Por primera vez desde el establecimiento de los Emiratos Árabes Unidos, en 1971, los nacionales podrán viajar y trabajar en Israel, y los israeelíes en EAU, gracias al acuerdo de paz firmado entre los países. Eso tiene una consecuencia de la que se ha hablado poco pero que producirá un impacto muy grande: el aumento en la colaboración científica, “con la promesa de una investigación conjunta en exploración espacial, agua, seguridad alimentaria y la herencia arqueológica común a la región”, destacó Nature.
Antes del acontecimiento histórico de los Acuerdos de Abraham, iniciados en agosto, esta cooperación solo había sido posible en circunstancias excepcionales. Ahora los investigadores podrán intercambiar libremente materiales, entre ellos muestras biológicas y equipo científico. Como Bahrein se sumó al tratado firmado en la Casa Blanca el 15 de septiembre, también podrá participar de estos progresos.
Los científicos de EAU podrán beneficiarse de la rica base de investigaciones que ya posee Israel y de su contacto con las firmas comerciales de tecnología, mientras que los investigadores israelíes podrían acceder a la robusta inversión de EAU, la diversidad de su población y la infraestructura tecnológica. "Personalmente, lo que me entusiasma es que los EAU empiecen a ver a Israel como un amigo potencial, en lugar de un riesgo”, dijo a Elizabeth Gibney, periodista de Nature, Mohammed Baharoon, el director general de b’huth, un centro independiente de investigación de políticas públicas en Dubai.
Shai-Lee Spigelman, directora general del Ministerio de Ciencia y Tecnología del estado de Israel, fue parte de la delegación de su país y los Estados Unidos que llegó a EAU el 31 de agosto: “Las reuniones fueron realmente impresionantes y abiertas”, dijo a Nature, sobre los equipos de trabajo que incluyeron cuestiones como la exploración espacial. “Realmente se sentía el deseo de colaborar de ambas partes, la voluntad de encontrar formas comunes de trabajar juntos”. Como parte de ese espíritu, ya las universidades de Mohamed bin Zayed, de Abu Dhabi y el Instituto Weizmann de Ciencia, de Rehovot, comenzaron la creación de un centro conjunto de inteligencia artificial.
Dado que desde la fundación de Israel, en 1948, los países de la Liga Árabe se habían opuesto a la nación por la cuestión de la independencia de Palestina, los acuerdos con EAU y Bahrein tienen la importancia que mereció el establecimiento de relaciones diplomáticas de Tel Aviv con Egipto en 1979 y con Jordania en 1994. Esta cooperación científica —una “alta prioridad”, según Spigelman— es una prueba de los resultados tangibles del proceso de paz.
Los encuentros del 31 de agosto incluyeron conversaciones preliminares sobre cooperación en materia de “satélites y experimentos en la órbita terrestre baja, así como la coordinación de visitas de astronautas a la Estación Espacial Internacional”, agregó la funcionaria. “La empresa israelí SpaceIL, de Tel Aviv, lanzó una misión a la Luna respaldada por el gobierno en 2019, aunque el módulo de aterrizaje se estrelló. Los Emiratos Árabes Unidos tienen un programa de vuelos espaciales humanos y fueron una de las tres naciones que lanzaron una misión a Marte en julio”, completó Gibney.
Ciencia cuántica, agricultura, estudios sobre el desierto y seguridad del agua son otros de los temas que los científicos de la región tienen en común, y todos realizan ya investigaciones en ciberseguridad y energía. Israel ya es parte del Centro Internacional de Radiaciones de Sincrotrón para las Ciencias Experimentales y Aplicadas en Medio Oriente (SESAME), en el que también participan Pakistán, Irán y la Autoridad Palestina, y se espera que EAU, que comenzó las conversaciones para unirse poco antes de los Acuerdos de Abraham, se sume a la brevedad. Por último, se comenzará el intercambio de artefactos y muestras arqueológicas de civilizaciones que vivieron en la región del golfo.
“La colaboración no empezará de cero”, precisó Nature. “Los investigadores de EAU y los de Israel fueron coautores de 248 artículos entre 2017 y 2019, según la base de datos Scopus”, una estimación que incluye la coautoría en estudios de múltiples autores, “como los experimentos en el laboratorio de física de partículas de Europa, CERN”. Esto en parte se debe también a que universidades árabes sólo entregan doctorados desde 2010, por lo cual muchos de sus académicos se formaron en otros países, la mayoría de los cuales ya cooperaba con Israel.
“Además, las empresas de tecnología de los Emiratos Árabes Unidos, así como las de Qatar y Arabia Saudita, ya mantienen relaciones informales con sus pares de Israel para adquirir tecnologías cruciales como las que se utilizan para proteger la infraestructura de petróleo y gas”, dijo a la publicación científica Robert Mogielnicki, economista político del Instituto de los Estados Árabes del Golfo en Washington DC.
“Ambos países ya tienen amplios vínculos con China”, agregó Mogielnicki, en alusión a una derivación del acuerdo histórico en Medio Oriente: también habilita a las instituciones de EAU a que establezcan relaciones más profundas con terceros, como instituciones europeas o de los Estados Unidos que ya colaboraban con Israel. Queda por ver —concluyó— cómo harán los científicos de ambos países para desarrollar sus relaciones personales, ya que algunos se manifestaron poco optimistas sobre la normalización.
Por ejemplo, algunos académicos palestinos se molestaron por los acuerdos, según dijo el filósofo Sari Nusseibeh, ex presidente de la Universidad Al-Quds en Jerusalén, a la publicación. “Pero Nusseibeh confía en que el acuerdo impulsará la participación palestina en la colaboración en la investigación”.
No todos, sin embargo, expresaron reticencia. Nature citó a un físico israelí, que solicitó la reserva de su nombre, que está considerando la posibilidad de pasar un año sabático en EAU. “El día que se anunció el acuerdo de paz, pensé que podría intentarlo”, dijo, y comenzó a planear la posibilidad de trasladarse con su familia. “Bromeábamos que, excepto la Luna, este parece el próximo paso a dar hacia algo realmente nuevo”. En su opinión, a diferencia de los acuerdos con Jordania y Egipto, este “parece genuinamente cálido”.
Y en EAU, dijo Baharoon, los investigadores no son propensos a permitir que la política influya en sus ocupaciones o sus decisiones de vida. “Esa actitud es un buen augurio para la cooperación científica del futuro”. Según una cantidad de personas con las que habló, muchos admiran a Israel como “una nación startup”, que además ha hecho mucho en lo que respecta a ciencia y tecnología.
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