Una niña australiana de origen indígena de 11 años, víctima de abuso sexual, se suicidó ayer luego de que su presunto violador fuera puesto en libertad.
En declaraciones al diario The West Australian, la madre de la niña aseguró que su hija estaba traumatizada y que “no se sentía segura” con el violador en libertad. “Tenía una personalidad encantadora, era alegre y extrovertida”, añadió. Ella era la segunda más chica de cinco hermanos.
La madre sostuvo que la policía y los tribunales australianos defraudaron a su hija, que asistía al sexto año de su colegio.
El presunto abusador, de edad avanzada, había sido arrestado el mes pasado y acusado de numerosos cargos de abuso sexual a menores de edad. Sin embargo, le fue concedida la libertad bajo fianza el mismo día que se presentó ante la Justicia.
El violador vivía en el mismo pueblo rural que la familia. La madre de la pequeña expresó que su familia no se sentía cómoda teniendo al acusado tan cerca.
Pese a que las condiciones de libertad bajo fianza del acusado le impedían tener contacto con la niña, ella seguía teniendo miedo.
Ayer sus seres queridos se despidieron de la niña en el Hospital Infantil de Perth, a donde habían viajado luego de que ella se autolesionara esta semana.
Familiares expresaron su deseo de que se visibilizara el caso. “Solo quería que se conociera esto. Quiero que se escuche”, señaló una de las tías de la menor.
A pesar de todos los esfuerzos para erradicarlo, el flagelo del abuso sexual infantil en Australia sigue siendo una enorme preocupación, sobre todo en ciudades pequeñas.
No hay lugar que no se haya visto afectado por este tipo de delitos, pero el número de víctimas en comunidades más pequeñas ha recibido mayor atención.
Las grandes sumas de dinero invertidas para combatir el abuso infantil y su tratamiento parecieran, al menos desde el punto de vista de hoy, ofrecer resultados desalentadores.
La ministra de Policía del Gobierno de Australia Occidental, Michelle Roberts, manifestó anoche su preocupación por el caso. "Por supuesto que estoy preocupada. La muerte de cualquier niño siempre es angustiosa ", aseguró.
“Le pediré consejos a la policía sobre este caso, pero no puedo agregar nada más en este momento, solo extender mis pensamientos y oraciones para la joven y su familia”, agregó.
La directora del Proyecto Nacional de Prevención del Suicidio y Recuperación de Trauma, Megan Krakouer, que ha estado apoyando a la familia, afirmó que se debe romper el silencio en torno al abuso sexual infantil, según consigna The West Australian.
Gerry Georgatos, otro de los directores del mencionado proyecto, manifestó que el presunto violador no debería haber recibido la libertad bajo fianza, y que las leyes de prisión preventiva deben fortalecerse para los acusados de abuso sexual infantil. “La policía también debe hacer mucho más para ayudar a las familias empobrecidas y vulnerables”, añadió al citado medio australiano.
Las tasas de suicidio de niños indígenas en Australia Occidental han recibido una atención pública significativa tras la investigación realizada el año pasado por el forense Ros Fogliani sobre la muerte de trece jóvenes indígenas en tres años y medio en Kimberley.
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