La iniciativa de la OMS para hacer llegar vacunas a los países menos desarrollados tiene escasos fondos y contratos

El proyecto COVAX, creado con el objetivo de asegurar una distribución equitativa de las fórmulas, parece encaminado al fracaso. Los motivos

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Cadena de producción de la vacuna de Pfizer en el laboratorio en Puurs, Bélgica
Cadena de producción de la vacuna de Pfizer en el laboratorio en Puurs, Bélgica

Estadounidenses, británicos y canadienses se arremangan para recibir la vacuna del coronavirus y el camino para salir de la pandemia parece claro para muchos en Occidente, aunque el despliegue requiera muchos meses. Pero para los países más pobres, la senda será mucho más larga y difícil.

La ambiciosa iniciativa conocida como COVAX, creada para asegurar que todo el mundo tiene acceso a las vacunas contra el coronavirus, sólo ha conseguido una parte de los 2.000 millones de dosis que espera comprar en el próximo año, aún no ha confirmado contratos concretos para distribuir vacunas y está corta de efectivo.

El virus que ha matado a más de 1,6 millones de personas ha puesto sobre la mesa las enormes desigualdades entre países. A menudo, los sistemas sanitarios frágiles y las economías más pequeñas sufrieron golpes más acusados.

COVAX es un proyecto de la Organización Mundial de la Salud, la alianza de vacunas GAVI y CEPI, una coalición global para combatir epidemias. Su objetivo es evitar la estampida internacional por las vacunas registrada en crisis anteriores, un fenómeno que reforzaría esos desequilibrios.

(Reuters)
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Pero ahora, algunos expertos dicen que las posibilidades de que las vacunas contra el coronavirus se repartan de forma justa entre los países ricos y los demás se están desvaneciendo con rapidez. El suministro de vacunas es limitado en este momento, de modo que los países desarrollados, algunos de los cuales ayudaron a financiar la investigación con dinero de los contribuyentes, están bajo una enorme presión para proteger a su población y compran muchas dosis. Mientras tanto, algunos países más pobres que hicieron causa común están buscando alternativas porque temen que el proyecto COVAX no cumpla sus objetivos.

“Son matemáticas sencillas”, dijo Arnaud Bernaert, responsable de salud global en el Foro Económico Mundial. De las aproximadamente 12.000 millones de dosis que se espera produzca la industria farmacéutica el año que viene, unos 9.000 millones de inyecciones han sido reservadas ya por países ricos. “COVAX no se ha asegurado dosis suficientes, y por la forma en la que podrían desarrollarse los acontecimientos, probablemente sólo consigan esas dosis bastante tarde”.

Por ahora, el único acuerdo confirmado y legalmente vinculante de COVAX es por hasta 200 millones de dosis, aunque incluye una opción de encargar varias veces esa cantidad en dosis adicionales, indicó el portavoz de GAVI James Fulker. La institución tiene acuerdos para otros 500 millones de dosis, pero no son legalmente vinculantes.

Los 200 millones de dosis se han encargado al Serum Institute of India, la empresa que probablemente fabricará gran parte de las inyecciones contra el coronavirus para el mundo en desarrollo. Su director general, Adar Poonawalla, dijo haber confirmado dos pedidos de 100 millones de dosis, uno de la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca, y otra de la de Novovax.

No tenemos nada más por escrito”, dijo a la AP. “Si quieren más, tendrán que hacer más pedidos”.

Vacunas desarrolladas por AstraZeneca en India (Reuters)
Vacunas desarrolladas por AstraZeneca en India (Reuters)

La falta de compromiso de COVAX, señaló, supondrá una espera mucho más larga para la gente en países en desarrollo. Poonawalla también indicó que la máxima prioridad de su empresa será producir pedidos para India, que ha sugerido que quiere al menos 300 millones de vacunas. Es probable que India no pueda procesar todas a la vez, pero un gran pedido podría demorar la distribución de vacunas para otros países en desarrollo, indicó el directivo.

Otro factor que podría alargar más el proceso es que ni la vacuna de AstraZeneca ni la de Novovax han recibido aún la autorización de ninguna agencia reguladora, y cualquier medicamento distribuido por COVAX probablemente requeriría la autorización de la OMS. COVAX no tiene suministros de las dos vacunas que parecen más efectivas por ahora, la de Pfizer-BioNTech y la de Moderna.

Reino Unido ya ha empezado a administrar la vacuna de Pfizer, y Estados Unidos y Canadá lo harán esta semana. Algunos países del Golfo Pérsico la han autorizado también.

Aun así, GAVI dijo que su objetivo es “empezar a distribuir vacunas seguras y eficaces a (los países miembros de) COVAX entre el primer y segundo trimestre del año”.

Incluso teniendo las vacunas, organizar la distribución llevará meses, incluso en países ricos, y muchas naciones en desarrollo afrontan desafíos logísticos considerables que aumentarán la demora, señaló el doctor Gagandeep Kang, experto en enfermedades infecciosas de la Facultad Cristiana de Medicina en Vellore, en el sur de India.

Miembros destacados de la OMS han reconocido en privado que los intentos de conseguir distribución justa de la vacuna a través de COVAX tienen problemas, pese a los elogios públicos a su éxito.

“En su mayoría, toda la llamada a la solidaridad global se ha perdido”, dijo la doctora Katherine O’Brien, responsable de vacunas de la OMS, durante una conversación interna reciente de la que AP obtuvo una grabación. Cuando se le pidió que aclarase sus comentarios, O’Brien indicó en un email que “todos los países deben tener acceso a vacunas contra el COVID-19, tan pronto como sea posible”.

Para aumentar las complicaciones, O’Brien indicó en una conferencia de prensa este mes que a COVAX aún le faltan 5.000 millones de dólares para comprar las dosis que espera conseguir el año que viene.

Según un reporte de GAVI publicado antes de una reunión esta semana, la propia alianza concluyó que el riesgo de que COVAX fracase es “muy alto”, indicando que se “formó en un tiempo récord y tiene que moverse en territorio desconocido”.

Pero John Nkengasong, director de los Centros Africanos de Control y Prevención de Enfermedades, criticó a los países occidentales por acaparar el suministro global de vacunas “por encima de sus necesidades, mientras nosotros en África seguimos teniendo problemas con el (programa) COVAX”.

Sin certezas sobre qué vacunas funcionarían mejor, los gobiernos se esforzaron por firmar diferentes acuerdos en los últimos meses que garantizaran a sus ciudadanos al menos algunas vacunas contra el COVID-19. Canadá, por ejemplo, compró casi 300 millones de vacunas, suficiente para cubrir unas cinco veces a su población de 38 millones de personas.

Nkengasong describió como “un problema moral” la idea de que los países ricos se vacunaran mientras los africanos se quedaban al margen.

Más allá de la ética, los expertos señalan que si no se protege a la gente en el mundo en desarrollo, el coronavirus mantendrá una reserva que podría provocar nuevos brotes en cualquier momento.

Entre los temores porque COVAX no logre sus objetivos, algunos países en desarrollo han abandonado el proyecto o buscan sus propios acuerdos privados. La pequeña nación insular de Palau, en el Pacífico, anunció este mes que dejaba la iniciativa y recibiría vacunas donadas de Estados Unidos. Otros países de ingresos bajos o medios, como Malasia, Perú y Bangladesh, se han mantenido en la plataforma pero han avanzado en sus propios acuerdos con farmacéuticas a modo de plan B.

Anban Pillay, del Ministerio Sudafricano de Salud, dijo que unirse a COVAX era sólo una medida de contención mientras firmaba acuerdos bilaterales con empresas farmacéuticas.

Kate Elder, asesora de política de vacunas en Médicos Sin Fronteras, señaló que “cada vez parece más claro que se ha perdido la oportunidad de una distribución equitativa de la vacuna”, y que GAVI, la OMS y otros deben hablar sobre cómo aumentar la fabricación de vacunas.

Para conseguirlo, Sudáfrica e India han pedido a la Organización Mundial de la Salud que levante algunas cláusulas sobre derechos de propiedad intelectual para facilitar que los fabricantes en países pobres hagan medicamentos y vacunas contra el COVID-19. Pero muchos países ricos son reacios a hacerlo.

Conforme más países occidentales autorizan las vacunas, “la diferencia entre la gente que se vacuna en países ricos y la falta de cualquier vacuna para el mundo en desarrollo se volverá bastante dramática”, dijo Anna Marriott, directora de política de salud en Oxfam. “Y eso sólo alargará la pandemia”.

(Con información de AP)

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