El presidente de Kirguistán, Sooronbay Jeenbekov, renunció el jueves y dijo que quería poner fin a la crisis provocada por las disputadas elecciones parlamentarias a principios de este mes.
Las protestas habían estallado después de que los partidos leales a Jeenbekov ganaran las elecciones del 4 de octubre, en medio de acusaciones de compra de votos. Los resultados fueron posteriormente anulados, pero esto no apaciguó las tensiones.
“No me aferro al poder. No quiero pasar a la historia de Kirguistán como un presidente que permitió el derramamiento de sangre y disparos contra su pueblo. He tomado la decisión de renunciar”, dijo Jeenbekov en un comunicado difundido por su oficina.
Más de 1.200 personas resultaron heridas y una muerta durante los enfrentamientos entre manifestantes y policías.
La decisión se produjo cuando los partidarios del primer ministro Sadyr Japarov, que estaba cumpliendo condena por toma de rehenes la semana pasada, se reunieron una vez más el jueves para exigir la renuncia inmediata de Jeenbekov.
“La situación actual está cerca de un conflicto de dos lados. Por un lado, los manifestantes, por el otro, las agencias policiales”, dijo Jeenbekov en el comunicado.
“El personal militar y las fuerzas del orden están obligados a usar armas para proteger la residencia del jefe de estado. En este caso, se derramará sangre. Es inevitable. Insto a ambas partes a no sucumbir a las provocaciones”.
“Regreso a la vida pacífica”
El miércoles, el presidente finalmente aceptó el nombramiento de Japarov como primer ministro, en una medida considerada como el primer paso para calmar la crisis. Pero Japarov insistió en que el presidente debería dimitir.
Jeenbekov pidió a Japarov y otros políticos “que retiren a sus partidarios de la capital del país para que la gente de Bishkek (pueda) volver a una vida pacífica”.
Jeenbekov se había comprometido anteriormente a renunciar después de supervisar nuevas elecciones parlamentarias en el país. Pero Japarov y sus seguidores presionaron por una renuncia inmediata.
Kirguistán se ha visto afectado por la volatilidad política durante gran parte de sus tres décadas de independencia.
Una república sin salida al mar de 6,5 millones de personas, ahora ha visto a tres presidentes destituidos por los disturbios desde que se independizó de la Unión Soviética en 1991.
El caos ha preocupado a su aliado Rusia, ya que las protestas postelectorales sacuden a la exsoviética Bielorrusia y persisten los enfrentamientos por la separatista región de Nagorno-Karabaj en Azerbaiyán.
El subjefe de gabinete del presidente ruso Vladimir Putin, Dmitry Kozak, viajó esta semana para conversar con Jeenbekov y Japarov, y Moscú enfatizó que se debe poner fin al caos.
(Con información de AFP)
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