Aung San Suu Kyi es quien gobierna Myanmar, pese a que en los papeles formales, el presidente es otro: Htin Kyaw, un amigo íntimo de la mujer que agrupa bajo su poder cuatro de los principales ministerios de la pequeña pero poblada nación asiática. A tal punto es quien lo rige que hace un año ordenó a las compañías de telecomunicaciones que operan en la nación cortar los servicios a un amplio sector del oeste. La medida alcanzó a nueve municipios, pero lo que se esperaba que fuera temporal, terminó extendiéndose durante meses y meses. Sólo uno de ellos recuperó el acceso a internet, en mayo pasado.
El argumento utilizado para semejante decisión que fue denunciada por Naciones Unidas (ONU) por violar derechos humanos básicos de la población, se basó en los movimientos insurgentes que habían nacido en ese sector del país y que según el régimen ponía en peligro la seguridad nacional. El total de personas que se quedó sin acceso a las telecomunicaciones alcanza un total aproximado de 800 mil.
De acuerdo a las organizaciones no gubernamentales Human Rights Watch y Amnistía Internacional el cierre prolongado está poniendo en riesgo vidas, no solo porque impide que las personas denuncien posibles abusos contra sus derechos fundamentales por parte del gobierno, sino porque los ha excluido de las campañas de salud pública sobre la pandemia del coronavirus. “El cierre de Internet, junto con las restricciones de acceso por parte de las agencias de ayuda, ha significado que las personas en algunas aldeas desconocen el brote de COVID-19″, señaló la primera de las instituciones,
“Myanmar debería poner fin de inmediato a lo que ahora es el cierre de Internet más prolongado por el gobierno”, dijo Linda Lakhdhir, asesora legal para Asia de Human Rights Watch. “Con un conflicto armado entre el ejército de Myanmar y el ejército de Arakan en el estado de Rakhine en medio de una pandemia, es fundamental que los civiles obtengan la información necesaria para mantenerse a salvo”.
En primer término, el gobierno impuso restricciones a las comunicaciones de Internet móvil en los municipios de Buthidaung, Kyauktaw, Maungdaw, Minbya, Mrauk-U, Myebon, Ponnagyun y Rathedaung en el estado de Rakhine y el municipio de Paletwa en el estado de Chin. Pero lo que parecía ser un alivio en las prohibiciones a sus pobladores, finalmente no llegó. El gobierno levantó temporalmente las restricciones en cinco municipios desde septiembre de 2019 hasta febrero de 2020, cuando fueron reinstalados. El 2 de mayo, las autoridades levantaron las restricciones en Maungdaw.
“El acceso a Internet juega un papel crucial para permitir que las personas accedan a información sobre COVID-19 y la cuarentena, y para observar otros protocolos para prevenir la propagación del virus. Una coalición de organizaciones no gubernamentales ha hecho un llamamiento a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para instar a Myanmar a poner fin a los cierres de internet en medio de la pandemia. Cerrar o restringir intencionalmente el acceso a Internet viola múltiples derechos además de la libertad de expresión y socava los esfuerzos para controlar el virus”, señaló HRW en un comunicado.
El diputado Htoot May -quien representa a la Liga Nacional Arakan para la Democracia en la Cámara Alta del Parlamento de la Unión de Myanmar- dijo que muchas personas que viven en el estado norteño de Rakhine y el estado vecino de Chin no reciben los avisos de salud pública que circulan en Facebook, aplicaciones de mensajería y sitios web gubernamentales. “Cuando les pregunto a las personas de mi circunscripción si conocen a COVID-19, tengo que explicarles la pandemia mundial desde el principio. Tengo que explicarles qué es el distanciamiento social y cómo practicar una higiene de manos adecuada. No puedo viajar mucho debido a Covid-19, obviamente, por lo que hay pocas personas a las que puedo advertir”, señaló. “No le temen a coronavirus porque no lo saben, en este momento están mucho más preocupados por la lucha”, agregó el parlamentario.
A finales de 2018, la crisis en el norte de Myanmar estalló en forma de combates. El ejército oficial del país trabó una lucha con el bien equipado Ejército de Arakan, que busca una mayor autonomía para los budistas de la región. Pero el cierre de internet para el casi millón de personas que viven allí ha sido fatal para cientos de civiles que murieron por no poder seguir en tiempo real el desarrollo del conflicto.
“Este no es un conflicto que cualquiera de las partes pueda ganar en el campo de batalla. Es esencialmente un problema político en el que el pueblo Rakhine quiere más autonomía y más voz sobre su futuro. (Myanmar) necesita desarrollar una respuesta política y eso es deficiente”, dijo el analista independiente de Myanmar Richard Horsey en un comunicado al Grupo Internacional de Crisis reproducido por CNN.
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