El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, llegó este lunes a Sochi, en el sur de Rusia, donde se reunirá con el presidente del país, Vladimir Putin, quien ha sido su principal sostén desde que comenzaron las masivas manifestaciones en protesta por el presunto fraude en las elecciones presidenciales del 9 de agosto.
Lukashenko aterrizó con su avión oficial por la mañana en el aeropuerto de la ciudad balneario, en el marco de su primer viaje oficial a Rusia desde que comenzaron las protestas contra su régimen. Los dos mandatarios tienen previsto abordar temas de cooperación bilateral y de política internacional así como la situación en la región y una respuesta conjunta ante diferentes desafíos emergentes.
El viaje de Lukashenko a Rusia tiene lugar horas después de que las fuerzas de seguridad del régimen hayan detenido a más de 700 personas por participar en las protestas contra el Gobierno del domingo, que reunieron a decenas de miles de personas en Minsk y en otras ciudades. En un comunicado, el Ministerio del Interior bielorruso confirmó el arresto de 774 personas por participar en las 28 “acciones de protesta” el domingo y ha señalado que las diferentes movilizaciones no congregaron a más de 22.000 personas.
La visita del mandatario bielorruso a Rusia llega en un momento de grave crisis en Bielorrusia a raíz de las masivas manifestaciones registradas en protesta contra el supuesto fraude en los comicios presidenciales del 9 de agosto.
Como la posición del hombre fuerte de Bielorrusia en el poder durante 26 años se ha debilitado, es probable que Rusia busque concesiones. Putin ha pedido durante mucho tiempo la unificación completa con Bielorrusia, mientras que Lukashenko lo ha descartado previamente. El Kremlin dijo que las conversaciones cubrirían las “perspectivas de avanzar en los procesos de integración”.
El vínculo es muy asimétrico: Bielorrusia, con una población de alrededor de 9,5 millones, goza del suministro ruso de combustible barato, mientras es estratégicamente importante para Moscú como una zona de amortiguación, que limita con Occidente por los miembros de la UE y la OTAN. Los dos países ya han establecido una estrecha relación como “Estado de la Unión” con fuertes vínculos militares y económicos y una frontera abierta hasta el brote de coronavirus.
Lukashenko ha rechazado presentar su dimisión y se ha negado a convocar nuevas elecciones con el argumento de que él es la única persona que puede defender al país ante unas movilizaciones que denuncia que han sido impulsadas por otros países.
A su llegada, sonrió cuando bajó de su avión con una camisa de manga corta al sol brillante, sin usar una mascarilla de protección. Un reportero del tabloide Komsomolskaya Pravda, escribió que Lukashenko que “no ha aceptado particularmente la amenaza del coronavirus” sin embargo tuvo que someterse a medidas anti-virus antes de la reunión. Se esperaba que los líderes dieran una conferencia de prensa televisada después de sus conversaciones.
En julio, las autoridades bielorrusas detuvieron a 34 ciudadanos rusos relacionados con la empresa de mercenarios Grupo Wagner y el mandatario denunció que estaban en el país para crear inestabilidad y disturbios con el objetivo de interferir en la campaña de las elecciones presidenciales.
El presidente bielorruso no ha mantenido esa acusación y recientemente cesó al director del KGB (la agencia de Inteligencia bielorrusa, que mantiene el nombre de la época soviética) por la detención de los 34 ciudadanos rusos vinculados al Grupo Wagner.
En las últimas semanas, el Gobierno bielorruso ha aumentado la persecución de manifestantes, activistas opositores y periodistas locales y extranjeros. La Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich es el único miembro del Consejo de Coordinación opositor que sigue en libertad en territorio bielorruso.
(Con información de Europa Press y AFP)
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