En un momento en el que los viajes no son más que un recuerdo o una ilusión para la gran mayoría de la población mundial, un joven turista italiano arruinó sus vacaciones por no poder contener su violencia. Federico Colombi, un boxeador amateur de 22 años, fue arrestado el miércoles a la madrugada tras protagonizar una trifulca en Barcelona, que solo se detuvo cuando varios policías se reunieron a su alrededor para contenerlo.
Colombi había ido a tomar unas copas con un amigo en un bar de barrio gótico. Al ver que en un lapso muy corto había tomado una gran cantidad de alcohol, el dueño del establecimiento decidió que lo mejor era hacerlo pagar mientras estuviera sobrio. Así que le envió la cuenta.
Al principio amagó con pagar. Pero luego prefirió pedir otros cuatro tragos antes de abonar. El dueño se mantuvo inflexible: sin pago no iba a haber más bebida. El pugilista no se lo tomó nada bien.
Colombi y su amigo decidieron irse sin pagar. Cuando un camarero trató de impedírselo, demostró su destreza para los golpes. Con uno le rompió el tabique. Con el otro, le cortó una ceja.
“Salté sobre él por detrás y le agarré del cuello”, contó el dueño, un hombre de 68 años con una operación de cadera a cuestas, consultado por El Periódico. “Me zarandeó de un lado a otro, volando, pero resistí. Hasta que los dos caímos sobre las macetas. Después, intentó lanzarme un par de puñetazos que pude esquivar echándome hacia atrás. Y se fue”.
Inmediatamente, mientras se reponía de sus dolores, el propietario llamó a los Mossos d’Esquadra, la policía catalana. Varios agentes empezaron a buscar a Colombo y a su amigo, hasta que los identificaron a unas cuadras de distancia.
Primero trataron de detenerlo agentes del Grupo de Delincuencia Urbana (GDU) de los Mossos, vestidos de civil. Pero no pudieron. El boxeador derribó a uno y ahuyentó a otro. Eran dos contra uno, pero no podían con él. La secuencia quedó registrada por una vecina desde el balcón de su casa.
Solo cuando llegaron varios policías más consiguieron aprehender a Colombo. Más de un oficial debió ser atendido en el hospital.
El turista italiano sigue preso, acusado por agresiones. Al amigo solo le imputan no haber pagado la cuenta en el bar, pero no le asignan ninguna responsabilidad en los ataques.
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