El gobierno de los Estados Unidos notificó a las autoridades alemanas sobre sus planes de imponer sanciones en un buque de bandera rusa que se encuentra trabajando en la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que unirá Rusia y el norte de Europa y es resistido por Washington, según informó este lunes Berlín.
Se trata de la nave “Fortuna”, abocada al tendido de tuberías en el Mar Báltico y que pertenece a la empresa rusa KVT-RUS, según indicó el periódico alemán Handelsblatt.
“Tomamos nota y lamentamos este anuncio sobre las sanciones al buque ruso”, indicó un portavoz del Ministerio de Economía del gobierno de Angela Merkel a las agencias AFP y Reuters, tras ser preguntado sobre el reporte de prensa.
Las sanciones serán anunciadas formalmente el martes, de acuerdo al Handelsblatt, invocando la ley CAATSA (Countering America’s Adversaries Through Sanctions Act, o Ley para contrarrestar a adversarios de Estados Unidos a través de sanciones).
“Continuaremos tomando todas las medidas necesarias y apropiadas para prevenir la construcción del Nord Stream 2”, precisó un portavoz de la embajada de Estados Unidos en Alemania al periódico.
El portavoz aseguró además que el gobierno del presidente Donald Trump, quien dejará el cargo el 20 de enero y será reemplazado por Joe Biden, espera “que Alemania reconsidere su posición sobre el gasoducto Nord Stream 2”. El proyecto “pone en peligro los intereses de seguridad nacional de nuestros socios europeos y de Estados Unidos”, agregó.
Alemania, uno de los principales consumidores del gas natural proveniente de Rusia, cuenta desde 2011 con un gasoducto de 1.222 kilómetros de longitud, el Nord Stream, para abastecerse. La línea doble conecta las localidades de Vyborg, en Rusia, y Lubmin, en Alemania, a través del Mar Báltico, y sirve también al resto de Europa.
Pero la construcción del segundo gasoducto, que comenzó en 2018, se ha convertido en una vedadero dolor de cabeza para Berlín luego de que el gobierno de Estados Unidos amenazara en 2019 con sancionar a todas las empresas participantes, al considerar que el aumento en las relaciones comerciales entre Europa y Rusia suponía una amenaza a la seguridad de la región, especialmente debido a que la presencia rusa en el Báltico proveerá a Moscú de invaluable inteligencia militar.
Estados Unidos y Europa ocidental fueron grandes rivales de la Unión Soviética durante la Guerra Fría, y a pesar de la caída del “telón de acero” en 1991, la alianza defensiva en el oeste, rubricada por la OTAN (a la que Alemania y Estados Unidos pertenecen), continúa en efecto y desplegada principalmente en el Mar Báltico para contrarrestar a Rusia. Al día de hoy los encuentros entre patrullas de aviones de combate europeas y rusas en los cielos y las masivas maniobras militares en tierra y mar en esta región dan cuenta de las tensiones latentes.
La delicada situación geopolítica generó también divisiones en Europa, con fuertes críticas al gasoducto de parte del Reino Unido, Polonia, Suecia y Ucrania, aunque los países del norte del continente dependen en gran medida del suministro de gas natural ruso y también han apoyado la postura alemana.
La amenaza de sanciones y la aplicación parcial de algunas de estas medida fue suficiente para frenar en su momento las obras de construcción del Nord Stream 2, debido a que numerosas empresas prefirieron retirarse del proyecto antes que enfrentarse a las medidas.
Pero Berlín y Moscú reanudaron esfuerzos a comienzos de 2021 para intentar completar el gasoducto (se encuentra listo en un 94%), y el viernes la Agencia Federal de Tráfico Marítimo e Hidrografía de Alemania (BSH) renovó los permisos de construcción en aguas alemanas y se permitió al “Fortuna” reanudar los trabajos de tendido de cañerías, según informó la cadena germana Deutsche Welle.
Estas últimas medidas que impondrá Washington se enmarcan en una seguidilla de sanciones a individuos y entidades de diferentes países, entre ellos Rusia, China, Irán y Venezuela, que la administración Trump está llevando adelante en sus últimos días, las cuales serán ser luego revisadas por el nuevo gobierno de Biden.
No está claro cómo procederá la nueva administración en torno al Nord Stream 2, pero hay posibilidades de que Washington mantenga en gran medida el curso actual. Biden criticó la construcción el gasoducto cuando era vicepresidente de Barack Obama, considerándolo un “mal negocio” para Europa, y su equipo de campaña ha señalado que intentarán buscar que Europa diversifique su provisión de energía.
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