Escocia se convirtió este martes en el primer país del mundo en aprobar por unanimidad la gratuidad de los productos de gestión menstrual, cuyo valor es popularmente conocido como “impuesto rosa”.
A partir de la nueva legislación, las mujeres y personas menstruantes podrán acceder de forma gratuita a artículos como tampones y toallas sanitarias en edificios públicos, lo que se espera que reduzca la desigualdad de género y normalice la menstruación.
Dos años atrás, el país había dictaminado la gratuidad de esos productos para estudiantes, pero ahora esa accesibilidad se extenderá a toda la población.
El proyecto fue presentado por la diputada del parlamento escocés y miembro del Partido Laborista, Monica Lennon, quien dijo que se trataba de una legislación “de vanguardia”, que colocará a Escocia como el primer país en garantizar el acceso universal gratuito a dichos productos sanitarios.
“Un día de orgullo para Escocia y una señal para el mundo de que se puede lograr el acceso universal gratuito a los productos de gestión menstrual”, escribió Lennon en su cuenta de Twitter.
De acuerdo con el sitio del parlamento escocés, el proyecto de ley presentado propone diferentes formas de hacer que los productos para la menstruación estén disponibles de forma gratuita para las personas que los necesiten.
“El gobierno escocés debe establecer un plan en toda Escocia para permitir que cualquier persona que necesite productos de gestión menstrual los pueda obtener de forma gratuita, mientras que las escuelas, colegios y universidades deben hacer que una gama de productos de época estén disponibles de forma gratuita en sus baños”.
Además, el gobierno tendrá el poder de hacer que “otros organismos públicos proporcionen productos de época de forma gratuita”.
El proyecto ha superado una serie de obstáculos hasta convertirse este martes en ley gracias al apoyo del gobierno escocés, y pese a la oposición inicial y a los parlamentarios que argumentan que el costo podría exceder con creces el estimado de 9,7 millones de libras al año.
Antes de la votación del martes, Lennon dijo: “Estamos en el último tramo de un largo viaje y me alienta el apoyo con que cuenta el proyecto. Escocia no será el último país en convertir la pobreza menstrual en historia, pero tiene la oportunidad de ser el primero”.
“Esta ley garantizará que nadie tenga que prescindir de los productos esenciales para la menstruación”, añadió.
Una investigación citada por los defensores del proyecto sugiere que una de cada 10 niñas en el Reino Unido no puede pagar los productos para la menstruación; y dos de cada 10 utiliza un producto menos adecuado debido al costo.
Además, una encuesta reciente de la organización “Plan International” descubrió que tres de cada 10 niñas en el Reino Unido habían tenido problemas para pagar o acceder a productos para el período durante los confinamientos por el coronavirus.
Rose Caldwell, directora ejecutiva de “Plan International UK”, dijo que los problemas derivados de la pandemia estaban dificultando que las niñas y mujeres jóvenes manejaran sus períodos “de manera segura y con dignidad”.
“Ya sabemos que el brote de coronavirus está teniendo un impacto devastador en las finanzas familiares en todo el mundo”, dijo. “Pero ahora vemos que las niñas y las mujeres también enfrentan una escasez generalizada y subidas de precios en los productos para la menstruación, con el resultado de que muchas se ven obligadas a arreglárselas con cualquier cosa que encuentren para controlar su menstruación”.
Mientras tanto, la organización benéfica WaterAid consultó a 755 mujeres británicas de entre 18 y 55 años de qué maneras el confinamiento había afectado su capacidad para gestionar la menstruación.
Aproximadamente una de cada siete (15%) dijo que acumuló materiales sanitarios al comienzo del cierre en preparación para problemas de suministro. En Londres, la cifra fue del 25%. Y el 14% dijo que le preocupaba salir a la calle mientras tenía la regla durante confinamiento debido al cierre de los baños públicos.
La activista Kerry Wright, uno de los rostros detrás de la campaña, creció en una familia de bajos recursos en Aberdeen y dijo que no tener productos para la menstruación la hizo sentir tan avergonzada que por eso faltaba a la escuela y se atrasaba con las materias.
“Fue muy vergonzoso para mí, y también me sentí muy culpable por lo que eso estaba causando; tuve que esconderme y guardármelo para mí”, relató.
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