La falta de apoyo para los residentes rurales de edad avanzada se ha convertido en un problema socioeconómico cada vez más grave para China en medio del rápido proceso de urbanización del país y el envejecimiento de su población.
En la mayor parte de las zonas rurales de China, los ancianos deben seguir dependiendo de su propio trabajo, sus hijos o sus ahorros en sus últimos años debido a la falta de apoyo financiero por parte del régimen y a la miseria de las pensiones.
La falta de jubilaciones adecuadas para los residentes rurales de China no es un problema nuevo. Una pensión de jubilación segura siguió siendo un privilegio reservado únicamente para los residentes urbanos en todo el país hasta 2009, cuando el entonces presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao comenzaron a construir un sistema nacional de pensiones para los residentes rurales.
Más de diez años después, sin embargo, la brecha entre las jubilaciones de los campesinos y la de los los trabajadores urbanos siegue siendo amplia.
Chen Yunfeng, el jefe del pueblo rural de Yancang, en la provincia de Henan, contó al diario South China Morning Post que un campesino puede recibir una pensión mensual de apenas 112 yuanes (US$ 16) después de los 60 años, frente a los 2.000 yuanes (290 dólares) por mes que cobran en promedio los jubilados de trabajos urbanos.
Esa suma está lejos de ser suficiente para el sustento, aún manteniendo un estilo de vida frugal. “Plantamos granos, pero los granos son baratos”, dijo Chen al diario hongkonés. “Y estamos envejeciendo, pero hay poco bienestar”.
Cálculos independientes estiman que un 40 por ciento de los hogares del país están obligados a ahorrar lo suficiente para financiar su vejez. Muchos campesinos tienen que seguir cultivando pequeñas parcelas de tierra para sobrevivir incluso cuando son realmente viejos, lo cual, además, ha afectado negativamente a la productividad agrícola.
Al bajo nivel de ingresos de los campesinos, se suma el problema del envejecimiento de la población en las zona rurales y el éxodo de los jóvenes a las ciudades, un fenómeno alentado por el régimen.
Según cálculos oficiales, uno de cada cuatro residentes en el campo tendrá más de 60 años en 2025. Se trata de unas 124 millones de personas, aproximadamente la población de Japón.
A la vez, la falta de jóvenes hace que en muchos casos los campesinos mayores no tengan nadie que pueda cuidar de ellos. La situación se vio agravada por décadas de planificación familiar despiadada, que hace aumentar la brecha a medida que el gobierno continúa impulsando su programa para aumentar la urbanización.
Además de ser una potencial bomba social, la situación también dificulta la nueva estrategia económica de Beijing para apostar al mercado interno en medio de un contexto externo cada vez más incierto debido a la creciente rivalidad entre China y los Estados Unidos.
Una solución podría ser el aumento de las pensiones rurales. El riesgo, no obstante, es empeorar la situación fiscal del país, que sufre la peor desaceleración económica en décadas por la pandemia de coronavirus.
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