El gobierno ruso anunció el pasado martes que había registrado la primera vacuna del mundo contra el Covid-19. Sin embargo, las principales autoridades sanitarias a nivel global rápidamente manifestaron sus reservas sobre su efectividad y seguridad, dado que no ha cumplido con los protocolos que deben seguir los ensayos clínicos.
Y este miércoles tomó estado público un informe del mismo gobierno de Vladimir Putin, cuyo ministerio de Salud señaló que aún no hay certezas al respecto y que las contraindicaciones, producto de esta falta de estudios, son numerosas. Entre ellas se destaca el hecho de que el documento desaconseja aplicar la vacuna a personas menores de 18 años y mayores de 60, dos grupos demográficos clave.
La advertencia alcanza también a embarazadas, madres en períodos de lactancia o personas con distintas condiciones de salud preexistentes. En síntesis, dada la “limitada muestra de participantes” -menos de 100 personas la habían recibido a principios de agosto- el informe describe al estadío de la vacuna como el de una que se encuentra en la primera fase de pruebas.
Los laboratorios y empresas farmacéuticas que siguen los pasos establecidos por la comunidad sanitaria realizan tres fases de pruebas. Todas deben arrojar resultados positivos antes de ser autorizada su producción y administración al grueso de la población.
No obstante, el estudio del área de Salud del gobierno de Putin hizo referencia a resultados de 38 voluntarios, quienes registraron “eventos adversos con frecuencia o mucha frecuencia”. A lo largo de 42 días de ensayos, los científicos que desarrollan la vacuna Sputnik V observaron 144 “eventos adversos”, de los cuales más de 30 estaban en curso.
Las sucesivas fases de prueba de la vacuna tienen como objetivo determinar su seguridad en grupos que puedan llegar a ser más vulnerables a posibles efectos secundarios de la vacuna. La tercera, que suele ser la última, incluye a decenas de miles de personas y se desarrolla durante meses. Además, incluye a voluntarios con enfermedades preexistentes y de elevada edad, con mayores riesgos de presentar efectos adversos.
No obstante, la vacuna desarrollada por el Insituto Gamaleya de Moscú fue registrada fue registrada antes de comenzar la fase 3.
El informe del ministerio de Salud refleja esta falta de información, considerando que advierte contra la aplicación de la vacuna en los demográficos mencionados. Y también contra inocular a personas que sufran: enfermedades crónicas del hígado y los riñones,diabetes, enfermedades graves del sistema hematopoyético, epilepsia, accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades del sistema nervioso central, enfermedades del sistema cardiovascular, inmunodeficiencias primarias y secundarias, enfermedades autoinmunes, enfermedades pulmonares, asma y EPOC en pacientes con diabetes y síndrome metabólico, con reacciones alérgicas, atonía, eczema.
El documento indica a su vez que no se han realizado investigaciones acerca de como sería la reacción al entrar en contacto con otros medicamentos presentes en el cuerpo. En el caso de embarazadas y mujeres en período de lactancia, se enfatiza que la vacuna está contraindicada “ya que no se ha estudiado su eficacia y seguridad durante este período”.
Tampoco se conoce cuánto duraría la protección, a pesar de las afirmaciones de funcionarios rusos de que proporcionaría inmunidad durante dos años. Según Putin, la vacuna rusa es “eficaz”, ha superado todas las pruebas necesarias y permite lograr una “inmunidad estable” ante la COVID-19.
El presidente ruso añadió que una de sus dos hijas se había vacunado y se sentía bien. “Ha participado en el experimento”, señaló, agregando que tuvo un poco de fiebre “y nada más”. Insistió, no obstante, en que la vacunación será voluntaria.
El informe del ministerio de Salud va en línea con las advertencias de actores de peso de la comunidad sanitaria internacional, entre quienes se destacan la OMS y el área de Salud del gobierno alemán.
“Acelerar los progresos no debe significar poner en compromiso la seguridad”, señaló en rueda de prensa el portavoz de la OMS Tarik Jasarevic, quien añadió que la organización está en contacto con las autoridades rusas y de otros países para analizar los progresos de las distintas investigaciones de vacunas. La vacuna rusa no figuraba entre las seis que según señaló la OMS la semana pasada estaban más avanzadas.
El organismo con sede en Ginebra citó entre esas seis a tres candidatas a vacunas desarrolladas por laboratorios chinos, dos estadounidenses (de las farmacéuticas Pfizer y Moderna) y la británica desarrollada por AstraZeneca en colaboración con la Universidad de Oxford.
El ministerio de Salud alemán, por su parte, dijo que “no existen datos conocidos sobre la calidad, la eficacia y la seguridad de la vacuna rusa”. En ese sentido, la vocera subrayó que en la Unión Europea, la “primera de las prioridades es la seguridad de los pacientes”.
Si bien aclaró que Berlín no tiene contactos con los investigadores rusos sobre este tema, enfatizó que “hay que demostrar que la relación utilización-riesgos de la vacuna es positiva antes de que sea difundida para un gran público”.
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