Alemania endurecerá y extenderá las restricciones sanitarias por el avance del COVID-19 hasta el final de enero, informó este martes la canciller Angela Merkel.
En diálogo con los titulares de los 16 estados que componen la nación germana, la mandataria detalló que las escuelas, locales de esparcimiento e instalaciones deportivas permanecerán cerradas durante todo el mes, lo mismo que la mayoría de los comercios.
Con respecto a las escuelas, Merkel reconoció que las medidas serán difíciles para los padres, que tendrán que ocuparse de sus hijos en paralelo a su trabajo, pero enfatizó la necesidad de lograr que los contagios por cada 100.000 personas bajen a menos de 50.
En paralelo, las personas podrán reunirse con una sola otra persona por fuera de sus hogares, cuatro menos que bajo el reglamento anterior. “Tenemos que reducir todavía más nuestros contactos sociales para combatir” la pandemia, expresó Merkel.
“Es en el invierno cuando la pandemia puede tener su peor impacto, y al tener la nueva mutación del virus, es absolutamente necesario reducir la tasa de contagios” para que los funcionarios puedan implementar eficientemente la estrategia de rastreo y aislamiento, agregó.
Además, aquellas personas que residan en distritos con más de 200 infecciones por cada 100.000 habitantes tendrán prohibido viajar por fuera de un radio de 15 kilómetros de la zona. La situación es particularmente grave en Sajonia, que fue durante mucho tiempo reacia a las restricciones y cuya tasa de incidencia se situó el lunes en 323 casos por 100.000 habitantes. Otras regiones de Alemania del Este, como Turingia o Brandeburgo, la región que rodea a Berlín, están siendo también muy golpeadas.
Las personas que lleguen desde zonas de riesgo del extranjero -como el Reino Unido- deberán realizarse un examen antes de entrar al país. Actualmente deben aislarse al llegar y solo salir después de obtener un examen negativo cinco días después de su arribo.
Citada como ejemplo antes del verano, Alemania, donde emergió un movimiento contra las mascarillas y adversarios de las vacunas, adeptos de teorías conspirativas y militantes de extrema derecha, no ha logrado desde septiembre tomar medidas eficaces para frenar el coronavirus.
Merkel, cuya popularidad sigue siendo muy alta un año antes de su salida de la cancillería, no logró imponer medidas más estrictas a principios del otoño en regiones que estaban muy preocupadas por la pérdida de la actividad económica.
Las autoridades volvieron a instaurar restricciones sanitarias a principios de noviembre, cuando las cifras sanitarias en el país comenzaron a aumentar a un ritmo preocupante. Las endurecieron a mediados de diciembre y, si bien habían indicado entonces que estas serían levantadas el 10 de enero, ahora decidieron extenderlas y endurecerlas.
La decisión responde al sostendio aumento de contagios y muertes como consecuencia del COVID-19. Durante tres meses Alemania ha reportado al menos 10.000 casos positivos, con picos por encima de los 30.000. A finales de diciembre superó por primera vez el millar diario de muertos en dos ocasiones.
Las medidas entran en vigor en un momento en el que el gobierno germano enfrenta duras críticas por la implementación de la campaña de vacunación. Aunque el ritmo de inoculación es mucho más rápido que en muchos países europeos, en particular Francia o España, muchas voces critican la supuesta lentitud.
Más de 264.000 personas mayores y personal sanitario habían recibido el lunes la primera dosis de la vacuna BioNTech-Pfizer. Pero el 44% de los alemanes no estaría convencido de la estrategia de la campaña de vacunación, contra el 40% que piensa lo contrario, según un sondeo de Civey.
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