La “isla de las orgías” de Zannone : fiestas, sexo y un asesinato que conmocionó a Italia

Ubicada en el mar Tirreno y frente a las costas de Roma, allí tuvieron lugar numerosos bacanales en las décadas de 1960 y 1970. Pero todo terminó en tragedia

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Una vista de Zannone sobre el Mar Tirreno (Parco Circeo-Marco Buonocore)
Una vista de Zannone sobre el Mar Tirreno (Parco Circeo-Marco Buonocore)

Una oscura historia de orgías, celos y muerte atrae cada vez más turistas a una pequeña y deshabitada isla ubicada en el Mar Tirreno y frente a la costa entre Roma y Nápoles.

Más allá de sus bellezas naturales, Zannone, las más salvaje de las islas Pontinas, se convirtió también en atractivo turístico por las famosas “fiestas sexuales” que entre los 60 y los 70 animaron las noches de famosos y aristocráticos.

Todo comenzó en los años 60, cuando el marqués Camillo Casati Stampa, heredero de una de las familias nobles más pudientes de Milán, y su esposa, la ex peluquera y actriz Anna Fallarino, alquilaron al Estado el único edificio de la isla, una mansión colonial construida ilegalmente en los años 30, y la convirtieron en su santuario de orgías.

La isla deshabitada de Zannone se transformó así en un destino de vacaciones secreto para los aristócratas que buscaban aventuras eróticas lejos de ojos indiscretos. Docenas de yates pertenecientes a duques, barones, condes, multimillonarios y otros personajes importantes acudían cada fin de semana a la villa, ubicada en la colina más alta de la isla.

Anna Fallarino y el marqués Casati Stampa (AFP/archivo)
Anna Fallarino y el marqués Casati Stampa (AFP/archivo)

“La villa era una reunión del jet set”, recordó a CNN el ex cuidador de la vivienda Salvatore Pagano. “Fue una locura aquí”.

Los lugareños que vivían en islas cercanas aseguraron que lo que sucedía en la isla era de conocimiento común, “pero nadie decía una palabra al respecto”, según dijo Salvatore Aniello, un antiguo pescador, a CNN. Mientras los hombres realizaban actividades como cazar, agregó, la ex actriz Fallarino ocupaba su tiempo con “zambullirse desnuda en las antiguas piscinas romanas y entretenerse en la playa con otros hombres”.

El único edificio en pie es esta mansión construida en los años 30 (Corpo Forestale Stato)
El único edificio en pie es esta mansión construida en los años 30 (Corpo Forestale Stato)

Casati Stampa y Fallarino eran conocidos por sus particulares gustos sexuales. El marqués era un voyeur al que le gustaba ver y fotografiar a su esposa teniendo sexo con otros hombres más jóvenes. A tal fin recorrían bares, puertos y playas para conseguir al hombre adecuado. Casati Stampa anotaba en su diario cada encuentro y armó un álbum con más de 1500 fotografías de la esposa que se filtraron a la prensa, causando revuelo.

Anna Fallarino fotografiada por su marido
Anna Fallarino fotografiada por su marido

Según los rumores, la mansión también presentaba una "sala de espejos ocultos para espiar las sesiones de sexo”.

Los huéspedes de la isla bebían mucho, según los testigos, dejando cientos de botellas rotas al final de cada fin de semana de excesos.

La villa atrae turistas de todo el mundo (IAT Latina)
La villa atrae turistas de todo el mundo (IAT Latina)

Sin embargo, la fiesta pronto terminó en tragedia. El punto de inflexión se produjo cuando Fallarino, involucrando a su esposo, comenzó a organizar fiestas invitando a muchas personas, entre las que solía estar presente Massimo Minorenti, un estudiante militante en la juventud neofascista.

Anna Fallarino y el marqués Casati Stampa (AFP/archivo)
Anna Fallarino y el marqués Casati Stampa (AFP/archivo)

En un principio el Marqués Casati le había pagado a Minorenti para tener relaciones sexuales con Anna. La repetición de situaciones similares no pasó desapercibida para Camillo, tanto que una noche, entre amigos, soltó: “es la primera vez que mi esposa me ha traicionado con el corazón”.

El 30 de agosto de 1970, Casati Stampa sorprendió a los amantes en su casa de Roma. Al entrar, disparó tres tiros a su esposa y luego dos a Minorenti, que se había agarrado a una mesa pequeña con la esperanza de protegerse. Usó el último cartucho sobre sí mismo.

Momentos antes de irrumpir en el salón de su casa romana, en el reverso de un calendario erótico, escribió: “Amor mío, vida mía, perdóname, pero lo que voy a hacer debo hacerlo. Adiós, mi única alegría pasada”.

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