La reciente explosión masiva en Beirut agravará la severa crisis económica que atraviesa el Líbano, aumentando la caída de PBI del país mediterráneo del 15% previsto para 2020 a un abrumador -24%, según un informe publicado el domingo.
“El Líbano ya estaba sufriendo su peor crisis financiera y económica desde su independencia en 1943. Dada la gran contracción de la producción y la depreciación masiva del tipo de cambio paralelo, el PIB podría reducirse de 52 mil millones en 2019 a 33 mil millones de dólares en 2020″, de acuerdo a un informe del Instituto de Finanza Internacional (IIF, por sus siglas en inglés).
El prestigioso organismo estima los daños de la explosión en unos 7 mil millones de dólares (equivalente al 14% del PIB de 2019). La deflagración, en la que murieron más de 200 personas y dejó sin hogar a 300 mil, causó además el cierre del puerto, por donde pasan más del 75% de las importaciones del Líbano. El resultado es que el país ahora se verá obligado a depender completamente de los dos puertos mucho más pequeños.
La situación no hará que empeorar varios de los indicadores más críticos de la economía libanesa, según el IIF. Entre ellos, se registran la caída de los salarios en términos reales debido al aumento de la inflación (que puede haber superado el 110% el mes pasado) provocada por la depreciación del tipo de cambio paralelo. Como consecuencia, las tasas de desempleo y pobreza han alcanzado nuevos niveles récord: 35% y 50%, respectivamente.
Pero la explosión, causada por material explosivo almacenado desde hacía años de forma insegura en el puerto, también volvió a poner en foco la cultura generalizada de negligencia, corrupción y complacencia de la clase dominante del país.
La falta de reformas —entre otras, el informe cita la necesidad de una ley para la independencia del Poder Judicial y una ley de contratación pública— hizo que las negociaciones con organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial se hayan estancado, mientras la situación financiera externa se deteriorará aún más y el déficit fiscal sigue siendo elevado (el IIF lo elevó al 8%, del 6% previsto).
No todo perdido
Sin embargo, según el IIF no todo está perdido: la explosión y las protestas que siguieron pueden conducir a la realización de reformas muchas veces postergadas y una renovación en la clase política que desbloquearían el apoyo financiero internacional.
En primer lugar, el estancamiento en las discusiones entre las autoridades libanesas y el FMI podría superarse mediante un nuevo equipo económico competente y el apoyo de la mayoría en el parlamento para implementar reformas críticas.
En segundo lugar, la realización de las reformas requerirá “abordar de frente la corrupción endémica del Líbano. Hacerlo requerirá una fuerte voluntad política para crear instituciones efectivas que promuevan la integridad y la responsabilidad en todo el sector público”, según el IIF.
Entre las reformas sugeridas por el IIF se encuentran la adopción de nuevas tecnologías para fortalecer las funciones fiscales clave, como los procesos presupuestarios y la administración de ingresos, y un marco legal anticorrupción que debe incluir legislación que penalice diferentes tipos de corrupción y proporcionar un código de conducta y reglas de divulgación para los funcionarios públicos.
Finalmente, el IIF previó dos escenarios posibles para evaluar las perspectivas económicas del Líbano a mediano plazo.
En el primero, que según el IIF tiene una posibilidad del 60%, el país asume un cambio político significativo y reformas económicas reales, con un nuevo gobierno, elecciones parlamentarias anticipadas y la adopción de las reformas sugeridas por el FMI y orientadas a un enfoque de no intervención del Estado en la economía y permitiendo la participación del sector privado (nacional y extranjero).
Este escenario permitiría recuperar la confianza de los inversores y los organismos internacionales, además de la mejora del tipo de cambio y la inflación. “Tal resultado repondría las reservas, respaldaría una fuerte recuperación de la economía, reduciría significativamente los déficits gemelos y llevaría la deuda pública a una trayectoria firmemente descendente a menos del 80% del PIB para 2024″, se lee en el informe del IIF.
En el segundo escenario, en cambio, sin cambios políticos y reformas económicas reales, “el país seguirá hundiéndose”, manteniendo la inflación en niveles altos y agotando los activos externos para fines de 2022. Además, la economía seguirá contrayéndose y la deuda se mantendrá muy por encima del 120% del PIB para 2024.
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