No es la primera vez que bitcoin sube y sube. Ya en 2017 tuvo una burbuja, y lo que ha sucedido desde diciembre de 2020 trajo esos recuerdos: 12 años luego de que el programador Satoshi Nakamoto (un seudónimo de una o varias personas) la lanzara al mundo, la cripto moneda comenzó el año del coronavirus alrededor de USD 8.000 la unidad, y en marzo cayó hasta poco más de USD 5.000. Pero en diciembre comenzó a crecer y el 16 llegó a USD 20.632, que entonces marcó un record aun sobre los valores de 2017.
En enero de 2021 llegó a USD 41.000 y actualmente ronda los USD 35.000. “¿Nos espera una repetición de 2017? ¿Es esta burbuja más grande, que avanza hacia un estallido más estridente?”, planteó la edición británica de Wired. En principio la situación parece muy diferente.
Mientras que aquel boom de la cripto moneda tenía todas las señales de la histeria colectiva —”una tecnología novedosa y poco comprendida, promesas dudosas de ingresos sin fin, montones de inversores de poca monta que quemaban sus ahorros”, describió la publicación— esta carrera parece mucho más tranquila.
“Hay menos corridas masivas de gente que descubrió algo y quiere estar a la vanguardia”, dijo Lex Sokolin, de la firma de finanzas y tecnología Consensys. El cotitular de la empresa de blockchain analizó los datos de búsqueda en Google y encontró que en 2017 hubo desesperación por sumarse a la fiebre del oro de bitcoin, mientras que ahora no se repitió ese fenómeno. “Si bien difícilmente se pueda considerar una prueba científica, evidencia un cambio real: esta vez no se trata de inversores minoristas sin experiencia”, señaló Wired. “Cada vez más, son los peces gordos de las finanzas”.
En esta especie de institucionalización de la criptomoneda madre —hay otras, como Ethereum, Ripple, Tether, entre otras—, empresas como MicroStrategy (servicios en la nube), MassMutual (seguros) y SkyBridge (capitales) han apostado fuerte a bitcoin. “Entre 2019 y 2020 los fondos de inversión enfocados en cripto monedas —con bitcoin al frente— duplicaron los activos que administran, desde USD 1.000 millones a USD 2.000 millones, según un análisis de PwC y Elwood”, citó el artículo. “La criptomoneda que surgió como una herramienta anti establishment para evitar la detección gubernamental y lubricar los engranajes de mercados oscuros hoy está siendo adoptada por los financistas”.
Otro factor que permitió una ampliación más tranquila del interés por bitcoin es que algunas fintech de importancia, como PayPal y Robinhood, facilitaron los caminos para su compra. Pero sobre todo importó que la Oficina de Contralor de la Moneda (OCC), un organismo del Tesoro de los Estados Unidos, autorizara a los bancos a brindar “servicio de custodia” de bitcoin para sus clientes (es decir, a guardar bitcoin) y anunció que podrían participar de la infraestructura digital donde se intercambian las cripto monedas.
Más allá del resultado inmediato de eso, para Sokolin lo importante es el mensaje que eso envía: “Los reguladores están invirtiendo tiempo y esfuerzo para pensar en esto”, dijo. Eso podría alentar a los inversores mayores.
Al mismo tiempo las autoridades tratan con mano dura las transacciones anónimas —las que bitcoin nació para impulsar— y amenazan con imponer reglas de intercambio por las cuales será necesario conocer a los clientes que usen cripto monedas respaldadas por monedas de estados, como dólares o libras. Una especie de “domesticación”, señaló Wired.
“Un interés mayor de los inversores institucionales implica dos cosas para bitcoin: los volúmenes que se compran suelen ser más altos que cuando los comercian personas comunes y esos volúmenes tienden más a la inmovilidad, lo cual hace más escasa la oferta de bitcoin circulante, y por eso sube el precio”, siguió el texto. Citó un informe de Chainalysis: en diciembre de 2020 la compra de bitcoin por cifras menores a USD 10.000 cayó un 22%, mientras que las compras de sumas de más de USD 10.000 y de más de USD 1 millón (que más probablemente realizaron grandes inversores) crecieron un 9% y un 32% respectivamente.
Pero había elementos de otra índole que presagiaban el alza de la cripto moneda, recordó Gian Volpicelli, autor del artículo de Wired. El primero es que el halving, la partición a la mitad del bitcoin, un proceso automatizado que ocurre cada unos cuatro años y reduce las recompensas para los mineros (porque la cantidad de bitcoins a crearse es fija, según el software: 21 millones), comenzó el 11 de mayo de 2020. El segundo es la pandemia de COVID-19.
“Hace mucho tiempo que Bitcoin se ha propuesto como un activo de ‘refugio seguro’: uno que no emite un banco central y que por eso está protegido de los caprichos macroeconómicos del mundo material. Las dificultades extremas de 2020 podrían haber convencido a algunos de que, dado el caos general, por qué no probar con algo así.
Además, por la necesidad de que los gobiernos estimulen la economía, los tipos de interés bajos o nulos y la excesiva impresión de dinero —enumeró Marc Bernegger, de la junta directiva de la firma suiza Crypto Finance AG— agregó incertidumbre a las perspectivas de la mayoría de las naciones, por lo cual “cada vez más inversores institucionales buscan formas alternativas de diversificar sus carteras”. Algunos consideran que la cripto moneda es un competidor legítimo del oro: JP Morgan dijo que podría ganarle al oro y llegar a un precio de USD 146.000.
“Esto no significa que no haya forma de que el precio se derrumbe”, siguió Wired. “Varios observadores piensan que la carrera actual se debe al menos parcialmente a que, por algoritmos, los fondos de criptomoneda siguen una estrategia de rastreo de tendencias, y al hacerlo inflan el precio a niveles inverosímiles”. Algunos incluso sospechan alguna maniobra fraudulenta: Nouriel Roubini, el profesor de la Universidad de Nueva York conocido como “Doctor Catástrofe” por haber predicho la crisis de 2008, “identificó a Tether (una cripto moneda privada supuestamente vinculada al dólar, que se puede usar para comprar bitcoin) como una fuerza manipuladora que la sostiene”.
En términos más generales, cualquier cambio que produzcan los grandes inversores tendrá su eco. “JP Morgan sugirió que si el gigantesco Grayscale Bitcoin Trust, una empresa de inversión en cripto que concentra el 3% del bitcoin que existe actualmente, reduce la cantidad que compra cada mes (en este momento es USD 1.000 millones) el precio cambiará inevitablemente”.
Otro cambio sucederá a lo largo de 2021, cuando la crisis del COVID-19 comience a menguar. “Eso llevaría a muchos inversores enamorados de bitcoin a mover sus fondos en otras direcciones”, concluyó Wired.
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