Las medidas del régimen chino contra el “desperdicio de alimentos” que esconden una inminente escasez

Un documental de la televisión estatal se convirtió en el último indicio de la preocupación de Beijing sobre este creciente problema: busca poner en evidencia farsas detrás de quienes se hacen famosos por ingerir grandes cantidades de comida

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El presidente chino Xi Jinping. Foto: Reuters
El presidente chino Xi Jinping. Foto: Reuters

Los “campeones de la ingesta”, personas que se graban comiendo enormes cantidades de comida, componen uno de los grupos más populares en las redes sociales chinas. Pero el pasado fin de semana, el canal de televisión estatal del régimen de Beijing, CCTV, transmitió un documental que reveló distintas farsas detrás de la práctica.

En concreto, las imágenes mostraban como populares usuarios pretendían comer cuando al mismo tiempo escupían comida; editaban horas de material para que pareciera que ingerían alimentos en una sola tanda; y vomitaban entre medio de distintos platos para ocultar la realidad detrás de la imagen de su insaciable apetito.

Más allá de la revelación en particular, observadores externos creen que el documental es parte de una campaña del régimen chino para conservar alimento ante una inminente escasez.

Es que la transmisión del material tuvo lugar poco después de otras dos noticias que generaron interrogantes de la misma naturaleza: la orden de servir menos platos en los restaurantes; y la publicación de un estudio que predice una escasez de cereales en 2025.

La pregunta toma un cariz mayor en el gigante asiático al considerar que a principios de los años 1960, como consecuencia del liderazgo de Mao Zedong, sufrió una evitable hambruna que dejó decenas de millones de víctimas.

Un joven come un bocadillo de pollo en una cadena de comida rápida en Beijing (REUTERS/Jason Lee)
Un joven come un bocadillo de pollo en una cadena de comida rápida en Beijing (REUTERS/Jason Lee)

El mismo presidente Xi Jinping se ha involucrado en lo que el régimen ha definido como una campaña de “frugalidad”. “El desperdicio es vergonzoso y la frugalidad es honorable”, señaló en su discurso más reciente, publicado por la agencia de noticias estatal Xinhua.

Xi dijo que si bien la producción de granos de cereales continúa, es necesario ser conscientes de la crisis en la seguridad alimentaria. “El impacto de la nueva epidemia mundial de coronavirus encendió la alarma”, enfatizó. Con la cantidad de comida que tira cada año, China podría alimentar a su vecino surcoreano.

De inmediato, tras escuchar la advertencia del jefe de Estado, autoridades locales comenzaron a trabajar para evitar el “desperdicio” de comida. En diversas provincias, como Hubei y Henan lanzaron la “operación plano vacío”, que nació en 2013 pero que se reinició tras las palabras del jefe del PCC. Fue así que la Asociación Industrial de Catering de Wuhan llamó a todos los restaurantes para que implementen el sistema “pedido N-1″. Es decir, a cada pedido hecho en una mesa de comensales se restaría un plato de comida. Las regiones de Xianning y Xinyang propusieron adoptar la misma iniciativa.

En rigor, serán dos platos menos de comida dado que siempre en las mesas se encargaba un plato extra. La tradición china indica que en una cena deben servirse tantos platos como comensales haya más uno, pero ahora a los chinos se los incita a cambiar la regla, consumiendo tantos platos como comensales haya menos uno. Además, los restaurantes deberán ofrecer porciones de tamaño medio y pequeño y poner a disposición cajas para llevar las sobras.

Foto: REUTERS/Edgar Su/File Photo
Foto: REUTERS/Edgar Su/File Photo

El ministerio de Cultura y Turismo se ha acoplado a la campaña, anunciando que ha pedido a sitios turísticos, hoteles y restaurantes, entre otros, que “cumplan con su responsabilidad, mantengan la disciplina y aboguen por un turismo civilizado”, además de anunciar “actividades para que el público sea consciente y recuerde la importancia de la tradicional virtud del ahorro”.

La pandemia surgida en el país, que paralizó la economía mundial y tendrá efectos que se sentirán durante años, fue el último de una serie de elementos disruptivos sufridos por China durante los últimos meses.

También vio una temporada de inundaciones estivales que destruyeron este año inmensas superficies de tierras arables en la cuenca del Yangtsé, el granero de arroz del país. Esa merma en la producción de cereales generó un aumento de los precios. Alrededor de un 30 por ciento de los granos chinos son importados, y este año sus precios podrían aumentar todavía más.

Además, una epidemia de fiebre porcina africana había devastado el ganado nacional -llevó a que China matara decenas de millones de cerdos- y duplicó el precio del la carne más consumida en el país. A esto se añaden problemas de fondo: la urbanización galopante que destruye las tierras cultivables y el consecuente éxodo rural, que deja al campo sin mano de obra.

Una persona pasa frente a silos usados para guardar grano en China. Foto: REUTERS/Yilei Sun
Una persona pasa frente a silos usados para guardar grano en China. Foto: REUTERS/Yilei Sun

Para alimentar a la mayor población del planeta, China se convirtió en el primer importador mundial de productos alimentarios. Pero en los últimos tiempos, sus relaciones se deterioraron gravemente con tres de sus principales proveedores: Australia, Canadá y Estados Unidos. Y el gobierno chino adoptó sanciones contra algunas importaciones agrícolas de estos tres países, aunque en enero se comprometió a aumentar sus compras de productos estadounidenses.

El agrietamiento de las relaciones diplomáticas coincide con un informe que establece que su dependencia de ellas no hará más que aumentar a lo largo de los años. Según un estudio publicado a mediados de agosto por el Instituto Rural de la Academia de Ciencias Sociales de China, el país no podrá garantizar por sí solo el abastecimiento de alimentos para su población.

“El suministro es suficiente en este momento, pero hay problemas de desequilibrio estructural entre la oferta y la demanda a largo plazo”, indica el informe. También sugiere también que China debería mejorar las “políticas de compra y almacenamiento de cereales” para garantizar el suministro del país, que se enfrentará también al envejecimiento de la población y a la reducción de la fuerza laboral rural a medida que más residentes se trasladen del campo a las ciudades. “Se espera que alrededor de 80 millones de residentes rurales se trasladen a áreas urbanas en los próximos cinco años”, según el informe recogido por el periódico.

Según la Administración General de Aduanas, China importó 74,51 millones de toneladas de cereales en los primeros siete meses de este año, lo que supone un 22,7% más que la misma cifra registrada el año anterior.

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