Australia rechazó las reivindicaciones territoriales y marítimas de Beijing en el sur del mar de China, en una declaración formal a Naciones Unidas, alineándose claramente con la posición de Estados Unidos en un contexto de escalada de tensiones entre los dos gigantes.
En un comunicado, Australia declaró que no hay “base legal” para las diversas reivindicaciones marítimas de China, incluyendo las relacionadas con la construcción de islotes artificiales.
"Australia rechaza las reivindicaciones de China en base a 'derechos históricos' o a 'derechos e intereses marítimos' (...) en el sur del mar de China", indica la declaración.
Esta declaración se produce después de que el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, declarara ilegales las pretensiones de China en esa zona, apoyando explícitamente las reivindicaciones marítimas contra China de varios países del sudeste asiático.
Todo ello se produce en un contexto de crecientes tensiones entre China y Estados Unidos en varios frentes, como el de la diplomacia, el comercio, la gestión de la crisis del coronavirus por parte de China y una nueva ley de seguridad para Hong Kong.
Australia anunció la reorganización de su estrategia en materia de defensa, con el refuerzo de su capacidad de ataque a larga distancia, en un contexto de aumento de tensiones con China.
El primer ministro, Scott Morrison, indicó que el país iba a destinar, durante la próxima década, 270.000 millones de dólares australianos (USD 186.000 millones) a la compra y a la mejora de sus capacidades de defensa.
Esto supone un incremento de cerca del 40% del presupuesto. Morrison afirmó su deseó de aumentar la capacidad militar australiana de manera significativa en la región Indo-Pacífico.
“Debemos darnos cuenta que hemos entrado en una nueva era estratégica menos clemente”, declaró durante un discurso, en el que hizo alusión a la hegemonía estadounidense y al fuerte progreso de China.
“Incluso si en nuestro país hemos puesto fin a la epidemia de coronavirus, debemos prepararnos para el mundo de después de la covid-19, que será más pobre, más peligroso y más desordenado”, advirtió.
El gobierno australiano se comprometió a destinar al menos un 2% de su PIB a la defensa, así como casi un 40% más para armamento.
El primer ministró calificó a Australia de potencia regional, aunque reconoció que el país, de 25 millones de habitantes, no puede rivalizar con algunas naciones de la región, especialmente China, que prevé oficialmente destinar 178.000 millones de dólares (158.000 millones de euros) para defensa en 2020.
Afirmó que el país estaba preparado para enviar a tropas “allí donde sea de nuestro interés nacional hacerlo”.
Este anuncio refleja un cambio significativo de la política de defensa de Australia, que parece querer contener la creciente influencia de Beijing en la región. Esta política va en línea con la que el primer ministro australiano anunció en 2018, destinada a restablecer las relaciones con sus aliados regionales que viraban hacia Beijing.
El gobierno chino intensificó su compromiso diplomático con los países en vías de desarrollo de la región, a los que acordó una mayor ayuda financiera.
“Queremos una región donde todos los países, grandes y pequeños, puedan comprometerse libremente los unos con los otros, basándose en una normativa internacional”, precisó el miércoles Scott Morrison.
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