Taiwán dio comienzo este martes a la construcción de ocho submarinos de fabricación propia con la que su presidenta, Tsai Ing-wen, busca “defender la soberanía de la isla” en medio de crecientes tensiones con China.
En una ceremonia celebrada a tal efecto en la ciudad meridional de Kaohsiung, Tsai indicó que su Gobierno está “superando hitos” a la hora de “establecer capacidades de defensa independientes” y “alcanzar objetivos que administraciones anteriores no lograron”.
“Esto demuestra la fuerte voluntad de Taiwán de proteger su soberanía. Los desafíos y las dudas no nos vencerán. A partir de hoy comienza la construcción de submarinos ‘Made in Taiwan’”, dijo Tsai acompañada de representantes de la Armada de Taiwán, del director del Instituto Americano en Taiwán -la embajada de facto de EEUU en Taiwán-, Bent Christensen, y de contratistas extranjeros.
El proyecto para construirlos comenzó en diciembre de 2016, poco después de que Tsai asumiera su cargo como presidenta, para unirse a los cuatro que Taiwán tiene ahora: dos Hai-Shih de la década de 1940 y dos Chien-Lung de finales de la década de 1980.
El primero de los nuevos submarinos, un prototipo, estará listo en 2025, según la compañía estatal taiwanesa CSBC.
“Los submarinos son claves para disuadir a los barcos enemigos de cercar a Taiwán”, agregó hoy Tsai, quien tiene como objetivo que la isla desarrolle una industria de Defensa menos dependiente de EEUU.
No obstante, los nuevos sumergibles estarán equipado con torpedos MK-48 Mod6 AT HWT, según la prensa local. En mayo de este año, el Departamento de Estado estadounidense aprobó la venta a Taiwán de 18 de estos torpedos por valor de 180 millones de dólares.
La velocidad máxima de los MK-48 Mod6 AT HWT es de aproximadamente 101 kilómetros por hora, un 60 % más rápido y con un alcance un 25 % más amplio que los torpedos SUT de fabricación alemana que la Armada taiwanesa utiliza ahora en sus dos submarinos Chien-Lunga.
Por su parte, el portavoz presidencial Xavier Chang indicó que los nuevos submarinos tienen el objetivo de “reforzar las defensas del país” ante la rápida modernización militar de China, que considera a Taiwán una isla rebelde.
China ha reiterado en innumerables ocasiones que “la cuestión de Taiwán es del máximo nivel de sensibilidad”, ya que desde el final de la guerra civil en 1949 Pekín considera que la isla ha de ser reunificada con el resto del país.
Mientras, Taiwán se considera un territorio soberano con Gobierno y un sistema político propios bajo el nombre de República de China.
Durante su mandato, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha dado prioridad al fortalecimiento de las relaciones con Taiwán, incluida la venta de armas, pese a que en 1979 Washington rompió sus relaciones con Taipéi, que se convirtieron en informales, tras reconocer a la República Popular.
Las tensiones entre Taipéi y Beijing han aumentado recientemente tras las últimas visitas oficiales de funcionarios estadounidenses a la isla y la ventas de varios lotes de armas este año, que incluyen sistemas de lanzamisiles HIMARS, misiles SLAM-ER, sistemas de defensa marítima Harpoon y drones armados MQ-9 Reaper.
Con información de EFE
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