En Pyongyang, comer alimentos para tener mayor resistencia, como es el caso de la tortuga acuática o el pato, era lo que estaba de moda para celebrar el Año Nuevo. De hecho, el número de donju (la clase empresarial adinerada de Corea del Norte) y los cuadros gremiales partidarios del régimen norcoreano que disfrutan de tales platos está aumentando a medida que las autoridades enfatizan la importancia de prevenir enfermedades infecciosas como la de COVID-19.
Una fuente en Pyongyang declaró al medio Daily NK el pasado domingo que muchas personas han estado comiendo este tipo de alimentos desde el comienzo del año, “quizás porque el Partido de los Trabajadores ha estado llevando a cabo conferencias relacionadas con la salud para cada organización sobre la importancia de desarrollar su inmunidad contra enfermedades infecciosas”. Aseguró que algunas personas incluso dicen que se puede saber qué tan rica es una familia “en función de qué (alimento de resistencia) elijan: tortuga, pato, codorniz o cerdo”.
“Las autoridades están enfatizando que lo más importante para prevenir enfermedades infecciosas durante el invierno es ‘complementar su nutrición’, por lo que las familias están buscando restaurantes populares (especializados en alimentos de resistencia), añadió la fuente al Daily NK.
En Corea del Norte, la práctica de comer alimentos para obtener mayor resistencia no es nueva. El país tiene un sistema de salud deficiente, por lo que las personas se han visto obligadas durante mucho tiempo a cuidar de su propia salud, e incluso se suele comer perros o conejos en el verano.
Según la fuente del medio norcoreano, la diferencia esta vez es que comer alimentos resistentes se ha convertido en una moda porque las autoridades enfatizan constantemente la importancia de la buena nutrición.
Los cuadros gremiales partidarios del régimen que hicieron caso al pedido de las autoridades para construir “inmunidad al coronavirus” comiendo en elegantes restaurantes que sirven platos como tortugas de agua sostienen que “no hay nada de malo” en hacerlo. Es decir, lo consideran una oportunidad de oro para mostrarse como familias de clase alta y al mismo tiempo “cumplir con la política del Partido”.
“Los cuadros gremiales y los donju llaman al Okryu-gwan o al Buró General de Servicios del Pueblo, que administra estos restaurantes, para decirles qué día y a qué hora les gustaría comer”, dijo la fuente. “La comida que quieren está preparada para ellos, para que puedan disfrutarla a gusto”, agregó.
Según la fuente del Daily NK, en los ocho restaurantes especializados que operan en el centro de la ciudad bajo el Buró General de Servicios del Pueblo, “recientemente han estado sirviendo platos inusuales como anguila, avestruz, rana toro y esturión”. Además, señaló que “las personas que van a esos lugares son casi todos cuadros o donju, así como sus hijos o familiares”.
Dado que los restaurantes han tenido que cerrar tras la implementación de medidas restrictivas para contener la propagación del coronavirus, algunos cuadros gremiales están recurriendo a las entregas a domicilio de alimentos resistentes.
“En estos días, muchas personas de clase alta y donju les pagan a los chefs y cocineros para que vengan y puedan comer conchas de tortuga u otros platos de tortuga de agua en casa con sus familias. Se convirtió en una moda en Pyongyang en el período previo al Año Nuevo “, afirmó la fuente.
Para la gente común, sin embargo, estos platos son casi inalcanzables.
“Realmente no puedo entender a Pyongyang. Nos dicen que las personas que viven en las provincias eviten (la propagación del) coronavirus poniendo mucho ajo en nuestra comida, pero escuchamos que (los habitantes de Pyongyang) están comiendo tortuga, pato y codorniz. Es como escuchar a gente hablando sobre otro país. Es absurdo“, manifestó al Daily NK una fuente que vive en la provincia de Pyongan del Norte.
“En las provincias (fuera de Pyongyang), con el contrabando detenido debido al bloqueo fronterizo, ni siquiera podemos considerar comer alimentos que brinden nutrición adicional durante el invierno, dado que incluso la carne de cerdo es difícil de conseguir”, afirmó. “Este es el momento más difícil que hemos enfrentado desde que el país pasó a la autosuficiencia (menos dependencia del estado) después de la gran hambruna de la década de 1990”, finalizó.
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