habían presentado cinco exigencias al grupo de Ma: “Volver a sus raíces de pagos, salvaguardar los datos personales de su negocio de crédito, crear un conglomerado financiero, mejorar la administración corporativa y disciplinar sus negocios de valores y gestión de activos”.
En la nueva estructura al grupo le resultará más difícil mezclar su portfolio general en sus distintas unidades constitutivas, “lo cual le ha permitido disimular riesgos al trasladarlos a partes del conglomerado menos reguladas”, analizó Eswar Prasad, ex titular de la división china del Fondo Monetario Internacional (FMI) y profesor de la Universidad de Cornell.
A los funcionarios chinos “les preocupaba que el arbitraje regulatorio de Ant haya permitido que la empresa pintara de color de rosa su posición financiera general y ocultara los riesgos financieros que creaba su expansión agresiva hacia nuevas líneas de negocios”, dijo a WSJ.
Actualmente un grupo especial, encabezado por el director ejecutivo de Ant, Simon Hu, trabaja con los reguladores en la transformación. La empresa creó una oficina de conformidad, cuyo director está a cargo de verificar el cumplimiento de las tareas cotidianas de reestructuración.
Acaso eso le permita, en el futuro, retomar su oferta pública: en un encuentro virtual del Foro Económico Mundial, Yi Gang, titular del Banco Central chino, debió responder si eso sucedería, y dijo que si se siguen las leyes y las normas, “se tendrá el resultado”. También agregó que Alipay cuenta con el favor del público, pero que Ant debe resolver los problemas que han evidenciado las quejas de los usuarios sobre la privacidad de los datos, algo que nunca preocupó al gobierno chino, más conocido por exigir a las grandes tecnológicas que entreguen datos de los usuarios.
“Ant está trabajando en separar los datos de los clientes que actualmente se comparten en todas las unidades de negocios, para instaurar los protocolos que son comunes en los bancos”, detalló WSJ. “Alipay ha acumulado un tesoro de datos sobre los hábitos de gasto y los patrones de pagos de muchas personas, y ha aprovechado eso para dar préstamos y vender productos de inversión a sus usuarios. Es una razón clave para que en los últimos años la empresa haya podido crecer rápidamente y diversificar sus negocios”.
Otro factor de importancia en el caso Ma es que desde el 1 de noviembre de 2020 en China rigen nuevas reglas para los conglomerados financieros. Entre ellas se incluyen requisitos regulatorios para sus accionistas, su administración, sus fuentes de fondos y el modo en que los emplea y la gestión de riesgo.
“Si se implementa la reforma de Ant, el crecimiento de los ingresos y las ganancias se podría limitar de manera significativa. Ant también tendría que recaudar una cantidad sustancial de capital para cumplir con los requisitos regulatorios, y la elevada valuación de la compañía —que se basaba en su potencial de rentabilidad y de crecimiento— también podría recibir un golpe”, examinó WSJ. “Ant ya ha procedido a reducir los límites de préstamos para los usuarios individuales de sus servicios digitales de crédito, una señal de que está achicando su negocio para cumplir con las normas”.
Resta por ver de qué manera la reestructuración podría afectar otras áreas de negocios de Ant, como el desarrollo de tecnología de blockchain o de inteligencia artificial, que también se contaban entre los grandes atractivos del grupo de Ma.
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