Los paramilitares rusos de Putin no se detienen: ya intervienen en la guerra de Nagorno-Karabaj

El denominado Grupo Wagner de ex militares al servicio de Moscú hace pie en cada conflicto donde estén en juego intereses del Kremlin

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Un soldado armenio dispara fuego
Un soldado armenio dispara fuego de artillería contras las posiciones de Azerbaiyán, en el conflicto de Nagorno-Karabaj. Defence Ministry of Armenia/Handout via REUTERS

Los paramilitares rusos del Grupo Wagner ya encontraron una nueva zona de guerra para operar. Un largo conflicto “congelado” resurgió esta semana. Duros combates en medio de los enfrentamientos en curso entre las fuerzas azerbaiyanas y armenias en Nagorno-Karabaj, un enclave montañoso de personas de etnia armenia rodeada por territorio azerbaiyano. La nueva ronda de lanzamiento de misiles y metralla pesada que comenzó durante el fin de semana marca el momento más sangriento desde la década de 1990, cuando los dos nuevos estados ex soviéticos lucharon por regiones en disputa hasta un alto el fuego negociado por Rusia en 1994. Hasta allí llegaron ahora los mercenarios conectados al Kremlin para intervenir en favor de Armenia. Del otro lado, Azerbaiyán tiene a Turquía como aliada. Son cientos de combatientes, veteranos del ejército ruso que actuaron desde 2014 en Siria, Sudán, República Centroafricana, Ucrania, Libia y Bielorrusia. En América Latina, se sabe que desembarcaron en Venezuela para entrenar a los paramilitares del régimen de Nicolás Maduro.

Los mercenarios son tan antiguos como las guerras. Siempre hubo “soldados profesionales” que luchaban por alguna causa a cambio de pagos, botines o tierras. En Irak, estaban los famosos gurkas nepaleses, paramilitares que combaten desde doscientos años junto a las fuerzas británicas y que participaron en la Guerra de Malvinas. No eran los únicos, también había australianos, chechenos, iraníes, hondureños. Todos ellos, luego, extendieron sus servicios a Siria y continúan su periplo por cualquier territorio manchado de sangre y donde puedan hacerse de grandes cantidades de dinero. Con la anexión de Crimea por parte de Rusia, apareció un nuevo y poderoso ejército de entre 3.000 y 5.000 paramilitares denominado ChVK Wagner.

Los mercenarios rusos se dieron a conocer en 2014 durante la guerra de Donbass, Ucrania, apoyando a los grupos separatistas aliados del gobierno de Vladimir Putin en las autodenominadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk. Hicieron el trabajo sucio que no podían hacer directamente las fuerzas del ministerio de Defensa ruso. El fundador de la “compañía” es Dmitriy Valeryevich Utkin, un ucraniano nacido en 1970, cuando esa república era parte de la Unión Soviética. El Servicio de Seguridad de Ucrania consideraba en un principio a Utkin “un leal ciudadano ucraniano” por su colaboración en la represión de las protestas del Maidán. Hizo carrera en el ejército ruso y llegó al grado de teniente coronel y comandante de brigada de una unidad de las fuerzas especiales de la Dirección Principal de Inteligencia (GRU) de Rusia. Se retiró en 2013 y comenzó a trabajar para la empresa privada Moran Security Group fundada por veteranos de la guerra de Chechenia. La compañía se especializaba en seguridad contra la piratería hasta que organizaron en San Petersburgo una milicia denominada “Cuerpo Eslavo” que viajó a Siria para proteger los campos petrolíferos y los oleoductos donde había inversiones rusas. Utkin fue uno de los comandantes de esa unidad. Un año más tarde, varios de esos hombres se trasladaron a la región de Luhansk en Ucrania. Allí dijeron por primera vez que pertenecían al Grupo Wagner, el nombre con el que los bautizó Utkin por su pasión musical y su admiración por el Tercer Reich.

Yevgeny Prigozhin, el Chef del
Yevgeny Prigozhin, el Chef del Kremlin y jefe del Grupo Wagner, junto a Vladimir Putin (ALEXEI DRUZHININ/AP)

Algunos informes de inteligencia dicen que los milicianos de Wagner profesan “la fe nativa eslava”, un culto pagano moderno. En diciembre de 2016 se vio claramente el enlace de los mercenarios con el Kremlin. Aparecieron fotos donde se ve a Utkin junto al presidente Vladimir Putin en una ceremonia de entrega de condecoraciones como la Orden de Coraje y el título de Héroe de Rusia para los “soldados independientes” que lucharon en Ucrania.

Fue cuando la prensa rusa comenzó a investigar. Descubrieron que el financista y verdadero dueño de Wagner es el oligarca, Yevgeny Prigozhin, un cocinero que se convirtió en multimillonario tras la caída de la Unión Soviética. Calvo, de 57 años, que siempre aparece con el ceño fruncido como la mayoría de los “hombres de negocios” cercanos a Putin y que operan para los intereses del presidente mientras reciben grandes contratos del Estado. Era un restaurador poco conocido hasta que apareció en la órbita de Putin a principios de la década de 2000 y comenzó a servir al autócrata durante las visitas de dignatarios extranjeros. Prigozhin se convirtió en un poderoso hombre de negocios al recibir un flujo constante de contratos de catering para diferentes ministerios, comedores de escuelas y cuarteles. La prensa rusa lo bautizó como “el chef de Putin”.

Stephen Blank, un experto en Rusia citado por el sitio Buzzfeed, cree que “Prigozhin es un buen ejemplo de cómo Putin armó a su burguesía. Están subordinados al Estado, y mantienen su dinero y sus posiciones con la condición de que sirvan a los intereses del presidente”. Prigozhin tiene el servicio de los comedores de decenas de bases militares al tiempo que asesora y proporciona seguridad a varios gobiernos extranjeros. En la República Centroafricana (CAR), sus hombres manejan la guardia presidencial y a cambio recibe un porcentaje de las ganancias de las minas de oro y diamantes donde también proveen seguridad. Tiene un acuerdo similar en Siria, donde custodia las operaciones de los campos de petróleo y gas natural. Al mismo tiempo, sus milicianos realizan operaciones encubiertas a favor del régimen de Bashar Al Assad y muchas veces actúan en conjunto con las fuerzas especiales iraníes. También son la custodia externa de la base rusa de Tarcus, en la costa sira del Mediterráneo. Por estas actividades, Prigozhin recibió varias sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos para restringir sus movimientos económicos. La primera vez fue en 2016, por ayudar a la participación de Rusia en la anexión de Ucrania. Y una de las tantas compañías paralelas del grupo, Evro Polis, fue sancionada por su participación en Siria. La última, del año pasado, fue por su participación en la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 que favorecieron a Donald Trump. Prigozhin financia y dirige la Agencia de Investigación en Internet (IRA), más conocida como “la granja de trolls rusos”. Según la investigación del fiscal especial Robert Mueller, fueron los hackers de IRA quienes armaron todo el entramado de cuentas de las redes sociales que originalmente tuvieron la misión de desacreditar a los enemigos internos del Kremlin y los rivales comerciales de Prigozhin, pero que luego se utilizó para perjudicar a la campaña demócrata de Hillary Clinton y favorecer el ascenso a la Casa Blanca del magnate neoyorkino.

Una residente de la región
Una residente de la región de Tovuz, el Azerbaiyán, muestra los daños producidos en su casa por parte de la artillería armenia. (AP Photo/Ramil Zeynalov)

Investigar las actividades del Grupo Wagner es una misión muy peligrosa. El periodista Denis Korotkov, del periódico Novaya Gazeta, que reveló el papel de los mercenarios en Ucrania, tuvo que salir del país después de numerosas amenazas y vive exiliado en Londres. La última “advertencia” fue una jaula con una oveja desangrándose en su interior y una nota en la que decía “esto es lo que les sucederá a todos los del Novoya”. Korotkov no pudo ignorar semejante advertencia como había hecho anteriormente. Desde el 2000 mataron a cinco reporteros del diario por diferentes investigaciones. Korotov escribió, basado en sus fuentes de inteligencia, que agentes de Wagner mataron a un bloguero ruso y probaron venenos desarrollados por ellos en soldados sirios. Otros tres periodistas que viajaron a la República Centroafricana para investigar las actividades de los mercenarios murieron en una emboscada. Orján Dzhemal, Aleksandr Rastorgúev y Kiril Rádchenko fueron asesinados en una remota carretera de ese país la noche del 31 de julio de 2018. Estaban trabajando para el Centro de Dirección de Investigaciones, financiado por el magnate y opositor Mijaíl Jodorkovski. Su misión era hacer un documental sobre las actividades de Wagner en África.

Los hombres de Wagner también son los uniformados que aparecieron el año pasado en un video bajando de un avión militar en Caracas para apoyar al régimen de Nicolás Maduro. Trabajan muy de cerca con los asesores cubanos y están adiestrando a grupos armados chavistas para combatir en el caso de que se produzca una ruptura en las Fuerzas Armadas que lleve a una guerra civil. De esta manera, Rusia pone un pie en Latinoamérica más allá de la influencia que siempre tuvo en Cuba. También es una movida muy peligrosa que podría desatar una mini Guerra Fría en el Caribe. “Lo que hacen estos mercenarios es encontrar lugares donde el Kremlin puede tener intereses políticos y aprovechar las situaciones de seguridad inestables y el potencial de ganancias económicas para actuar. Es un buen negocio para Putin como para su `chef´”, dijo al Washington Post una fuente del Departamento de Estado. Peter MacKay, el ex ministro de defensa canadiense, cree que la identidad confusa de Wagner es uno de sus puntos fuertes. “Pueden hacer trabajo extraterritorial para Rusia, pero no pueden ser atribuibles directamente al Kremlin. Hay una gran preocupación por su expansión en los países de la OTAN y varias otras naciones en todo el mundo”, dijo MacKay.

Prigozhin lanzó una fuerte ofensiva contra los medios rusos que intentan develar sus movimientos. Presentó decenas de demandas contra Yandex, el principal motor de búsqueda en Internet de Rusia, para que se eliminen las noticias y los sitios web en los que aparece. Por ejemplo, pretende que desaparezcan las informaciones sobre un brote de disentería en las escuelas atendidas por su negocio de catering. También un video de YouTube que muestra el momento en que el BMW blindado de Prigozhin es detenido por la policía en San Petersburgo por exceso de velocidad. Y otros con los testigos que relatan cómo los mercenarios rusos derribaron un avión de transporte del ejército ucraniano en 2014, matando a 49 personas. Otra de las publicaciones que más lo irritaron fue la de un sitio antifascista inglés que dio los nombres de unos 30 miembros de Wagner, entre ellos ciudadanos serbios, bielorrusos, uzbekos, moldavos y hasta franceses.

Las tropas azeríes lanzan fuego
Las tropas azeríes lanzan fuego pesado sobre una localidad controlado por los armenios en el disputada enclave de Navorno-Karabaj. Defence Ministry of Azerbaijan/Handout via REUTERS

Michael Kofman, un experto en las fuerzas armadas rusas que asesora a altos funcionarios militares y gubernamentales en Moscú, dijo en una entrevista que “Wagner está organizado en grupos tácticos de batallón, con sus propios oficiales y soldados. Y todo está coordinado por oficiales de inteligencia que se mueven en una línea no muy precisa entre sus actividades oficiales para los organismos estatales y las extraoficiales para el grupo. Por esta razón cuentan con una información muy importante cada vez que lanzan una operación. Es un modelo como el de Blackwater y su conexión con la CIA, pero al revés. Los estadounidenses están para apoyar las operaciones de los marines; en cambio, los rusos utilizan en Siria a los combatientes de Wagner en el frente y los militares del Kremlin dan el apoyo logístico”.

Pero cuando los milicianos de Wagner se enfrentaron a los soldados estadounidenses no fueron nada efectivos. En febrero de 2018 quisieron conquistar el campo petrolero de Conoco sobre el río Éufrates en el este de Siria, que estaba en manos de las fuerzas kurdas y estadounidenses. Todo fue un fiasco para los rusos. Apenas cruzaron la “línea roja” que significa el mítico río, aparecieron los helicópteros y aviones de apoyo de la Fuerza Aérea estadounidense y diezmaron las fuerzas de Wagner. Algunos informes hablan de 200 muertos y otros tantos heridos. La batalla muestra claramente el uso que hace Rusia de estos mercenarios. Brad Bowman, de la Fundación para la Defensa de las Democracias lo explica así: “El uso de fuerzas irregulares proporciona a Putin una capacidad asimétrica para acumular ganancias estratégicas similares en comparación con las fuerzas convencionales, al tiempo que minimiza las desventajas para Moscú si las cosas no van bien. Si van bien, se embolsan la ganancia. Si no van bien, niegan la participación. Putin usa a Wagner en Siria, como Beijing usa embarcaciones de pesca en el Mar de China Meridional. Los dos países, máximos rivales del poder estadounidense, están siempre tanteando las fronteras de la influencia de Washington en busca de alguna debilidad, listos para aprovechar su ventaja cuando encuentran una falta de capacidad militar o voluntad política”.

Ahora, en el conflicto de Nagorno Karabaj los mercenarios rusos se enfrentarían a sus pares contratados por Turquía que actúan en favor de Azerbaiján. No para apoyar a Armenia, sino para mantener sus intereses. The Guardian informó que un grupo de combatientes sirios de la provincia de Idlib, el único bastión rebelde donde el gobierno de Recep Tayyip Erdogan tiene una influencia considerable, fueron reclutados en las últimas semanas para trabajar para una empresa de seguridad privada turca que opera en favor del ejército azerí.

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