Peter Sutcliffe, conocido como ‘El destripador de Yorkshire’ y uno de los femicidas y presos más infames de Reino Unido tras su condena por el asesinato de al menos 13 mujeres durante los años 70, ha muerto en la cárcel por coronavirus y tras rechazar atención médica, según ha confirmado el Servicio Nacional de Prisiones del país.
Sutcliffe protagonizó entre 1975 y 1980 una de las olas de crímenes más brutales que se recuerdan en el norte de Inglaterra. Durante esos cinco años, asesinó y mutiló a 13 mujeres, además de agredir a otras siete supervivientes, aunque la Policía sospecha que fueron muchas más.
Durante su caza y captura, y ante la incapacidad de las autoridades para detenerle, los medios y la población comenzaron a conocerle como ‘El destripador de Yorkshire’, en referencia al asesino victoriano ‘Jack el Destripador’. Sutcliffe evadió a las fuerzas de seguridad durante años hasta que finalmente confesó en 1981, cuando fue obligado a acudir a comisaría bajo la sospecha de que su vehículo llevaba matrículas falsas.
Para aquel entonces la Policía había llevado a cabo más de 130.000 entrevistas, visitado más de 23.000 hogares y verificado 150.000 vehículos.
Durante el juicio, no obstante, intentó disputar las acusaciones y aseguró que sus actos eran parte de una misión encomendada por Dios para matar prostitutas. Precisamente en el momento de su detención había recogido a la trabajadora sexual Olivia Reivers, a la postre su última superviviente.
En el vehículo, los agentes encontraron un cuchillo y un martillo. Tras ser hallado culpable y condenado a cadena perpetua, Sutcliffe, enfermó de esquizofrenia, se pasó treinta años en el Hospital Broadmoor antes de ser trasladado la cárcel de Frankland en el condado de Durham, en 2016, donde pasó los últimos cuatro años hasta su fallecimiento a los 74 años. Padecía de diabetes, obesidad y una enfermedad coronaria.
Su primera víctima fue Wilma McCann, de 28 años, a quien asesinó en 1975 en campos de juego en Chapeltown, Leeds. Esta mañana, el hijo de la mujer, Richard McCann, dijo que la noticia por la muerte del femicida le había traído un cierto cierre a la historia de su madre, pero que no era motivo de celebración. McCann indicó además que estuvo en contacto con el hijo de Sutcliffe desde que se enteró de la muerte del homicida.
De acuerdo con el diario The Times, alrededor de 2010 McCann decidió dejar ir su ira y “perdonar” a Sutcliffe. Dijo que estaba “sorprendido” por cómo se sentía esta mañana. “Me trae cierto grado de cierre, no es que le deseara la muerte, ni mucho menos. Cada vez que escuchamos una noticia sobre él, y a menudo se muestra la foto de mi madre, es solo otro recordatorio de lo que hizo".
Incluso dijo que le ofreció sus condolencias al hermano de Sutcliffe, quien se había acercado a él “con compasión” hacía algunos años. “Lo llamé cuando recibí la noticia para ofrecerle mis condolencias. Sé que obviamente hizo cosas horribles, pero aún era su hermano, así que sentí que quería llamarlo”, dijo a un medio inglés.
Marcella Claxton, una de las víctimas que sobrevivieron al “destripador” dijo que todavía sufría los efectos de su ataque 44 años después de ocurrido en Leeds en mayo de 1976. “Tengo que vivir con mis heridas, 54 puntos en la cabeza, la espalda... además perdí un bebé, tenía cuatro meses de embarazo. Todavía tengo dolores de cabeza, mareos y desmayos”, relató la mujer a Sky News.
Jacqueline Hill fue su última víctima. Ella era una estudiante de la Universidad de Leeds que había tomado el autobús a casa después de una reunión con trabajadores del servicio de libertad condicional en donde colaboraba como voluntaria. Sin embargo, Sutcliffe la siguió y le dio un golpe en la cabeza. Tiempo después, su cuerpo fue descubierto en un terreno baldío a 100 metros de su casa.
El 17 de noviembre de 1980 sufrió, a manos de Sutcliffe, cuatro fracturas de cráneo y cortes en la cabeza, una puñalada en el pecho y izquierdo y una más en el ojo derecho. A casi 40 años de aquel suceso, la madre de Jacqueline, dijo que se había enterado de la muerte del asesino de su hija, pero no habló más acerca del asunto.
Olive Smelt fue una de las víctimas sobrevivientes de Sutcliffe. Ella fue atacada mientras caminaba a casa en Halifax en una tarde de 1975. Fue golpeada en dos ocasiones con un martillo y a causa de eso requirió de una cirugía cerebral para recuperarse de las lesiones.
A pesar de aquel episodio, Smelt se casó y tuvo tres hijos. Aunque murió en 2011, su esposo reiteró en varias ocasiones el gusto que le provocaba el hecho de que Sutcliffe pasara su vida tras las rejas, aunque después de que conocieron el dictamen de la justicia dejaron de preocuparse por lo que sucediera con él, pues sus prioridades habían cambiado y querían continuar con su vida.
Recientemente, la hija de la señora Smelt, Julie Lowry, declaró ante los medios de comunicación acerca de la muerte del atacante de su madre: “Creo que ya era hora, Sutcliffe debería haber muerto hace mucho tiempo. Le quitó la vida a muchas personas. No estoy triste para nada”.
Por su parte, el ex detective Bob Bridgestock señaló que después de conocer este hecho, espera que tanto las personas que sobrevivieron a sus ataques como las familias de las víctimas encuentren paz. “Para aquellas que fueron atacadas y sobrevivieron, les dará un poco de paz saber que en realidad ya no tienen que escuchar sobre él después de hoy”, comentó.
Sin embargo, el oficial que investigó uno de los asesinatos de Sutcliffe, también reconoció que el accionar de la policía no había sido satisfactorio y, de hecho, cometieron errores en su búsqueda. “La policía no era capaz, pero (en ese entonces) la capacidad de la policía era limitada y las revisiones del caso han demostrado cuán limitada era”, declaró el oficial.
Un ejemplo de esta situación fue cuando los agentes entrevistaron a Sutcliffe y le mostraron una foto de la huella de la bota del destripador cerca de un cuerpo; sin embargo, no se dieron cuenta de que ese día, Sutcliffe llevaba exactamente el mismo calzado.
No obstante, el peor error que tuvieron las autoridades en este caso fue en 1979, cuando el subjefe de la policía de West Yorkshire, George Oldfield —quien estaba al mando de la investigación— fue engañado por una cinta y dos cartas enviadas desde Sunderland, que supuestamente eran del destripador.
Si bien hubo advertencias por parte de expertos, Oldfield continuó con esa pista, la cual resultó infructuosa e incluso este error ha sido descrito como uno de los más grandes en la historia criminal británica. Incluso algunas personas han llamado a Oldfield como la décimo cuarta víctima del destripador.
Durante décadas, el caso del “destripador de Yorkshire” ocupó miles de minutos en radio, televisión y espacios en revistas, diarios, libros y hasta obras de teatro. El caso permanece vívido en la memoria pública. Hoy, con su muerte, se cierra el capítulo final de la historia del femicida.
(Con información de Europa Press, medios ingleses).-
MÁS SOBRE ESTOS TEMAS: