Líbano e Israel, dos países vecinos oficialmente en guerra, mantuvieron el miércoles una breve sesión de unas negociaciones inéditas auspiciadas por Naciones Unidas y Washington para delimitar su frontera marítima, con miras a suprimir trabas para la prospección de hidrocarburos.
La primera ronda de estas conversaciones terminó, según la agencia nacional de información libanesa ANI, una hora después del inicio de la reunión hacia las 10H30 (07H30 GMT), en los locales de la ONU en Naqura, una localidad fronteriza en el sur del Líbano.
Tras años de esfuerzos diplomáticos estadounidenses, Líbano e Israel anunciaron a principios de octubre estas negociaciones, calificadas de “históricas” por Washington.
Poco después de los acuerdos de normalización de las relaciones con Israel firmados por Emiratos Árabes Unidos y Baréin en la Casa Blanca, y a unas dos semanas de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, los observadores se preguntan qué significan estos avances para el presidente Donald Trump.
Estas negociaciones también tienen lugar en un contexto regional de fuertes tensiones en el Mediterráneo oriental, sobre los hidrocarburos y el límite de las fronteras marítimas, con Turquía, Grecia y Chipre en el centro de las disputas.
Carácter “técnico"
El miércoles, la mediación estuvo a cargo del subsecretario de Estado norteamericano para Oriente Medio, David Schenker.
La segunda ronda de negociaciones se celebrará el 28 de octubre, según declaró a la AFP una fuente militar libanesa, que requirió el anonimato.
En el encuentro del miércoles, dos militares y dos civiles -un responsable de la Autoridad del Petróleo y un especialista en derecho marítimo- representaron a Líbano.
La delegación israelí estuvo compuesta por seis miembros, entre ellos el director general del ministerio de Energía, un consejero diplomático del primer ministro Benjamin Netanyahu y el jefe de la dirección de Asuntos Estratégicos del Ejército.
Líbano insiste por su parte en el carácter “técnico” --y no político-- de las conversaciones.
Pero los dos partidos chiitas libaneses Hezbollah y Amal fustigaron el miércoles la presencia de figuras civiles en la delegación libanesa y estimaron que sólo los militares tenían que estar presentes.
“Esto perjudica la posición de Líbano y sus intereses (...) y representa una capitulación frente a la lógica israelí que quiere una especie de normalización”, denunciaron en un comunicado.
“Ninguna ilusión”
Estas negociaciones son, sin embargo, cruciales para Líbano, cuya economía está por los suelos y confía en la prospección marítima de hidrocarburos.
En 2018, el país firmó un primer contrato de exploración con un consorcio internacional. Pero los problemas aparecieron cuando una parte de uno de los dos bloques, el número 9, tocó una zona de 860 km² que los dos países vecinos se disputan.
Una fuente en el ministerio israelí de Energía asegura que la delimitación marítima puede resolverse “en pocos meses” si el proceso se desarrolla sin problemas del lado libanés.
“No nos hacemos ninguna ilusión. Nuestro objetivo no es crear ninguna normalización o proceso de paz”, añadió esta fuente.
La última gran confrontación entre el grupo terrorista Hezbollah e Israel remonta a 2006.
Según la ONU, se llevarán a cabo negociaciones sobre la frontera terrestre de forma separada, en encuentros tripartitos supervisados por la Finul, la fuerza de la ONU desplegada en la zona para vigilar la frontera entre los dos países.
“En caso de acuerdo en la frontera terrestre, se planteará entonces la cuestión de las armas de Hezbollah”, señaló Hilal Khashan, politólogo de la Universidad estadounidense de Beirut.
El grupo terrorista chiita Hezbollah, financiado por el régimen de Irán, es la única facción que no abandonó su arsenal tras la guerra civil (1975-1990), justificando que tiene un papel de “resistencia” frente a Israel.
(Con información de AFP)