El presidente libanés, Michel Aoun, convocó el martes por la noche una “reunión urgente” del Consejo Superior de Defensa, tras las violentas explosiones que sacudieron el puerto de Beirut el martes en horas de la tarde.
Por su parte, el primer ministro Hassan Diab decretó luto nacional el miércoles por “las víctimas de la explosión del puerto de Beirut”. Hasta el momento, se cuentan 27 personas muertas y al menos 2.750 heridos.
Además, Diab agregó que “los responsables de esta catástrofe deberán rendir cuentas” por lo sucedido.
“Es una catástrofe en todos los sentidos”, lamentó al ser interrogado por la televisión cuando visitaba un hospital de la capital. “Los hospitales de la capital están todos llenos de heridos”, subrayó, antes de pedir que se trasladen a otros heridos a los centros hospitalarios de las afueras de la capital.
Por su parte, Georges Kettaneh, el presidente de la Cruz Roja libanesa, habló de “centenares de heridos” en una declaración en la televisión libanesa LBC. “Estamos abrumados por las llamadas telefónicas”, dijo.
La organización ha desplegado más de 30 equipos para atender a los afectados y ha pedido a las ambulancias de todo el país que acudan a la capital, tal y como dijo a través de su cuenta oficial de Twitter.
Al mismo tiempo, centros hospitalarios y usuarios en las redes sociales están pidiendo donaciones de sangre urgentemente y otros afirman que los hospitales están desbordados.
El martes, el director general de la Seguridad General, Abas Ibrahim, había dicho que las explosiones podrían deberse a “materiales altamente explosivos confiscados desde hace años”, pero agregó que la investigación determinará la “naturaleza exacta del incidente”.
El sector del puerto ha sido acordonado por las fuerzas de seguridad, que solo dejan pasar al personal de defensa civil, ambulancias y bomberos. En los alrededores, la magnitud de los daños y la destrucción es importante.
Dos horas después de la explosión, las llamas seguían vivas en la zona. Un helicóptero cargaba agua del mar para apagar los incendios.
“Hemos visto un poco de humo y después una explosión. Y después un hongo (de humo). La fuerza de las explosiones nos ha propulsado hacia atrás en el apartamento”, contó un habitante del barrio de Manssouriyeh, que vio la explosión desde su balcón, a varios kilómetros del puerto.
Casi todas las vitrinas de los comercios de los barrios de Hamra, Badaro y Hazmieh estallaron al igual que las ventanillas de los autos. En las calles había vehículos abandonados con los airbags inflados.
Según testigos, las deflagraciones fueron oídas hasta en la ciudad costera de Larnaca, en Chipre, a más de 200 km de las costas libanesas.
El 14 de febrero de 2005, un espectacular atentado provocado por una camioneta atestada de explosivos explotó contra el convoy del entonces primer ministro Rafic Hariri matando a 21 personas y dejando más de 200 heridos. La deflagración provocó llamas de varios metros de altura e hizo añicos los vidrios de los edificios situados en un radio de medio kilómetro.
El viernes, el Tribunal Especial para Líbano (TSL), con sede en Holanda, tiene previsto anunciar el veredicto tras el juicio a cuatro hombres, todos presuntos miembros del poderoso movimiento libanés Hezbollah, acusados de haber participado en el asesinato de Rafic Hariri.
Líbano vive la peor crisis económica en décadas, marcada por una depreciación de la moneda sin precedentes, hiperinflación y despidos masivos que alimentan desde hace varios meses el descontento social.
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