Rusia acoge este sábado manifestaciones en más de 70 ciudades del país en las que miles de personas pedirán la liberación del líder opositor Alexei Navalni, arrestado el pasado fin de semana a su llegada al país tras meses de convalecencia en Alemania tras sobrevivir a un intento de asesinato del que ha acusado al Gobierno ruso.
Los mítines, anunciados en las redes sociales, no han recibido permisos y el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha avisado al público que no participe en protestas no autorizadas debido a las regulaciones para controlar la pandemia.
El Ministerio del Interior ruso ha avisado también que hará todo lo posible para garantizar el orden durante las manifestaciones y para llevar ante la justicia a todo aquel que incite a unirse a esos actos.
A su vez, las redes sociales están eliminando informaciones que incitan a menores a participar en las manifestaciones.
El regulador ruso de medios de comunicación, Roskomnadzor, informó que continúa trabajando con las plataformas de internet para impedir la participación de menores en las protestas.
Los activistas denuncian que las autoridades también han reprimido a los asociados y simpatizantes de Navalni, y detenido a varios de sus ayudantes, incluida su secretaria de prensa, Kira Yarmish.
Navalni fue sentenciado a 30 días de prisión preventiva tras un juicio exprés al que fue sometido el lunes. La Judicatura rusa esgrime que Navalny fue sentenciado por violar la libertad condicional de una sentencia anterior al viajar a Alemania para su recuperación.
El líder opositor y su equipo criticaron el proceso como un intento de silenciarlo por motivos puramente políticos.
La Unión Europea impuso sanciones después del envenenamiento, del que Navalni responsabiliza directamente al presidente, Vladimir Putin, y considera que fue ejecutado por miembros del servicio de Inteligencia nacional ruso, FSB, acusaciones que tanto la agencia como el mandatario niegan tajantemente.
Alexei Navany, encarcelado desde su regreso a Rusia, afirmó el viernes desde la prisión de Matrósskaya Tishiná, donde se encuentra en régimen preventivo, que está bien y advirtió: “Quiero que sepan que no tengo pensado suicidarme”.
“Por si acaso”, no tengo planes de “colgarme de la reja de la ventana, cortarse las venas o la garganta con una cuchara afilada”, sugiriendo que el régimen de Putin podría hacer pasar su muerte por un suicidio. Navalny quiso dejar el mensaje a sus seres queridos y sus partidarios de que, si le pasara algo en la prisión preventiva, no sería accidental o por motivos de salud.
“Bajo con mucho cuidado por las escaleras. Todos los días me toman la tensión y la tengo como un cosmonauta, por lo que se excluye un infarto repentino. No bebo ‘samogón’ [aguardiente casero ruso] ni como bombones Raffaello”, afirmó.
“Mi estado psicológico y emocional es totalmente estable. Tengo la total certeza de ahí fuera muchas buenas personas acudirán en mi ayuda”, afirmó en un mensaje publicado para sus seguidores en su cuenta de la red social Instagram.
El opositor, que alienta desde su celda las protestas convocadas para mañana, sábado, en demanda de su puesta en libertad, se refirió también a la repercusión del video publicado esta semana por el Fondo de Lucha contra la Corrupción (FBK) fundado por él en el que acusa al presidente ruso, Vladimir Putin, de recibir de sus amigos “el palacio más caro del mundo” a orillas del mar Negro.
(Con información de Europa Press)
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