La Agencia de la ONU para los Refugiados insta a los gobiernos y donantes a brindar ayuda para acotar las brechas críticas asegurando la inclusión de estudiantes refugiados en los sistemas educativos nacionales y la continuidad de los programas de educación terciaria, así como también a ofrecer más vacantes para alumnos refugiados.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, alertó sobre el impacto negativo de la pandemia de COVID-19, especialmente en los estudiantes refugiados, considerando que el 85% reside en países en desarrollo o menos desarrollados donde el cierre de escuelas redujo el acceso a la educación debido a que el aprendizaje remoto no siempre está disponible e incluso, si es así, los teléfonos móviles, tablets, computadoras portátiles, televisores y radios, así como la conectividad a Internet, a menudo no son accesibles para los desplazados.
Las consecuencias socioeconómicas de la pandemia no sólo limitan las oportunidades, sino que también pueden obligar a los estudiantes desplazados y desamparados a abandonar la escuela y recurrir al trabajo, a la mendicidad y a los matrimonios precoces, para intentar mantener a sus familias.
Frente a esta realidad que recrudece cada mes, al ACNUR le preocupa que, a menos que se aumente el apoyo con urgencia, una de las consecuencias de la emergencia sanitaria mundial sea el retroceso de algunos de los logros obtenidos con tanto esfuerzo en la educación de los refugiados, incluido un aumento en las tasas de matrícula terciaria.
En 2017, solo el 1% de los refugiados estaba matriculado en la educación superior. Desde finales de 2018, esta cifra ha aumentado al 3%, en gran parte debido a un mayor reconocimiento por parte de los estados, las instituciones educativas y las organizaciones socias de la importancia de la educación terciaria para las personas refugiadas.
El 2019 también fue un año récord para el programa de becas de educación superior del ACNUR, conocido como el programa DAFI (Iniciativa Académica Alemana para los Refugiados Albert Einstein), que está financiado en gran parte por el Gobierno alemán junto con el Gobierno de Dinamarca como nuevo socio.
Con el objetivo de apoyar los sistemas educativos nacionales, el programa prioriza la inscripción de refugiados en instituciones públicas de educación superior. Las becas se proporcionan a los refugiados a través de un proceso de selección competitivo y cubren la matrícula y otros costos asociados.
Destacando la creciente demanda de los refugiados en todo el mundo y la fuerte respuesta, por parte de los gobiernos y socios, sobre la necesidad de mejorar la educación de los refugiados, el número de estudiantes refugiados matriculados a través de este programa a fines de 2019 fue de 8.347 en 54 países de estudio.
Este es un nivel récord desde el inicio del programa hace casi tres décadas, y un aumento del 18% en comparación con el año pasado, o 1.481 becas adicionales. Esta expansión fue posible gracias al aumento de la financiación.
De acuerdo con el informe del ACNUR “Estudiantes refugiados en la educación superior” publicado esta semana, en 2019, los beneficiarios de las becas DAFI procedían de 45 países y los estudiantes refugiados sirios representaban el mayor número (29%), seguidos por los estudiantes refugiados de Afganistán (14%), Sudán del Sur (14%), Somalia (10%) y la República Democrática del Congo (6%).
Los cinco principales países de acogida de refugiados para los estudiantes de DAFI fueron Etiopía, Turquía, Jordania, Kenia y Pakistán, que también reflejan los movimientos de personas refugiados a nivel mundial.
Para los refugiados inscritos en el programa, los principales campos de estudio fueron: campos relacionados con la ciencia médica y la salud; seguidos del comercio y la administración de empresas; las ciencias sociales y del comportamiento; la ingeniería y las matemáticas; y la informática.
Conseguir apoyo para la educación, incluso a nivel terciario, fue un objetivo clave del Foro Mundial sobre Refugiados celebrado en diciembre del año pasado Para resistir el impacto de la pandemia de COVID-19, ACNUR hace un llamado a los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y otras partes interesadas clave para ayudar a fortalecer y mejorar la inclusión de los refugiados y el acceso a los sistemas educativos nacionales en los países de acogida de refugiados como así también a asegurar y salvaguardar la financiación de la educación. Si esto no sucede, se pondrán en peligro innumerables futuros.
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