En un llamado a satisfacer los objetivos nacionalistas, Xi Jinping dejó en claro este martes a las empresas tecnológicas de su país cuáles deberán ser sus prioridades en el marco del enfrentamiento comercial y geopolítico que el régimen mantiene con los Estados Unidos. El presidente chino se reunió con las principales compañías del sector y les pidió que alineen sus intereses con las necesidades del estado.
Junto al jerarca del Partido Comunista Chino (PCC) estuvieron las 25 principales figuras tecnológicas del país, entre los que figuraban Chen Zongnian, CEO de Hikvision, una empresa sancionada por Washington que se dedica a la video vigilancia y es propiedad del régimen. Además, había fabricantes de chips, procesadores y conglomerados industriales, de acuerdo al diario South China Morning Post, propiedad de Jack Ma, dueño de Alibaba.
“Xi les pidió que fueran patrióticos e innovadores”, según publicó el medio basado en Hong Kong. Jinping también les recordó sus deberes: “El patriotismo es la gloriosa tradición de los emprendedores destacados de nuestro país en los tiempos modernos”. “El mercadeo no tiene fronteras, pero los emprendedores tienen una madre patria”, remarcó en lo que pareció una advertencia velada.
Otros de los presentes fueron, Zhou Zixue, director de Semiconductor Manufacturing International Corporation (SMIC); Chen Tianshi, de Cambricon Technologies; Yin Zhiyao, CEO de Advanced Micro-Fabrication Equipment, así como también representantes de la industria automotriz y robótica.
Las empresas chinas tienen una alta participación estatal. Por ley, todas aquellas que tengan constituido un directorio deben mantener en la junta a un miembro del PCC quien puede controlar todos los movimientos de la compañía y disponer de todos sus datos, incluso acceder al de sus clientes. Esa es una de las máximas preocupaciones que observan las democracias occidentales que cada vez ponen más reparos en la adopción de tecnología que responda al régimen.
Escalada
Este miércoles la tensión entre los Estados Unidos y China creció, luego de que el Departamento de Estado norteamericano anunciara que Beijing debería cerrar el consulado de Houston. La medida se tomó por la preocupación que despierta en la administración de Donald Trump el sistemático robo de información y patentes que producen compañías chinas.
“La Convención de Viena dice que los diplomáticos de Estado deben ‘respetar las leyes y reglas del país anfitrión’ y ‘tienen el deber de no interferir en los asuntos internos de ese Estado’”, afirmó sin dar más detalles el vocero Morgan Ortagus en una visita del jefe de la diplomacia estadounidense Mike Pompeo a Copenhague.
Durante el atardecer y la noche se pudo observar a empleados del consulado quemando papeles en barriles en los jardines del edificio, lo que motivó la asistencia de un escuadrón de bomberos al lugar. Una columna de humo se podía observar desde la calle y luego varios drones sobrevolaron el lugar y mostraron la escena descripta.
China había dicho antes que Washington le había exigido el cierre inmediato de la sede diplomática y consideró la medida una provocación “sin precedentes”.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino Wang Wenbin afirmó hoy que “Estados Unidos ha pedido el cese inmediato de todas las operaciones del consulado a partir del día 24 de julio”, lo que supone “una violación de las normas internacionales y de los acuerdos consulares entre los dos países, así como un intento de socavar las relaciones bilaterales”.
“Pedimos a EEUU que se retracte de esta decisión errónea, o de lo contrario China tomará las represalias legítimas y necesarias”, dijo Wang, quien añadió que el cierre del consulado “en un periodo de tiempo tan corto” supone “un aumento sin precedentes de las acciones que ese país ha llevado a cabo contra China”.
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