La mayor cantidad de muertes prematuras hoy se deben a enfermedades como el cáncer, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, los problemas del sistema respiratorio o los del hígado. Muchas veces tienen un origen propio; sin embargo, otras se deben a un factor subyacente en particular: el hábito de fumar. Un nuevo estudio acaba de establecer que el cigarrillo, sobre todo cuando se adopta a edad muy temprana, puede casi triplicar la probabilidad de muerte prematura.
El estudio, realizado por el Instituto George de Salud Global de la Universidad de Oxford y publicado por la Revista de la Asociación Nacional del Corazón (AHA) de los Estados Unidos, partió de una estadística abrumadora: “El tabaquismo causa unas 100.000 muertes por año en los Estados Unidos debido a enfermedades cardiovasculares. En 2018 había en el país unos 25 millones de fumadores, entre ellos 5 millones que comenzar a fumar regularmente antes de los 15 años”.
Si bien se sabía que la gente que fumaba a diario tenía mayor probabilidad de sufrir una muerte prematura, faltaba investigación sobre los detalles. Y a eso se dedicó el grupo que encabezó el epidemiólogo Blake Thompson, mediante el análisis de la Encuesta Nacional de Salud de los Estados Unidos y el Índice Nacional de Mortalidad de ese país.
El estudio confirmó lo que sabía, y algo más: las personas que fuman a diario tienen “casi tres veces el riesgo de muerte prematura por enfermedad cardiovascular en comparación con los que nunca fumaron”, un riesgo que resulta “mayor entre los que comenzaron a fumar antes de los 15 años”. El estudio también distinguió un grupo que comenzó a fumar antes de los 10 años y halló que era el que presentaba “el riesgo más alto de todos”.
No obstante, el estudio de Thompson y sus colegas no se mostró como una sentencia final: “Dejar de fumar a cualquier edad se asoció con un riesgo sustancialmente menor”, destacó el texto.
Por ejemplo, aquellas personas que abandonaron el cigarrillo entre los 15 y los 34 años presentaron aproximadamente el mismo riesgo de morir por enfermedad coronaria o accidente cerebrovacular que las personas que nunca habían fumado. Y aquellas que superaban el tabaquismo entre los 35 y los 44 años presentaban un riesgo el 20% más alto.
Después de ese umbral, sin embargo, el panorama era otro: aun si se deja de fumar entre los 45 y los 64 años podría ser tarde para que el organismo se recuperase del daño que el hábito produce, ya que la mortalidad prematura en ese grupo fue del 70% más alta, debido a enfermedad coronaria o accidente cerebrovascular.
“La edad en la que una persona comienza a fumar es un factor importante, y que a menudo se pasa por alto. Y los que comienzan a fumar a una edad temprana están en riesgo especialmente alto de morir prematuramente”, destacó Thomson, autor principal del trabajo, su hallazgo principal. El comunicado agregó: “Sin embargo, abandonar el cigarrillo puede reducir ese peligro de manera sustancial, sobre todo en quienes lo hacen temprano. Lograr que la gente deje de fumar sigue siendo una de las grandes prioridades globales en términos de salud".
Hasta este trabajo no se podía valorar exactamente —es decir, en números: en años de vida, en porcentaje de riesgo de muerte temprana— la importancia de la edad a la que se comenzaba a fumar. El sentido común podía indicar que era algo malo, pero ahora se sabe que comenzar a fumar en la adolescencia es “un factor determinante y poco apreciado de la mortalidad cardiovascular en la edad adulta”, algo que actualmente se aplica a 5 millones de fumadores en los Estados Unidos si no dejan de fumar.
Eso, repitió el trabajo, como otra de sus líneas centrales, permite, si se lo realiza antes de los 40 años, “evitar el 90% del riesgo cardiovacular excedente" y también de “riesgo excedente de mortalidad por otras enfermedades asociadas al cigarrillo”.
La investigación de Thompson comenzó a partir de una anterior, realizada sobre 120.000 adultos fumadores en Cuba, que mostró un vínculo entre fumar antes de los 15 años y una expectativa de vida reducida. El trabajo sobre cifras de los Estados Unidos analizó datos de 390.929 personas de entre 25 y 74 años, todas ellas fumadoras diarias: se excluyó a los fumadores ocasionales. Entre los datos se tomaron en cuenta historias clínicas, estilo de vida e información demográfica entre 1997 y 2014.
Según los epidemiólogos, 4.479 personas del estudio murieron antes de cumplir 75 años debido a enfermedad coronaria o accidente cerebrovascular: 58% nunca había fumado, el 23% había abandonado el cigarrillo y el 19% fumaba todavía. Entre este último grupo el 2% había adoptado el hábito antes de los 10 años y el 19% entre los 10 y los 14 años.
“Aquellos que dejaron el cigarrillo a los 40 años redujeron su riesgo aumentado de muerte prematura por enfermedad coronaria en un 90%, mostraron los datos”, según el análisis. “Aquellos que lo hicieron entre los 45 y los 54 años tuvieron un riesgo de aproximadamente un 60% más de muerte prematura en comparación con los no fumadores”.
Thompson y sus colegas se disponen ahora a estudiar la relación del tabaquismo, sobre todo temprano, y la muerte prematura por otras razones, como enfermedad respiratoria y cáncer. “Prevenir que las nuevas generaciones fumen puede salvar vidas, pero también tenemos que enfatizar que dejar el tabaco puede salvar vidas hoy y en los años por venir”, concluyó.
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