Varias generaciones de niños en España han crecido con Conguitos, unos cacahuetes cubiertos de chocolate que se popularizaron en los 90 gracias a un pegadizo jingle para la televisión. Ahora una campaña acusa a la marca de racismo por “estigmatizar” a la población negra con su representación de un muñeco negro con los labios gordos y rojos. Mientras el fabricante defiende “los valores positivos” del producto el debate sobre cómo son percibidas las caricaturizaciones de las minorías se ha trasladado a la sociedad.
“Desde que vi por primera vez una bolsa de Conguitos en el supermercado me quedé en shock: ¿cómo era posible que mis amigos españoles no se sintieran ofendidos?”, dice a Infobae la francesa Myriam Benlarech, impulsora de la campaña ‘Lacasa: dejad de usar la marca Conguitos, es racista’ que suma más de 6.000 firmas de apoyo en Change.org.
Lacasa es una empresa familiar de la región española de Aragón que lleva cinco generaciones fabricando dulces con marcas de éxito como Lacasitos y Mentolín. En 1987 compró Conguitos y, lejos de cambiar la imagen del producto, apostó por ampliar su popularidad a través de campañas publicitarias y una canción que conocen la mayoría de las familias españolas: “Somos los conguitos y estamos requetebién, vestidos de chocolate con cuerpo de cacahué”. Hoy es una empresa de éxito que da trabajo a medio millar de personas y produce 20.000 kilos de Conguitos al día.
En su web oficial todavía permanece uno de los anuncios que más críticas ha despertado, lanzado en los años 60 (antes de que estos dulces fueran parte de Lacasa). Son dibujos animados que representan a una tribu en algún lugar inconcreto de lo que se supone es el continente africano. Varios muñecos negros con lanzas son comidos, uno a uno, por una mujer blanca que dice: “Mmm, son de rechupete”. De fondo suena una música exótica y un grito gutural sin sentido: “¡bulumba bulumba bulumba!”.
“¿Qué están representando ahí? La caricaturización de una persona negra”, dice a Infobae la escritora Desirée Bela-Lobedde, autora del libro ‘Ser mujer negra en España’ (Plan B, 2018). Explica que Conguitos incurre en prácticas ofensivas comparables al minstrel, un género teatral musical popularizado en Estados Unidos durante el siglo XIX donde actores blancos interpretaban a negros pintándose la cara, una práctica que desde el movimiento por los derechos civiles de los años 50 y 60 del siglo pasado se conoce como blackface y está prohibido por sus connotaciones racistas.
A través de su cuenta de Twitter la marca ha lanzado estos días el lema “Conguitos es de todos”. “La marca siempre está evolucionando para estar acorde a los tiempos actuales”, contestan a Infobae desde el equipo de marketing del fabricante.
Desde Lacasa insisten en que los Conguitos no son más que dos cacahuetes, uno encima del otro, y que el color viene dado por el tipo de chocolate: los hay negros, pero también marrones y blancos. “Esa explicación no vale, porque no es creíble. Aunque han querido maquillar sus anuncios, en los 90 usan iconos de la comunidad negra como Tina Turner o Stevie Wonder. En los colegios de España esas canciones se las cantan a los niños negros para ridiculizarles”, dice Bela-Lobedde.
“Conguitos Lives Matter”
En un comunicado distribuido a los medios, la empresa Lacasa asegura que tendrá “muy en cuenta” las opiniones sobre Conguitos pero no anuncia ningún cambio en el nombre del producto o en el logo del mismo. Sin embrago sí valora “los comentarios positivos” que ha recibido en redes sociales con el hashtag “Conguitos Lives Matter”.
Myriam Benlarech se trasladó a vivir a Barcelona hace cuatro años y desde entonces ha pensado cómo podría contribuir a eliminar un símbolo que, a su parecer, “es inequívocamente racista”. Ha sido durante estas últimas semanas, al calor del movimiento Black Lives Matter, cuando ha decidido actuar. “Aunque no sea negra me siento ofendida, sé lo que es sufrir el racismo porque mi familia hizo parte de la migración arábiga a Francia”.
En su campaña solicita a la marca “una disculpa pública” y la donación de parte de sus beneficios a organizaciones antirracistas. “Su respuesta sólo está empeorando la situación, demuestran una tremenda falta de sensibilidad”, dice. “Comprendo que puedan tener dudas por la parte económica a la hora de cambiar uno de sus productos estrella pero no es excusa para seguir lanzando un mensaje racista que llega a los niños”.
Antes de lanzar la campaña pensó en ponerse en contacto directamente con la marca pero decidió que no lo haría cuando comprobó la atención mediática que ha despertado su propuesta y la polémica que ha generado en redes sociales. Confiesa que ha sentido miedo por algunas críticas y que, al principio, se negó a hablar con los medios para evitar problemas. “Ahora creo que es mejor dar visibilidad a esta lucha para concienciar a la sociedad”.
No es la primera vez que Lacasa es acusada de racismo por causa de Conguitos. En 2003 la profesora universitaria María Frías impulsó una campaña parecida por “insultar a millones de africanos” y “fomentar estereotipos negativos”. Poco después la empresa decidió retirar las armas que portaban los muñecos en el logo y unos años antes habían borrado el ombligo de sus cuerpos para “evitar que pareciera que iban desnudos”.
“La mascota adquirió un carácter más simpático, con energía positiva, buen humor, buen rollo y liderazgo”, explican a Infobae desde Lacasa. En su web aún hoy recuerdan como parte de su historia a “los característicos negritos con lanza tribal” que fueron parte de su imagen, creados por Juan Tudela en los años 70. En una entrevista en 2003 con ‘El Periódico de Aragón’ este publicista reconocía que, visto con perspectiva, “hoy no lo habría dibujado así”, que el producto “no saldría al mercado con esa imagen y ese nombre”.
Un problema social
Conguitos no es la única marca que ha despertado críticas en los últimos años por ofender o transmitir unos valores que no van acordes con el progreso de las sociedades. Es el caso de empresas como Pepsi (que renombró y cambió el logo de Aunt Jemima, una harina para fabricar tortitas) o la española Cola Cao, que borró su popular canción para publicidad: “yo soy aquel negrito del África tropical que cultivando cantaba la canción del Cola Cao”.
“Puede ser comprensible que en otra época usaran ese lenguaje y esas imágenes, pero la pregunta es: ¿por qué desde Conguitos no corrigen ahora su error, cuando hay toda una comunidad que se siente ofendida?”, se pregunta Desirée Bela-Lobedde.
La escritora asegura que hay una parte de la población que no considera que esto sea ofensivo, “incluso les parece una tontería, algo gracioso”. Piensa que el problema de fondo es que “la sociedad española sigue siendo racista”. “Igual que lo son Francia, Inglaterra, Bélgica, Estados Unidos y otros tantos países que participaron en la colonización con esa idea de superioridad, de conquistar a otras comunidades que consideraban salvajes y sin civilizar”, explica.
Lamenta que los avances que se han logrado en otras luchas por la igualdad como el feminismo no hayan sido igual con el tema del racismo. “Si una población es mayoritariamente blanca no comprende dónde está el problema”, opina.
Cuando algunos líderes del partido de extrema derecha VOX como el matrimonio formado por Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio posaron en sus cuentas de Twitter con una bolsa de Conguitos apoyando a la marca, Desirée Bela-Lobedde pensó que era la muestra de que realmente había un problema con esos cacahuetes cubiertos de chocolate.
“VOX da voz a unas ideas que están muy presentes en la sociedad española, sólo que hasta ahora estaban calladas porque les daba vergüenza expresarlas en público. Con su entrada al Congreso han dado vía libre al racismo y otras discriminaciones”, dice. VOX es la tercera fuerza política en España y sus portavoces dicen estar “en contra de la dictadura de lo políticamente correcto”, y ahí es donde entran polémicas como la de Conguitos.
Lo cierto es que el partido ultra no ha sido el único que se ha pronunciado en favor de la empresa que fabrica Conguitos desde la política. El consejero de Industria del gobierno aragonés (la región donde está la sede principal de la marca), Arturo Aliaga del Partido Aragonista (de tendencia moderada), ha advertido del peligro de atacar a una empresa española en el momento de crisis económica que golpea al país y ha defendido “el proceso productivo ejemplar” de Lacasa.
“Sería muy fácil que la empresa convirtiera todo este problema en algo positivo, que pudieran darle la vuelta corrigiendo sus errores con una buena estrategia de comunicación. Antes o después tendrán que hacerlo, es cuestión de tiempo”, asume Myriam Benlarech, la impulsora de la campaña.
“Tenemos muy en cuenta las opiniones sobre Conguitos para asegurarnos que nuestra marca expresa y transmite lo que siempre se ha intentado: alegría, diversión y optimismo a través de un cacahuete bañado en chocolate”, contestan desde la empresa fabricante.
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