Un brutal femicidio sacude a la sociedad rusa. Una científica y modelo residente de San Petersburgo fue encontrada asesinada en su departamento, desnuda y con su pulgar cortado. Ekaterina Antontseva, de 34 años, vivía sola en el apartamento allanado por la policía y fue sorprendida por el homicida quien la asfixió hasta quitarle la vida.
La bioquímica trabajaba en el Instituto Tecnológico de San Petersburgo y se cree que el crimen ocurrió el pasado jueves, aunque su cadáver su encontrado por su novio -quien se encontraba de viaje de negocios- en las últimas horas. Según las primeras especulaciones se cree que el autor del femicidio habría utilizado el pulgar que le extirpó para poder ingresar a su teléfono celular, aunque se desconoce los motivos para semejante plan.
Los investigadores detuvieron a Artyom Belenko, de 36 años, un antiguo amigo de la mujer y un fanático de los juegos en línea y de recreaciones de escenas de guerra, de las cuales participaba. Belenko la mató asfixiándola, cerró el apartamento de Antontseva y huyó. Sin embargo, luego regresó para cortar el dedo y poder tener acceso a su smartphone, según las primeras sospechas la policía. Desde el dispositivo envió mensajes en los que -haciéndose pasar por la víctima- decía que se sentía mal y que no iría a trabajar hasta tanto se recuperara.
Luego, Belenko habría borrado los mensajes que ambos se habrían enviado en horas anteriores, en un intento por borrar el vínculo entre ambos. Ese vínculo estaría relacionado -según versiones no confirmadas por la policía- con una importante deuda de 26 mil dólares que el gamer no podía cancelar. El pulgar de la mujer fue encontrado en la propiedad del sospechoso, de acuerdo al diario inglés The Sun.
El teléfono también sería utilizado por el femicida para realizar transferencias bancarias a sus cuentas.
“Todos lloramos mucho. Ella era una muy buena persona, muy comprensiva. Todos la amamos y la respetábamos, y ahora es difícil hablar de eso. Todo esto es inesperado para nosotros. Le encantaba su trabajo, le gustaba trabajar con estudiantes. Fue una buena investigadora y profesora. Trabajó para nosotros a tiempo parcial [pero] estuvo ausente en un momento en el que no debería estarlo”, dijo Mark Shamtsyan, su jefe en el instituto donde desarrollaba su carrera.
En su tiempo libre, Antontseva también llevaba adelante una vida de modelaje que le permitía solventar otros gastos que tenía en aquella costosa ciudad rusa.
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