La explosión del pasado martes en un depósito del puerto de Beirut no solo provocó la muerte de al menos 200 personas y miles de heridos. El devastador estallido también dejó al descubierto la gran crisis social y política que atraviesa el Líbano. Este lunes, después de varios días de multitudinarias manifestaciones contra la clase política, el primer ministro Hassan Diab y todo su gabinete presentaron la renuncia.
Ante esta situación, ahora el Parlamento tendrá que debatir la conformación de un nuevo Gobierno. Proceso que involucra a la misma clase política tradicional a la que los manifestantes exigen su renuncia. “Todos quiere decir todos”, remarcaron los protestantes, en un claro mensaje de que sus demandas no solo están dirigidas al Gobierno de Diab.
El otro escenario que se estaría evaluando por estas horas es el adelantamiento de elecciones parlamentarias. Incluso el ahora ex primer ministro había asegurado el fin de semana que estaba dispuesto a permanecer dos meses en el cargo hasta la organización de elecciones anticipadas.
No obstante, la fuerte presión social, y las renuncias en masa de varios de sus ministros, llevaron a Diab a tomar el mismo camino.
“Espero que el período no sea largo porque el país no puede soportarlo. Esperemos que se forme rápidamente un nuevo Gobierno”, expresó a la prensa el ministro de Obras Públicas, Michel Najjar. “Un Gobierno eficaz es lo mínimo que necesitamos para salir de esta crisis”, aseveró.
El presidente del Líbano, Michel Aoun, aceptó la renuncia del Gobierno presentada este lunes por el primer ministro Diab, y le pidió que siga en funciones hasta la formación de un nuevo Ejecutivo.
“El presidente Aoun dio las gracias a Diab y a los ministros y les pidió que siguieran desempeñando sus funciones hasta que se forme un nuevo Gobierno”, indicó la Presidencia libanesa en su cuenta oficial de Twitter.
Este gobierno que se presentaba como un equipo de tecnócratas tuvo que negociar las carteras con un solo campo político, el movimiento chiita Hezbollah y sus aliados, especialmente el partido presidencial, la Corriente Patriótica Libre (CPL).
Parte de la comunidad internacional también reclamó cambios en el sistema político libanés. Durante su visita a Beirut la semana pasada, el presidente francés Emmanuel Macron pidió a las autoridades de ese país iniciativas políticas firmes para luchar contra la corrupción e imponer transparencia. “Nuestro rol es estar al lado de Beirut y del pueblo libanés”, sostuvo el mandatario, quien reiteró su demanda de reformas e instó a hacer “todo” para evitar que reine “la violencia y el caos” porque, a su juicio, “en este momento está en juego el futuro del Líbano y el de toda la región”.
En su discurso dirigido este lunes a toda la nación para anunciar su dimisión, Diab, quien se presenta como independiente, culpó a la clase política tradicional de su fracaso, y arremetió contra la “corrupción” que llevó a este “terremoto que golpeó al país”.
“La catástrofe que afectó a los libaneses en el corazón (..) ocurrió a causa de la corrupción endémica en la política, la administración y en el Estado (...) Descubrí que la corrupción institucional era más fuerte que el Estado”, indicó el ex primer ministro, que apenas ocupó el cargo por siete meses.
Casi una semana después de la explosión, las autoridades libanesas acusadas de corrupción e incompetencia por la ciudadanía aún no respondían con claridad a la pregunta que se hace todo el mundo: ¿por qué una enorme cantidad de nitrato de amonio se encontraba almacenada en el puerto de la capital libanesa?
Lo que provocó la catástrofe fue un incendio en un depósito donde estaban almacenadas 2.750 toneladas de nitrato de amonio desde hace seis años sin “medidas de precaución”, según reconoció el primer ministro Diab.
Tras lo ocurrido, miles de manifestantes salieron todos los días a las calles clamando justicia y responsabilizando a la clase política. El fin de semana se vivieron momentos de tensión cuando las fuerzas de seguridad reprimieron las protestas.
Cerca de 20 personas han sido detenidas después de la explosión, incluido el jefe del departamento de aduanas del Líbano y su predecesor, así como el jefe del puerto. Se ha interrogado a decenas de personas, incluidos dos ex ministros del gabinete, según funcionarios del Gobierno.
El domingo, los líderes mundiales y las organizaciones internacionales prometieron casi 300 millones de dólares en ayuda humanitaria de emergencia a Beirut, pero advirtieron que no se dispondrá de dinero para reconstruir la capital hasta que las autoridades libanesas se comprometan con las reformas políticas y económicas exigidas por el pueblo.
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