Los jefes de la diplomacia israelí y emiratí se reunieron por primera vez el martes en el Memorial de la Shoah en Berlín, un encuentro simbólico que marca una nueva etapa en el proceso de normalización entre los dos países.
Para su primera reunión, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Gabi Ashkenazi, y su homólogo de los Emiratos Árabes Unidos, Abdullah ben Zayed Al-Nahyane, eligieron este monumento de la capital alemana que conmemora el genocidio judío por los nazis.
Los dos ministros, llevando mascarillas, se saludaron con un codo en presencia de su homólogo alemán, Heiko Maas.
Luego deambularon por este laberinto de unos 2.700 bloques de hormigón de todos los tamaños que simbolizan la aniquilación de seis millones de judíos por el régimen de Adolf Hitler.
Los dos hombres intercambiaron algunas palabras. Luego escribieron mensajes en el Libro del Recuerdo del Memorial.
El ministro emiratí escribió en inglés “Never again” (“nunca más”), según una foto publicada en Twitter por un diplomático israelí.
“Nuestra presencia aquí juntos simboliza el comienzo de una nueva era”, escribió por su parte Ashkenazi en hebreo, celebrando “una era de paz entre los pueblos”.
“Nuestra firma común en el Libro del Recuerdo es como un grito y un juramento: recordar y no olvidar, ser fuerte y prometer ‘nunca más’”, escribió también.
Los tres ministros debían hacer luego una declaración conjunta.
Maas calificó como “un gran honor que los ministros de Relaciones Exteriores de Israel y Emiratos hayan elegido Berlín como el lugar de su histórica primera reunión”.
El ministro alemán calificó el acuerdo entre Israel y Emiratos Árabes Unidos como “la primera buena noticia en el Medio Oriente en mucho tiempo, y una oportunidad para renovar el diálogo entre israelíes y palestinos”.
“Hay que aprovechar esta oportunidad”, declaró, expresando la voluntad de ayudar a la Unión Europea.
Israel firmó el 15 de septiembre acuerdos históricos de normalización de sus relaciones con Emiratos y Baréin.
Ambos, sunitas, comparten con el Israel su animosidad hacia el Irán chiita, también enemigo número uno de Washington en la región.
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