A medida que se agota el tiempo para una salida negociada, aumenta la presión entre la Unión Europea y el Reino Unido. Incluso, un éxito como el de la autorización de la vacuna de Pfizer/BioNtech ha servido para profundizar divisiones. Las diferencias, que aumentan también en el ámbito discursivo, se aceleran luego de las afirmaciones británicas sobre un éxito científico tras “haberse liberado de limitaciones europeas”.
“Mientras que hasta principios de este año estábamos en la Agencia Europea de Medicamentos, gracias al Brexit pudimos tomar una decisión […] basada en el regulador británico, un regulador de clase mundial, y no al ritmo de los europeos, que se están moviendo un poco más lentamente “, dijo el ministro ingles de Salud Matt Hancock.
Ensayando una respuesta, la Agencia Europea de Medicamentos ha sugerido que los reguladores británicos priorizan la velocidad sobre ganarse la confianza del público para permitir que el Reino Unido se convierta en el primer país occidental en licenciar una vacuna contra el coronavirus.
Después de que se anunció que la vacuna Pfizer / BioNTech había sido autorizada para uso de emergencia por la Autoridad Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA) del Reino Unido, la agencia de la UE emitió una declaración respaldando su propio enfoque “robusto”.
Las sombras de las negociaciones
Para el gobierno comunitario con sede en Bruselas, las tensiones son más palpables desde principios de semana. Algunos Estados miembros temen que el equipo negociador de la UE, dirigido por Michel Barnier, llegue a hacer demasiadas concesiones a Londres. Se especula la imposición al Parlamento Europeo de una aplicación provisional del acuerdo, es decir, antes de la ratificación.
El secretario inglés de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, sugirió que podría ser la “última semana más o menos” de negociaciones sustantivas, e instó a Bruselas a ceder terreno en las negociaciones.
Las afirmaciones en el Reino Unido predicen que esta semana sería decisiva para abandonar la UE sin un acuerdo comercial, Raab adoptó un tono más positivo y afirmó: “Creo que estamos en una posición razonable, hay un acuerdo por hacer”.
Las diferencias
Pautados o no, los destinos de las relaciones comerciales del Reino Unido y la Unión Europea ya no estarán vinculados directamente el 1 de enero de 2021. A menos de un mes de la entrada en vigor del Brexit, hay tres diferencias que estancan y bloquean una conclusión acordada. La semana que es considerada “decisiva” tiene a Bruselas y Londres bajo el temor de un “no acuerdo”.
La espinosa relación de la pesca, sigue siendo el primer escollo. La actividad representa una pequeña porción de la economía del 27 y del Reino Unido, ya que los europeos pescan cada año por 635 millones de euros en aguas británicas, y los británicos por 110 millones de euros en la UE. Sin embargo, la pesca es un tema políticamente complejo.
Para el Reino Unido, no por el impacto económico, la recuperación de aguas territoriales concierne a un problema de soberanía. Por otra parte, para algunos Estados socios europeos (Francia, Bélgica, Dinamarca, España, Países Bajos o Irlanda) la importancia de la pesca para sus economías es un tema que no permite demasiadas concesiones.
La Unión Europea busca mantener el statu quo en el acceso a las aguas inglesas, consideradas un recurso natural estratégico. Por su parte, desde Londres, se ha filtrado una reducción de sus demandas, dijo Michel Barnier para bajar la amenaza de reprimendas de países miembros.
Barnier explicó que el Reino Unido había señalado que podía aceptar el 60 por ciento del valor de las existencias de los mares británicos a partir del del 1 de enero, por debajo del 80 por ciento originalmente.
Otro de los puntos es el desacuerdo sobre la competencia posterior al Brexit. Bruselas está dispuesta a concluir un ambicioso acuerdo comercial con Londres, pero no a permitir que el Reino Unido compita de forma desleal.
Ayudas estatales, medio ambiente, legislación laboral o transparencia fiscal: desde el inicio de las conversaciones, los europeos han estado buscando un mecanismo para regular una divergencia que parece inevitable por naturaleza. Por su parte, los británicos destacan que si abandonaron la UE, no es para seguir cumpliendo todas las reglas. Especialmente porque ya no tendrán voz en su desarrollo.
En esa línea la futura gobernanza de disputas es otro punto donde no hay consenso. Diseñar mecanismos es un tema aún por resolverse. Bruselas quiere un acuerdo de autoridad global, de modo que las posibles violaciones del pacto puedan dar lugar a un sistema compensaciones.
Un mecanismo en el que un tribunal de arbitraje tendría el control en caso de violación del acuerdo, como se suele hacer en el contexto de un acuerdo comercial, esta en la mesa de negociacion. El gobierno de Boris Johnson no acepta la idea de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, termine siendo juez y parte en un conflicto.
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