Francia atraviesa uno de sus peores momentos ya que se encuentra en alerta máxima como consecuencia de los ataques terroristas perpetrados en las últimas semanas, a lo que se suma la gran crisis sanitaria y económica producto de la pandemia de coronavirus. En este escenario, París conmemora hoy el quinto aniversario del brutal ataque perpetrado por terroristas suicidas pertenecientes al ISIS, que dejó cientos de muertos y heridos. Algo que los franceses jamás olvidarán por haber dejado cicatrices profundas que parecen reabrirse con los nuevos ataques.
La noche del 13 de noviembre de 2015, donde todo parecía tranquilo, terroristas suicidas islámicos, atacaron de forma coordinada el icónico estadio Stade de France, bares y restaurantes en el centro de París y la famosa sala de conciertos Bataclan, dejando un saldo de 130 muertos y 350 heridos.
El primer ministro Jean Castex y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, asistieron hoy a pequeñas ceremonias conmemorativas, reducidas en público debido a las restricciones por la pandemia de coronavirus, en el exterior de los sitios donde se produjeron los ataques en París, como el Stade de France, el bar Le Carillon y el restaurante Le Petit Cambodge y Bataclan.
Castex fue primero al Stade de France, donde se iniciaron los ataques con explosiones fuera del estadio durante un partido de fútbol al cual había asistido el mismísimo presidente Francois Hollande, quien debió ser rápidamente evacuado. Allí el primer ministro depositó una corona de flores.
Hidalgo, por su parte, tuiteó en su cuenta: “Hoy, cinco años después, París recuerda”, usando como hashtag el lema náutico en latín de París, “Fluctuat Nec Mergitur” (Ella está mecida pero no se hunde).
El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, también rindió homenaje a las víctimas del ataque de 2015, diciendo que el ataque “no fue solo contra el pueblo de París, sino contra nuestra humanidad común y nuestros valores compartidos”.
“Mi administración trabajará con firmeza para proteger la seguridad de los estadounidenses y de nuestros aliados y socios, combatiendo el terrorismo y la violencia extremista en todas sus formas, sin importar la ideología u origen”, agregó.
Los despiadados y atroces ataques fueron reivindicados en su momento por extremistas del Estado Islámico, dejando heridas profundas en una población que aún no ha sanado, mientras que la amenaza a la seguridad de Francia sigue latente.
En estas últimas semanas, el país ha sufrido tres nuevos ataques. Uno llevado a cabo frente a las antiguas oficinas del semanario Charlie Hebdo, utilizando un cuchillo como arma. El segundo, la decapitación de un maestro por mostrar caricaturas de Mahoma a sus alumnos. El más reciente, una ola de apuñalamientos en una iglesia de Niza, ciudad al Sur de Francia sobre el Mediterráneo, que dejó un saldo de 3 muertos.
Ya en enero de 2015, terroristas islamistas masacraron al personal del semanario satírico Charlie Hebdo, alegando venganza por la publicación de caricaturas del profeta Mahoma que tomaron como gran ofensa.
Fiel a su reputación desafiante, la revista volvió a publicar, en septiembre de este año, caricaturas del profeta, marcando el inicio del juicio a los presuntos cómplices de los asesinatos.
Esto provocó la reacción de un hombre nacido en Pakistán, quien hirió a dos personas con un cuchillo el 25 de septiembre frente a las antiguas oficinas de Charlie Hebdo.
En otro episodio de brutal violencia, el profesor Samuel Paty, que había mostrado las caricaturas durante una de sus clases a sus alumnos, fue decapitado frente a su escuela el 16 de octubre por un radical islamista de Chechenia.
El 29 de octubre, un hombre recién llegado de Túnez mató a tres personas con un cuchillo en una iglesia de Niza.
El juicio por los asesinatos de Charlie Hebdo de enero de 2015 está en curso, mientras se espera que comience, a principios de 2021, el juicio por los ataques de París de noviembre de 2015.
Sin embargo, este último juicio solo verá a uno de los presuntos asesinos en el banquillo de los acusados, el franco-belga Salah Abdeslam, arrestado en Bélgica cuatro meses después del atentado en un gran operativo policial. Todos los demás atacantes o bien detonaron sus chalecos explosivos muriendo en la escena, o fueron abatidos por la policía en el lugar.
Otros diecinueve sospechosos acusados de proporcionar diversos apoyos logísticos serán juzgados también, aunque se presume que cinco habrían muerto en Irak o Siria.
El presunto coordinador de los ataques, el belga Abdelhamid Abaaoud, que disparó indiscriminadamente en cafeterías atestadas de gente esa trágica noche, murió cinco días después en una redada policial en el suburbio parisino de Saint Denis.
En los últimos cinco años se han llevado a cabo 20 ataques en suelo francés.
Se observa una tendencia creciente a la violencia ejercida por individuos aislados, llamados “lobos solitarios”, desconocidos para los servicios de inteligencia, que se inspiran en la propaganda del Estado Islámico y realizan ataques con cuchillos que requieren poca preparación.
Estos lamentables hechos han reabierto un debate apasionado y a veces doloroso sobre el enfoque de Francia hacia su minoría musulmana, con el presidente Emmanuel Macron pidiendo una ofensiva contra lo que el llama “separatismo islamista” y habiendo declarado públicamente que el Islam es una “religión en crisis”, provocando gran revuelo en el mundo árabe. Francia seguirá en estado de alerta máxima por un largo período.
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