El gobierno de la República Islámica de Irán se ha vuelto cada vez más paranoico y violento. El régimen autocrático, promotor del terrorismo en el mundo, está cada día mas preocupado por el aumento de las manifestaciones populares en su contra producto de las nefastas condiciones económicas bajo las que se encuentra su pueblo. Las sanciones impuestas por el gobierno de Trump han agravado la situación. El descontento aumenta a la par de las muertes y los contagios producto de la pandemia del coronavirus. La ineptitud del régimen para gestionar y controlar la crisis sanitaria ha quedado al descubierto. El régimen cree haber encontrado como única solución intimidar a su población a través de más violencia, arrestos, represión, tortura y muerte para disuadir nuevas protestas. Todo el que se oponga a su autoridad pagará con su propia vida. Pero la crisis se profundiza y el enojo por el asesinato de Navid Afkari, el joven campeón iraní de lucha libre, se acrecienta y empieza a desbordar.
Irán atraviesa una crisis económica profunda, quizás la peor que haya vivido. Pero esta se ha gestado a lo largo de los años gracias a la pésima administración de un régimen corrupto. Nada refleja más la naturaleza de los problemas económicos del país como la caída en el valor de su moneda. En la actualidad, solo vale una cuadragésima parte del valor que tenía en 1979, año en que el régimen llegó al poder. Desde principios de 2020, el valor del rial iraní se ha desplomado a nuevos mínimos cada mes que pasa. En octubre, cayó a su valor histórico más bajo.
Frente al miedo del colapso y como parte de una serie de gestos amenazantes de intimidación, hace unas semanas, el régimen asesinó a Afkari, un campeón nacional de lucha libre de tan solo 27 años. Su muerte violó múltiples leyes y todos los estándares existentes. Sus abogados no fueron informados sobre la ejecución. Se le negó una última visita a su familia. Le mintieron diciéndole que lo iban a trasladar a otra prisión cuando en realidad lo llevaban a su ejecución, violando todas las leyes del propio régimen. El delito de Afkari que lo llevó a su muerte fue participar en manifestaciones durante el verano del año 2018 contra las dificultades económicas. Su presunto cargo fue el asesinato de un funcionario de inteligencia del cual resultó inocente. Se presentaron cantidad de pruebas en el juicio que demostraban que él no pudo haber sido el asesino. A pesar de todo esto, fue asesinado bajo tortura y enterrado sumariamente en la oscuridad de la noche ante los ojos de los funcionarios de inteligencia del régimen. Pero el brutal asesinato del joven atleta, lejos de intimidar a la gente, provocó un alboroto en las redes sociales, no sólo en Irán sino en el mundo entero.
Más de 7.000 personas han sido arrestadas desde las manifestaciones del año 2019. Al menos 30 manifestantes ya han recibido condenas a muerte y esperan en la fila su suerte, escribieron los activistas iraníes por la democracia Shirin Ebadi, ganador del premio Nobel de La Paz en el año 2003, Abbas Milani, prestigiosos profesor de Stanford y Hamid Moghadam en un artículo de opinión reciente, titulado "Irán merece una tarjeta roja por su abusos contra los derechos humanos ", para el sitio web de noticias estadounidense The Hill.
Mansoureh Mills, investigador sobre Irán de Amnistía Internacional dijo a Arab News que las autoridades iraníes están mostrando su fuerza en un momento en que el estado de ánimo general entre los iraníes se está alejando de la pena de muerte y el mundo mira con horror las tácticas despiadadas del régimen contra manifestantes, disidentes y miembros de grupos minoritarios. Las autoridades iraníes están utilizando ejecuciones, como la de Navid Afkari, como una herramienta de control político y opresión para infundir miedo entre el público. Este maltrato a los manifestantes puede estar directamente relacionado con el declive del control económico y político que ejerce Teherán sobre la población, según Mills.
La creciente crisis económica de Irán podría presagiar aún más represión y violencia por parte de Teherán en un intento por controlar la volátil situación interna. Pero lejos de apagar el apetito de los iraníes comunes por un cambio de régimen, la represión generalizada y el uso frívolo de la ejecución han enfurecido a la población.
Persecución contra manifestantes y activistas
Un informe publicado por el grupo de derechos humanos Amnistía Internacional en septiembre detalla el catálogo de horrores que enfrentan los manifestantes detenidos en las cárceles iraníes. Los presos que no son condenados a la pena de muerte son sometidos con regularidad a torturas, que incluyen “golpizas, flagelaciones, descargas eléctricas, posturas tensas y violencia sexual”, según el informe.
El gobierno iraní encierra una corrupción estructural y un desprecio por los derechos humanos de su pueblo, particularmente aquellos de las mujeres. El Tribunal Revolucionario Islámico de Irán condenó a Nasrin Sotoudeh, una destacada abogada iraní de derechos humanos, de 57 años de edad, a 38 años de cárcel y 148 latigazos por cargos de “alteración del orden público y colusión contra el sistema” por su trabajo de defensa de los derechos de la mujer. Amnistía ha calificado la sentencia de “injusticia indignante”. A principios de este año, Nasrin Sotoudeh inició una huelga de hambre para protestar por el maltrato a los presos políticos.
Desde 2009, el régimen ha encarcelado o intentado enjuiciar al menos a 60 abogados simplemente por atreverse a defender a los presos políticos. Sotoudeh estaba en huelga de hambre para protestar por estas nuevas sentencias de muerte, así como por el trato a los prisioneros, incluida la negativa del régimen a liberar a los prisioneros políticos bajo fianza hasta que se ponga fin al coronavirus en las cárceles. Después de más de 40 días, rompió su huelga al tener que ser de trasladada de urgencia a la sala de emergencias de un hospital.
El régimen también está acusado de inventar cargos de espionaje contra visitantes extranjeros para mantenerlos efectivamente como rehenes, incluida Nazanin Zaghari-Ratcliffe, la doble nacional británica-iraní encarcelada en el 2016, y la académica británico-australiana Kylie Moore-Gilbert, que ha estado detenida desde el 2018. Cuando COVID-19 arrasó las cárceles abarrotadas de Irán a principios de este año, Zaghari-Ratcliffe fue liberada temporalmente de la famosa prisión de Evin y puesta bajo arresto domiciliario efectivo con sus padres en Teherán, donde espera nuevos cargos. Moore-Gilbert fue trasladada recientemente de Evin a Qarchak, considerada la peor prisión de mujeres de Irán, conocida por sus ejecuciones extrajudiciales, torturas y otras violaciones de derechos.
Descontento por las ejecuciones
El periodista y autor Masih Alinejad quien hoy reside en los Estados Unidos, dijo a Arab News que la ira por la ejecución de Navid Afkari entre los iraníes es palpable.
¨Desde su muerte, han aparecido grafitis en las calles de Irán criticando al líder supremo Ali Khamenei y pidiendo venganza por su asesinato, y la gente está instando a protestas contra su ejecución", dijo Alinejad, quien hace una abierta crítica de la República Islámica desde el exterior y ha denunciado el ataque permanente que sufre su familia dentro de Irán perpetrado por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI). Su hermano fue encarcelado y torturado, mientras que su madre se ha enfrentado a un patrón de acoso. Hasta tuvo que amenazar con ¨echarse gasolina sobre sí misma y prenderse fuego" durante un enfrentamiento con los oficiales del CGRI.
Por su parte, Ali Safavi, miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Consejo Nacional de Resistencia de Irán, se hace eco de la predicción de Mills sobre los disturbios y la ira contra el régimen. Este grupo disidente iraní se ve a sí mismo como el gobierno en lista de espera en Irán el día que el país se democratice.
Safavi señaló a Arab News que el régimen está "atrapado entre la espada y la pared. Si bien necesita reprimir y ejecutar para sobrevivir, es plenamente consciente de su estado frágil y vulnerable, y está muy preocupado por la reacción social masiva de las ejecuciones“.
El caso de la activista disidente Shahla Jahanbin personifica el problema del régimen. Ella escribió una carta a Khamenei a principios de este año pidiéndole que renunciara. En respuesta, Jahanbin fue sentenciada a casi cuatro años de cárcel y obligada a regresar a prisión pocos meses después de ser sometida a una cirugía de espalda. Pero su trato cruel a manos de la Corte Revolucionaria Islámica no ha logrado reprimir la ira de la juventud iraní contra el régimen sino que solo la alimenta, expresó Safavi.
¨El régimen está aterrorizado por la erupción de otro levantamiento”, agregó.
Pero es posible que el escenario de pesadilla de Teherán ya se esté desarrollando. Imágenes obtenidas por Arab News muestran a personas no identificadas prendiendo fuego a la entrada del tribunal de Shiraz, donde Afkari fue condenado a muerte. Un video posterior también muestra la detonación de un artefacto explosivo en la entrada fuertemente fortificada de la oficina central de administración de la prisión de la provincia de Lorestán.
Ambos ataques tuvieron lugar de noche y solo causaron daños materiales, pero se encontraron con un despliegue inmediato de las fuerzas de seguridad. Safavi dijo que esto demuestra el miedo del régimen y su vulnerabilidad frente al público iraní.
El factor coronavirus
Según Bob Blackman, diputado del Partido Conservador del Reino Unido, hay una gran incertidumbre y el malestar potencial causado por el altísimo número de muertos por coronavirus en Irán: más de 20.000 según las cuentas oficiales, aunque muchos sospechan que la cifra real puede ser mucho mayor. Las preocupaciones sobre la seguridad personal en medio de la pandemia pueden estar desalentando a los iraníes de tomar las calles contra el gobierno, pero esta renuencia a reunirse en protesta no durará para siempre. El problema en Irán, dijo Blackman, es cada vez más una cuestión de cuánto abuso están dispuestos a soportar los iraníes normales en su vida diaria, y a qué recurrirán cuando sea demasiado para soportarlo. El político agregó que no se puede confiar en la República Islámica ya que no cambiará.
El consenso entre los grupos de derechos humanos, los políticos y los iraníes en el extranjero es que las ejecuciones y la represión violenta de Teherán crean un círculo vicioso de más disturbios, más violaciones de los derechos humanos y, por tanto, más disturbios. Los abusos de los derechos humanos, las ejecuciones y la inestabilidad continuarán hasta que Khamenei, el presidente Hassan Rouhani y el control del CGRI sobre Irán sea reemplazado por un gobierno representativo y democráticamente elegido.
El futuro de Irán solo debe ser determinado por el pueblo de Irán. Pero las organizaciones internacionales y la comunidad de naciones respetuosas de la ley tienen un papel fundamental que desempeñar en el apoyo a las aspiraciones democráticas del pueblo de Irán.
Afkari fue un atleta consumado que, por necesidad económica, renunció a su objetivo de convertirse en un olímpico para trabajar como obrero. La Asociación Mundial de Jugadores, que representa a más de 85.000 atletas, ya ha exigido la suspensión de Irán de la competencia internacional. Las organizaciones internacionales de lucha deberían hacer lo mismo. Los Juegos Olímpicos y todas las demás federaciones e instituciones deportivas internacionales también deben suspender la membresía de Irán.
La FIFA, el organismo internacional a cargo del fútbol en todo el mundo, había guardado silencio durante demasiado tiempo sobre la atroz política de Irán de prohibir a las mujeres ingresar a los estadios para los partidos de fútbol. Recientemente ha amenazado con suspender a Irán no solo por el apartheid de género, sino también por la participación ilegal de fuerzas externas - el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica - en la federación de fútbol. La FIFA debería convertir inmediatamente su amenaza en acción.
El respeto por los derechos humanos llegará a Irán solo cuando el pueblo iraní pueda elegir libremente a sus gobernantes transformándose en una democracia respetuosa de las libertades individuales. Irán busca desesperadamente apoyo en China y Rusia quienes se involucran cada vez más activamente dando ayuda la régimen islámico para salvarlo y mantener el status quo. Es por esto que es crucial que la comunidad internacional se una y condene conjuntamente los abusos cometidos en el país contra los derechos humanos sin más rodeos ni justificaciones. El régimen de Irán no va a cambiar si no es a presión, y su población seguirá sometida a su empobrecimiento, violación de derechos y falta de libertad.
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