Fue en febrero del año pasado, momento en el que la canciller Angela Merkel anunció su renuncia, cuando se produjo en Alemania una sensación de riesgo de quedar huérfanos de una receta de éxito ininterrumpido durante más de 15 años.
Desde aquel mensaje, Annegret Kramp-Karrenbauer ocupó la sede de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en Berlín como presidenta del partido. Por primera vez en la historia de la organización, su canciller no buscaba un nuevo mandato y el reemplazo comenzaba a mostrarse desconcertante.
Sin embargo, la determinación, respaldada poco después por la dirección de la CDU de organizar, obligada por la pandemia del coronavirus, un congreso puramente digital el 15 y 16 de enero, convierte a esta elección virtual en una sesión historia, pero fundamentalmente una convención sobrecalentada para los 1.001 delegados participantes.
La tensión, en el partido de Angela Merkel, está presente desde el triunfo, por escaso margen, de Annegret Kramp-Karrenbauer sobre Friedrich Merz como presidente de la CDU. El suspenso de esa contienda, no opaca lo que sucederá este sábado entre el abogado Friedrich Merz, el primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Armien Laschet y el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Bundestag, Norbert Röttgen.
Quien gane también podría suceder a Merkel como canciller en septiembre próximo, que además de comandar Alemania, sería un líder natural de una Unión Europea con múltiples desafíos. Los encuestadores han puesto a la CDU y la Unión Social Cristiana (CSU), que sólo funciona en Baviera de la mano del jefe federal, Markus Soder, por delante de sus rivales.
La definición, atravesada por la crisis del coronavirus, hace de esta partida electoral un acto alejado de las fricciones políticas habituales de la política alemana. Sólo se pudieron llevar a cabo tres debates televisivos, poco atractivos. Ninguno de los dos rivales destacados ha despertado pasiones, desde el codicioso abogado empresarial Friedrich Merz, que promete un reenfoque de la CDU en su núcleo conservador, o Armin Laschet que defiende el legado de Angela Merkel.
La canciller alemana convirtió a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en un equipo ganador de elecciones en sus años al frente del partido. La CDU ha encabezado el gobierno federal, de su mano, desde 2005.
Los tres candidatos son hombres, provenientes del estado de Renania del Norte-Westfalia en Alemania Occidental, pero si bien tienen muchas similitudes, sus perfiles, experiencias y perspectivas políticas muestran también aspectos con marcadas diferencias.
Las expectativas de los electores, navegan entre deseos de cambio, expresados por los democristianos de Baden-Württemberg, el ala económica del partido, sus jóvenes y los Länder orientales, y el peligro de alejarse de un estilo que ha sido un éxito ininterrumpido casi 16 años. Con la poderosa federación NRW que comprende casi un tercio de los delegados, los jefes federales en el norte y el oeste del país y cada vez más representantes del gobierno federal y la dirección del partido están mostrando su apoyo a Armin Laschet.
Para los analistas alemanes, consultados por la prensa europea, los resultados del sábado prometen reflejar más un cálculo táctico, vinculado a conservar sus puestos, que a apreciaciones del tipo empáticas sobre personalidades o afinidades extra partidarias.
Teniendo en cuenta estas proyecciones, la victoria podría inclinarse hacia la experiencia, es decir por Armin Laschet. El riesgo de tensiones con Angela Merkel durante los últimos seis meses de su mandato es más limitado con Laschet, un leal lugarteniente, que con una decisión que apunte a Friedrich Merz.
Pero como toda elección, nada está dicho. Sin bien la volatilidad y la poca acertividad de las encuestas, los relevamientos muestran una falta de popularidad de Armin Laschet. Según una encuesta del alemán Spiegel, solo el 4% de los votantes de la CDU lo ven en la cancillería. Norbert Röttgen le adelanta por 4 puntos, cabeza a cabeza con el ministro de Sanidad, Jens Spahn, por detrás de Friedrich Merz y su 21%. El primer ministro bávaro y presidente de la CSU, Markus Soeder, lleva meses adelante con el 54% de los votos.
En tanto, Soeder se enfrenta así a una labor de continuar con su campaña de persuasión, que seguramente acelerará con las definición de este sábado, orientada en captar la imagen de la “continuación a la alemana”. De hecho el jefe de Bavaria, ha dado un giro en los últimos tiempos a favor de varias políticas de Merkel.
Finalmente, y teniendo en cuenta el extraño escenario eleccionario, ronda entre dirigentes de la CDU, desdoblar la cuestión de la presidencia del partido y la del candidato a la cancillería. Soder también hace campaña para que esto último se decida después de Pascua entre los dos líderes del partido.
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