Israel aprobó hoy endurecer el confinamiento el viernes, una semana después de imponerlo, dejando la actividad económica en el mínimo esencial y limitando rezos y manifestaciones.
Finalmente, tras horas y horas de debate, el Gabinete de Ministros se puso esta mañana de acuerdo en los detalles y endureció las medidas de aislamiento y restricciones al movimiento por el coronavirus. La decisión se toma tras un serio incremento de los contagios en 24 horas, que se acercó ayer y hoy a los 7.000 diarios en un país de unos nueve millones de personas.
Las nuevas medidas entrarán en vigor este viernes a las dos de la tarde hora local, antes de la celebración el domingo y lunes de la jornada más sagrada del judaísmo, Yom Kipur, el Día del Perdón, y se prolongarán al menos hasta el 10 de octubre.
La más grave es el cierre de toda la actividad económica no esencial. Solo podrán operar los sectores financiero, de energía, alimentación, sanitario, agrícola, de limpieza, puertos y transportes, periodismo, bienestar, construcción y la cadena de suministros a estas áreas. En cuanto a las instituciones públicas, también limitarán enormemente su actividad. El coordinador nacional para la pandemina, Roni Gamzu, se opuso a esta decisión y propuso en cambio limitar el funcionamiento de los negocios a un 50%.
También cerrarán los mercados, los pocos centros educativos que estaban abiertos (educación especial, para jóvenes en riesgo y cuidado de bebés en centros de día), el transporte público quedará reducido al mínimo y seguirá en vigor la prohibición de alejarse más de un kilómetro del domicilio.
Uno de los elementos más difíciles de acordar entre los ministros fue la limitación del derecho de manifestación, que se podrá ejercer solamente en grupos de 20, que estén a menos de un kilómetro de sus casas y con un máximo de 2.000 participantes.
Esto cambiará radicalmente la imagen que cada sábado desde hace meses se vive frente a la residencia del primer ministro, Benjamín Netanyahu, y en ciudades de todo el país, donde miles de personas salen a pedir su dimisión, generalmente sin mascarilla y sin distanciamiento social, y donde suceden enfrentamientos con la Policía.
También peliaguda ha sido la negociación sobre las sinagogas y la celebración de rezos en grupo, muy importante para los judíos, especialmente en estas fechas de festividades hebreas, como Kipur o Sucot (los tabernáculos). El plan aprobado hoy limitará el rezo a grupos de 20 personas en el exterior y cerrará las sinagogas, permitiendo la apertura con medidas de precaución en Yom Kipur.
Una decisión que aún ha quedado pendiente es la limitación de los vuelos en el aeropuerto internacional de Ben Gurión, a las afueras de Tel Aviv y el principal del país.
Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo en el Gabinete de Coronavirus, finalmente se impuso la decisión que tomaron anoche Netanyahu, el titular de Defensa y principal socio de coalición, Beny Gantz, el ministro de Interior, Aryeh Deri, el de Exteriores, Gabi Ashkenazi, y el de Justicia, Avi Nisenkorn.
Sanidad anunció el miércoles un nuevo máximo: 6.923 nuevos positivos y 31 muertos por COVID-19 en 24 horas. El dato de hoy para el día de ayer fue de 6.808 nuevos contagios. Estas cifras son insoportables para un país del tamaño de Israel y le han situado entre los de mayor morbilidad del mundo, pese a haber gestionado con maestría la primera ola de la pandemia con una cifra muy reducida de muertos e infectados.
Dos hospitales han anunciado que están saturados y no admiten más pacientes con COVID-19, y el resto tiene altas cifras de ocupación.
El confinamiento general impuesto el pasado viernes reducía la actividad del país (cierre de colegios, restaurantes, sitios de ocio, atención al público en negocios, etc) pero contemplaba muchísimas excepciones, y su efecto aún no se ha dejado ver aún en las cifras de contagio.
Con información de EFE
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