En enero de 2020, cuando la salud de un grupo creciente de habitantes de Wuhan, en China, comenzó a llegar a las noticias internacionales, se hablaba de una “neumonía atípica” de origen desconocido. Desde el 11 de enero, cuando se decodificó el genoma del causante, se habló de un “nuevo coronavirus”, cuya novedad lo era tanto para los medios como para el sistema inmunológico humano, que no podía combatirlo. En el tiempo que ha transcurrido desde entonces, muy breve desde el punto de vista de los cambios lingüísticos normales, la pandemia ha llenado el habla de las personas con nuevos términos. Y ahora el Oxford English Dictionary (OED) ha incorporado todas las expresiones del COVID-19 a su edición de julio.
Empezando por, precisamente, la palabra COVID. Y siguiendo por locuciones enteras como “aplanar la curva”, “distancia social” y “rastreo de contactos”.
Si bien COVID-19 se había incorporado al diccionario en abril —luego de otras alternativas de nombres, que finalmente no se impusieron, como 2019-nCoV—, su definición cambió en la actualización: originalmente había sido descripto como “una enfermedad respiratoria grave”; ahora se describe en cambio que es “una enfermedad grave [...] caracterizada principalmente por fiebre y tos” que tiene la “capacidad de progresar hacia una neumonía, falla respiratoria y renal, anormalidades en la coagulación de la sangre y la muerte”.
En su blog, el diccionario explicó: “En abril el OED publicó una actualización que incluyó el lenguaje relacionado al COVID-19, para reconocer el impacto de la enfermedad en el idioma inglés y la aparición de un vocabulario emergente sobre la pandemia. A tres meses, la pandemia continúa, y también lo hace el desarrollo lingüístico asociado. A medida que aumenta nuestra comprensión del virus y de sus efectos y tratamientos potenciales, el lenguaje científico y médico especializado es cada vez más prominente en el habla cotidiana. Como reza el (reciente) dicho, ‘todos nos hemos convertido en epidemiólogos de sillón‘”.
Muchas veces el nombre del patógeno y el de la enfermedad se funden en un mismo concepto, y eso ha sucedido con el SARS-CoV-2 en inglés, con el resultado de que COVID-19 se aplica tanto al coronavirus como al cuadro.
“Si bien el nombre oficial de la enfermedad que causa el coronavirus SARS-CoV-2 es COVID-19, los términos covid, C-19, CV-19, CV y corona también se utilizan para referirse al virus y a la enfermedad”, siguió el blog del OED. “Tanto CV como corona aparecieron mucho antes de la actual pandemia, 1985 y 1974 respectivamente, porque se han usado en referencia a otros coronavirus. Por eso, aunque la documentación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el 11 de febrero de 2020 como fecha en que se otorgó oficialmente el nombre de COVID-19, las pruebas demuestran que CV-19 se utilizó ya el 22 de enero de 2020, porque CV es una abreviatura anterior de coronavirus. A medida que pase el tiempo, seguramente se nos ocurrirán otras abreviaturas; por ejemplo, rona es hoy tendencia en Australia y los Estados Unidos”.
Otro cambio importante es que, si bien la primera entrada de coronavirus en el OED data de 2008, unificaba toda esa familia viral; ahora se agregó una segunda acepción que alude exclusivamente a aquellos microorganismos que causan enfermedades potencialmente mortales a los humanos, como el SARS, el MERS y el COVID-19.
The Guardian destacó que el OED incluyó términos como teletrabajo (WFH, de work from home), distancia social y auto-aislamiento, actualmente en el habla común de las personas. “La directora ejecutiva del diccionario, Bernadette Paton, dijo que ‘para los lexicógrafos fue una experiencia poco común observar cómo aumentaba exponencialmente el uso de una única palabra en un periodo muy breve, y ver cómo esa palabra llegaba a dominar abrumadoramente el discurso global, al punto de la exclusión de otros temas'”.
Aludía así a que meses antes de que el mundo entero quedara trabado en las conversaciones sobre el coronavirus, las palabras dominantes eran otras: clima, por el cambio climático y el calentamiento global; Brexit, por la separación del Reino Unido de la Unión Europea; destitución, porque la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó el impeachment del presidente Donald Trump en diciembre de 2019, por abuso de poder y obstrucción al Congreso, cargos de los que fue exonerado por el Senado en febrero de 2020. Pero en marzo nadie parecía recordar ya esos temas.
“Como una especie de desvío, esta actualización se sale de nuestro ciclo trimestral de publicaciones”, siguió Paton. “Pero son tiempos extraordinarios y los lexicógrafos del OED, que como muchas otros están trabajando desde sus casas, rastrean el desarrollo del lenguaje de la pandemia y ofrecen un contexto lingüístico e histórico a su uso”. El análisis que dio base a esta actualización abarcó más de 8.000 millones de palabras en línea.
Entre los vocablos y las expresiones científicas y médicas incorporadas al OED se destacan tormenta de citocinas (una reacción excesiva del sistema inmunológico); enfermedad de Kawasaki (un mal que se presentó asociado al COVID-19 en niños), cloroquina e hidroxicloroquina (una medicación contra la malaria que se probó contra el SARS-CoV-2), proteína de punta (una de las partes que componen el coronavirus, que sirve para que infecte las células humanas), respirador, CPAP (dispositivo para presión continua en la vía aérea, otra forma de asistencia respiratoria, menos invasiva), transmisión comunitaria, difusión comunitaria, R o R0 (tasa de reproducción de una enfermedad infecciosa, o R cero), CFR (tasa de mortalidad según la cantidad de casos) hospital de campaña y triaje (del francés triage, clasificación de los pacientes).
En una actualización anterior, de abril de 2020, el OED había encontrado que, si bien algunos términos de la pandemia se compartían entre “todos los angloparlantes, de Londres a Nueva York, de Lagos a Mumbai, de Kuala Lumpur a Sidney”, como por ejemplo coronavirus, COVID-19, cuarentena, auto-aislamiento, alcohol en gel, equipo de protección personal y pandemia, había regionalismos.
Confinamiento, por ejemplo, era el término de preferencia en el Reino Unido, Canadá y Australia, mientras que en los Estados Unidos se utilizaba quedarse en casa o mantenerse refugiado, respectivamente una expresión nueva y otra que se deriva de las instrucciones shelter-in-place en caso de catástrofe natural o terrorista. En Singapur se usaban el término disyuntor, tomado del dispositivo para cortar el flujo de la corriente en un circuito eléctrico, o la sigla SHN, notificación de quedarse en casa. En Malasia y Filipinas se había adoptado el lenguaje gubernamental: MCO (orden de control de movimientos) y ECQ (cuarentena comunitaria reforzada, respectivamente)
“A medida que los científicos y los profesionales médicos siguen ampliando nuestro conocimiento de los efectos de COVID-19 en el cuerpo, desarrollando métodos de tratamiento y comprendiendo mejor el modo en que el virus se disemina, emergerán nuevos términos y el lenguaje especializado se seguirá adaptando para comunicar al público este conocimiento”, concluyó el blog del OED. “La necesidad de una comunicación precisa de ideas y temas complejos nunca ha sido mayor, y el OED continuará actualizando su cobertura de estos términos de especialistas, haciendo un mapa de su paso de las publicaciones académicas a los periódicos y las redes sociales”.
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