Chen Quanguo, principal responsable del sistema represivo aplicado en la región de Xinjiang, en el noroeste chino, es objeto de sanciones estadounidenses por la sistemática violación a los derechos humanos contra la población minoritaria de los musulmanes uigures.
A los 64 años, este exmilitar es, desde agosto de 2016, el máximo responsable comunista en este territorio que durante mucho tiempo se vio sacudido por atentados atribuidos a separatistas o a islamistas. Bajo esa excusa, el régimen de Beijing los sometió a todo tipo de persecución: torturas, detenciones, desapariciones.
Xinjiang tiene unos 25 millones de habitantes, mayoritariamente musulmanes, en particular uigures, una etnia que habla un idioma de la familia del turco. Desde hace años, es objeto de mano dura en materia de seguridad.
Desde la llegada de Chen Quanguo hay informaciones sobre la existencia de un archipiélago de campos de detención en la región. Más de un millón de musulmanes, mayoritariamente uigures, estarían o habrían estado internados en estos campos, según organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos.
Beijing desmiente esta cifra y asegura que se trata de centros de formación profesional, destinados a ayudar a la población a encontrar un empleo para alejar la tentación del extremismo islamista. Un ingenioso eufemismo.
Esta no es la primera misión de Chen Quanguo en una región con tensiones étnicas. Entre 2011 y 2015 ya fue secretario del Partido Comunista Chino (PCC) en Tíbet, donde restableció rápidamente el orden tras manifestaciones masivas y una serie de inmolaciones de monjes budistas.
“Como cárceles”
“Chen se ganó la reputación de innovador, con una política étnica que hace que las minorías con veleidades independentistas se plieguen a la línea” del PCC, estima el investigador alemán Adrian Zenz, especialista del Xinjiang.
En el punto de mira de Estados Unidos desde hace tiempo, el jueves, las autoridades estadounidenses le incluyeron en una lista de personas sancionadas por las “graves violaciones de los derechos humanos” perpetrados contra los uigures.
Tanto Chen como su familia no podrán pisar suelo estadounidense, al igual que otros dos responsables políticos relacionados con Xinjiang.
China se felicita de la ausencia de atentados en la región desde la llegada de Chen Quanguo, que estableció una vigilancia omnipresente: controles de identidad, cámaras de reconocimiento facial o retenes policiales.
Como es de esperar para un régimen que controla todo el aparato propagandístico, Beijing rechaza el término “campos” para designar estos “centros de formación profesional”. Pero Chen, personalmente, se ha empeñado en que estos lugares puedan “enseñar como escuelas, ser gestionados como el ejército y protegidos como cárceles”, según documentos internos consultados por la AFP.
Uigures en el exilio aseguran que algunos de sus allegados han sido internados en dichos campos por la simple razón de llevar barba demasiado larga o usar velo.
Control policial
“En términos de detenciones extrajudiciales y arbitrarias, Chen es el más agresivo (de los dirigentes de Xinjiang) de los últimos 40 años”, dice el investigador Shawn Zhang, de la Universidad Columbia Británica (Canadá), que estudia el mapa de los centros de detención mediante imágenes vía satelite.
Chen Quanguo impuso en Xinjiang una política similar a la que había aplicado en Tíbet, donde las ciudades están divididas en torno a comisarías de policías.
Durante los 12 primeros meses que estuvo al frente de la región, Chen “efectuó tantos reclutamientos en los servicios de seguridad como durante los cinco años que permaneció en el Tíbet, en relación con la población”, dice Adrien Zenz.
Fronterizo con Asia Central, Xinjiang es fundamental para el éxito del proyecto euroasiático de infraestructuras de las “Nuevas rutas de la seda”, que inició el presidente chino, Xi Jinping en 2013.
Chen Quanguo, nacido en una familia pobre de la provincia de Henan (centro), ha sido recompensado por sus servicios: es miembro de la Oficina Política del PCC, la instancia de 25 miembros que dirige China.
(Con información de AFP).-
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