La decisión de reconvertir Santa Sofía de Estambul en mezquita, tras 86 años como museo laico, no ha tenido un impacto en el apoyo al presidente de Turquía, el islamista Recep Tayyip Erdogan, que ve cómo su popularidad sigue descendiendo.
Según un sondeo de opinión de la empresa Avrasya Research Company, recogida este domingo por los medios locales, sólo el 0,2 % de los encuestados han indicado que esa medida ha influido en su intención de votar por el AKP, el partido de Erdogan, que gobierna Turquía desde 2002. Al mismo tiempo, sólo un 0,1 % señaló que la reconversión del monumento en mezquita le hará votar por la oposición.
Así, el 99,7 % de los encuestados declaró que la apertura de Santa Sofía al rezo no ha modificado su intención de voto.
Esa falta de impacto de la polémica decisión choca con lo que algunos expertos creen fue la intención de Erdogan: ganar apoyo entre los sectores más conservadores y nacionalistas para frenar su pérdida de respaldo.
“La decisión sobre Santa Sofía fue simplemente un intento de detener la pérdida de apoyo a Erdogan y a su AKP. Pero puede no haber tenido el efecto que espera”, explicó a Efe Tarik Sengül, profesor de ciencias políticas en la Universidad Técnica de Oriente Medio, en Ankara.
Según la encuesta, el 46,8 % de los turcos no votaría por Erdogan si se presenta a las próximas elecciones presidenciales, previstas para el año 2023, frente al 38,9 % que sí lo haría y el 14,3 % que se muestra indeciso.
Esas cifras marcan un fuerte descenso del apoyo al político islamista, desde el 67% que tuvo tras el frustrado golpe de Estado que sufrió en verano de 2016, y desde el 45 % que tenía aún a principios de año.
El AKP sí se mantiene como el partido con más intención de voto, un 35 %, aunque más de cinco puntos por debajo del dato de enero. La economía, el desempleo y el coste de la vida son las principales preocupaciones de los turcos, según ese sondeo.
Este viernes, dos expertos de Naciones Unidas instaron a las autoridades turcas a que mantengan la antigua basílica como un “espacio de encuentro entre culturas” que “refleje la diversidad y la complejidad de Turquía y su historia”.
“Sería un error histórico que en este momento de dificultad global se tomen acciones que dividan a grupos religiosos y culturales en Turquía y más allá, en vez de unirlos”, han sostenido la relatora especial para los derechos culturales Karima Bennoune y el relator especial sobre la libertad de religión y creencias Ahmed Shaheed.
Santa Sofía, construida en el siglo VI por los bizantinos que coronaban allí a sus emperadores, está declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y es una de las principales atracciones turísticas de Estambul. Convertida en mezquita tras la toma de Constantinopla por los otomanos en 1453, fue secularizada y transformada en museo en 1934 por el dirigente de la joven República turca, Mustafa Kemal Atatürk, que impulsó la modernización y deseaba “ofrecerla a la humanidad”.
Erdogan, un nostálgico del Imperio Otomano que busca ganarse el electorado conservador en medio de la crisis económica causada por la pandemia del nuevo coronavirus y un contexto regional difícil, ya se había mostrado en varias ocasiones favorable a convertir a Santa Sofía de nuevo en mezquita. El año pasado había calificado su transformación en museo de “gran error”.
“Santa Sofía es probablemente el símbolo más visible del pasado otomano de Turquía y Erdogan lo instrumentaliza para enardecer a su base y molestar a sus rivales interiores o del extranjero”, afirma Anthony Skinner, de la consultora Verisk Maplecroft.
(Con información de EFE)
MÁS SOBRE ESTE TEMA: