Jordania ha desplazado a Indonesia en un primer puesto de riesgo para la salud pública: el del país con más tabaquismo del mundo. Según un informe especial de The Guardian, las tasas de consumo de tabaco no sólo son las más altas sino que van en contra de la tendencia global a la baja.
Más de ocho de cada 10 hombres jordanos fuma o emplea otros productos de nicotina, incluidos los cigarrillos electrónicos, según un estudio del Ministerio de Salud jordano y la Organización Mundial de la Salud (OMS). En promedio, un hombre jordano consume 23 cigarrillos por día. Y si bien existe una distinción de género, la encuesta reveló que —aun si se excluyen los e-cigarettes— el 66% de los varones y el 17% de las mujeres eran fumadores. En los Estados Unidos, para comparar, la tasa máxima es del 14% para ambos grupos.
“Las tasas son peligrosamente altas y predicen una catástrofe de salud pública futura”, dijo al periódico británico el médico Firas al-Hawari, quien es titular de la oficina de registro de cáncer en el Centro Oncológico Rey Hussein. A diferencia de Europa, los Estados Unidos y Australia, donde hace tres décadas comenzaron las campañas anti-tabaco y las limitaciones a la publicidad de productos como cigarrillos, el reino mostró mucha permeabilidad a las prácticas del sector.
Con un consumo diario promedio de 23 cigarrillos por día, los hombres que fuman un paquete diario se consideran “fumadores leves”, siguió Hawari. “Hay gente que fuma tres, cinco, siete paquetes por día. Es como era en los ’50s y los ’60s en otros lugares”. En los cafés y los restaurantes hay narguiles y ceniceros, los funcionarios fuman en sus despachos (aunque muchos edificios públicos tienen carteles que prohíben fumar) y hasta los hospitales tienen problemas porque la tercera parte de los médicos fuma, citó el medio en otro artículo.
Las consecuencias del tabaquismo ya se notan: está asociado a una de cada ocho muertes en Jordania (mientras que en el mundo se vincula a una de cada 10) y le cuesta al PBI tres veces más que el promedio global. “Pero Hawari dice que la verdadera escala del problema se conocerá alrededor de 2030, cuando la mayor parte de la población del país, que hoy es desproporcionadamente joven, llegue a los 40 años”, observó el texto. A esa edad comienzan a manifestarse las enfermedades cardíacas y el cáncer, asociadas a fumar. “Se va a provocar un enorme aumento de las enfermedades no transmisibles que no podremos manejar”, advirtió el médico.
Las encuestas locales muestran que el aumento del tabaquismo le debe bastante a que las mujeres comenzaron a adoptar el hábito y a la popularidad del narguile, “que los médicos dicen que puede ser equivalente a consumir aproximadamente tres paquetes de cigarrillos en una sesión de 45 minutos”. Y el surgimiento del cigarrillo electrónico, que se promovió como una ayuda para dejar de fumar, por ahora ha causado que más gente consuma nicotina, según un estudio de Jordania y la OMS.
“Los analistas de la industria y los defensores de la salud pública dijeron que las tasas de Jordania se vieron exacerbadas por la influencia de las grandes tabacaleras, a las que se les permitió operar con restricciones comparativamente menores”, planteó el artículo. Eso sucede “en muchos países de ingresos bajos y medios”: en ellos “vive actualmente la mayoría de los fumadores del mundo”.
En 2019 grandes grupos como British American Tobacco (BAT), Phillip Morris International (PMI) y Japan Tobacco International (JTI) han participado de una serie de reuniones con las autoridades para diseñar los estándares de los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco, algo que no sucede en otros países. El Tratado Internacional de Control del Tabaco obliga a que los países protejan sus leyes de salud pública de la interferencia de las firmas del sector. Al celebrar esas reuniones Jordania actuó en contra de la letra del acuerdo.
“Entre las normas que se decidían figuraban el contenido de nicotina, el tamaño y la redacción de las advertencias sanitarias, los gráficos y colores permitidos en los paquetes y si los productos podían etiquetarse como menos perjudiciales que los cigarrillos o como ayuda para dejar de fumar”, citó The Guardian las actas de las discusiones.
La princesa Dina Mired, miembro de la familia real jordana y presidenta de la Unión para el Control Internacional del Cáncer, recordó: “Las empresas tabacaleras se sentaron a la mesa, frente a nosotros. Objetaron cada uno de los criterios”. Las actas revelaron que las compañías apoyaron medidas como las que existen en la Unión Europea, pero los impulsores de las campañas anti-tabaco dijeron que necesitaban criterios más restrictivos.
PMI y JTI dijeron al periódico que era normal y legal su participación como partes interesadas a la hora de debatir reglamentaciones sobre tabaco. “Nuestras interacciones con los funcionarios del gobierno en Jordania —como en otros lugares— cumplen con todas las leyes que se aplican”, dijo PMI en un comunicado. Y JTI enmarcó su participación en la asistencia sobre normas técnicas e industriales.
“Estos estándares y especificaciones son muy técnicos, por lo tanto, y como parte de sus estatutos, [las autoridades jordanas] involucran a las industrias relacionadas en el proceso de desarrollo de estos estándares y especificaciones para asegurar que sea factible aplicarlos y que se alineen con las mejores prácticas, enfoques y criterios internacionales”, dijo la tabacalera.
La princesa Dina sintió que el comité no prestó gran atención a las preocupaciones de los defensores de la salud pública, y que sus miembros —representantes de varios ministerios y las cámaras de comercio e industria— no comprendieron la magnitud del problema. “Fallamos penosamente. No aceptaron ni una sola de nuestras recomendaciones”. La organización institucional de Jordania no incluye normas de transparencia como la obligatoriedad de declarar el contacto de los funcionarios con las industrias, y según varios funcionarios y parlamentarios, las grandes tabacaleras tienen fuertes lazos con algunos.
“Mervat Mheerat, la vicedirectora de salud en el municipio del Gran Amán, contó a The Guardian su asombro al recibir a un gerente regional de una multinacional tabacalera, que había pedido una cita cuando ella integraba un comité gubernamental sobre la exhibición de cigarrillos en los supermercados: “Me quedé helada porque conocía todo lo que yo había dicho en las reuniones”.
El ejecutivo le pidió a la funcionaria “neutralidad” en algunos de los temas que se discutían en el encuentro, y le ofreció un millón de dinares (USD 1,45 millones) para las campañas contra el tabaquismo en la ciudad. Mheerat sintió que le proponía un intercambio. “Se acercan a cada persona de esa manera. Así que en mi caso, como saben que soy una apasionada de promover la salud y despertar conciencia sobre los peligros de fumar, me dijo ‘Vamos a conseguir algo de dinero para su campaña'”.
Las compañías también invierten en promociones, por ejemplo en programas destinados a niños y jóvenes. Philip Morris pagó por la remodelación de 10 escuelas en el barrio de Amán donde se hallan sus instalaciones industriales, y también por los bolsos y los útiles de todos los alumnos de otras 25 escuelas. Pero según el estudio del Ministerio de Salud y la OMS, eso podría tener un costo: aproximadamente el 45% de los estudiantes de 15 años o menos han usado alguna forma de tabaco.
“En un comunicado, JTI dijo que sus labores de responsabilidad social corporativa adherían estrictamente a las leyes y políticas locales e internacionales, y que ninguno de sus programas involucraba a menores”, citó el periódico. “PMI dijo que su fábrica está en un barrio desfavorecido, ‘donde la comunidad local ha solicitado con frecuencia un apoyo muy necesario y la ayuda en especie'”.
La industria tabacalera, además, se presenta como un inversor de importancia y un creador de puestos de trabajo, y el gobierno jordano no lo niega: los impuestos que ella paga representan alrededor del 18% de los ingresos anuales del país. Como dijo Fadi Maayta, gerente general de PMI en la región, en un video que publicó la oficina del primer ministro: “Somos el segundo contribuyente de Jordania”.
Por eso cada vez que Mheerat insiste ante los parlamentarios sobre la necesidad de regular más estrictamente el sector, le responden “que es un asunto económico, que afectaría la economía jordana y pondría en peligro los empleos”, recordó la funcionaria del Gran Amán. Pero también es un asunto económico el costo que el tabaquismo impone al país, midió una investigación: USD 2.282 millones por año en gastos de salud y pérdida de productividad, la cifra más alta del mundo. Y que casi duplica los impuestos que deja el cigarrillo.
La profundidad con que el hábito está arraigado es tal que muchos en el gobierno no lo consideran un problema. Ni siquiera en el Parlamento está prohibido fumar: cuando los legisladores intentaron hacerlo, en 2004, debieron retroceder porque las sesiones comenzaron a perder el quórum, ya que demasiados parlamentarios salían por un cigarrillo.
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