El líder de la oposición rusa Alexei Navalny se encuentra en coma y conectado a un respirador en una unidad de cuidados intensivos con un cuadro de envenenamiento, anunció su portavoz el jueves.
Navalny viajaba de Siberia a Moscú en un avión que tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en la ciudad rusa de Omsk cuando el líder opositor empezó a sentirse enfermo, dijo la vocera Kira Yarmysh. “Está en coma en estado grave”, escribió en Twitter.
En declaraciones a la emisora de radio Echo Moskvy, Yarmysh dijo que Navalny estaba sudando y que le pidió que le hablara para poder “concentrarse en el sonido de una voz”. Entonces fue al baño y perdió la consciencia, agregó.
“Alexei tiene un envenenamiento tóxico”, dijo Yarmysh, antes de agregar que está “en cuidados intensivos”.
Según las últimas informaciones, los médicos recién darán un parte médico hacia la noche, en medio de las críticas del entorno del dirigente, que se quejan por la falta de información y la inusual presencia policial en el centro de salud donde se encuentra ingresado. Su vocera advirtió que los agentes insisten en revisar las pertenencias de Navalny.
“Creemos que Alexei fue envenenado con algo mezclado en su té. Eso fue lo único que bebió en la mañana”, dijo la portavoz. ”Los médicos dicen que el veneno fue absorbido rápidamente a través del líquido caliente”, agregó.
El médico personal de Navalny, Yaroslav Ashikhmin, anunció que planean transportarlo a una clínica en Europa, según medio rusos: “Estamos intentando a través de nuestros canales negociar con los hospitales de Hannover o Estrasburgo para que lo acepten. Ahora es muy importante que los médicos de Omsk les entreguen al paciente, porque con el debido respeto, hay que entender que esta es un área (la toxicología) muy específica y muy hay pocas escuelas que puedan atender a un paciente que probablemente esté envenenado por algún tipo de toxina“, dijo el doctor.
La esposa de Navalny, Yulia, arribó al hospital donde se encuentra ingresado el dirigente opositor para tomar conocimiento de su estado, y pudo acceder al área de Cuidados Intensivos para ver al paciente. Junto con ella viajó uno de los directores de la Fundación Anticorrupción, Ivan Zhdanov. Sin embargo, el médico personal de Navalny no había podido acceder y todavía no prosperaban las solicitudes de permiso para el traslado a otro hospital. Además, hubo una discusión por las pertenencias del político, ya que las autoridades intentaban confiscarlas.
El Kremlin, por su parte, dio una comunicación oficial en la que le desea una “pronta recuperación”, aunque las fuentes de noticias oficiales insisten en difundir la versión que señala que Navalny consumió alcohol y pastillas alucinógenas en la noche anterior y que la consecuencia de esos abusos sería esta intoxicación.
El líder opositor, un abogado de 44 años, conocido por sus campañas anticorrupción contra altos funcionarios y sus críticas abiertas al presidente ruso Vladimir Putin, ha sufrido ataques físicos en el pasado.
En 2017 sufrió quemaduras químicas en un ojo cuando unos individuos le arrojaron en la cara un líquido verde usado como desinfectante.
Navalny, sus partidarios y sus familias son a menudo detenidos y sufren presiones de la policía en todo el país.
La persecución del Kremlin
En días recientes el Kremlin infiltró el chat de un grupo de amigos, fraguó pruebas y logró que los encarcelaran.
Eran estudiantes de derecho o graduados de entre 17 y 32 años. Discutían sobre pasatiempos, trabajos universitarios y a veces de política. Un informante de los todopoderosos servicios de seguridad de Rusia fabricó las pruebas que los condenaron.
“Incluso para los estándares bajos del debido proceso en Rusia, esto marcó un nuevo hito oscuro en el sistema judicial y de aplicación de la ley que, según los activistas de derechos humanos, está cada vez más desvinculado de cualquier compromiso con la justicia”, evaluó The New York Times.
En el caso no faltó nada: infiltración los servicios secretos rusos (el FSB, heredero del KGB) fabricación de pruebas, golpes, confesiones bajo tortura grabadas en video y hasta la sodomización de uno de los perseguidos en su casa, con un objeto, mientras lo detenían.
Todo comenzó en 2017, cuando un grupo de amigos del “Club los amantes de las plantas” chateaban en Telegram sobre hobbies, estudios universitarios, a veces un poco de noticias de actualidad. Poco tiempo después, un nuevo miembro, Ruslan Danilov —quien luego sería el testigo Ruslan D.— se sumó y comenzó a agitar toda clase de críticas contra Vladimir Putin. Algunos lo siguieron; semanas más tarde, el grupo de usuarios de redes de entre 17 y 32 años estaba tan concentrado en la política que cambió su nombre a Novoye Velichie (Nueva Grandeza).
Al poco tiempo, sólo hablaban del cambio radical que necesitaba el país. Danilov se ofreció a escribir un manifiesto que reclamara el derrocamiento de Putin y la creación de un “tribunal popular” para juzgarlo. Ese texto escrito por el infiltrado, como otros documentos, entre ellos los estatutos de Novoye Velichie, dieron base a la prosecución de los jóvenes.
Con la declaración del informante del Kremlin, el tribunal de distrito de Lublinsky condenó a Ruslan Kostylenkov a siete años de prisión, a Piotr Karamzin a seis años y medio y Viacheslav Kriukov a seis años. Todos estaban ya detenidos, desde 2018, por “asociación extremista”.
Afuera de los tribunales ubicados en el sudeste de Moscú, 100 personas protestaban. Cuando la decisión judicial llegó a la calle, los manifestantes desplegaron un cartel que pedía “Libertad para los presos políticos” y terminaron reprimidos por la policía, con varios golpeados y tres detenidos, informó Meduza.
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