La “diplomacia de las mascarillas” del régimen chino llegó con una sorpresa desagradable: millones de artículos en mal estado

Aunque Beijing intentó "limpiar" su imagen tras los cuestionamientos por el manejo de la pandemia del coronavirus, en la actualidad es objeto de decenas de denuncias por parte de países que recibieron elementos sanitarios defectuosos. La respuesta del gigante asiático y sus consecuencias

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El régimen de Xi Jinping
El régimen de Xi Jinping lleva adelante la “diplomacia de las mascarillas” en medio de la pandemia de coronavirus

Tras la aparición y propagación del coronavirus, que en menos de seis meses dejó más de 8.200.000 infectados y casi 450.000 muertos, China quedó en el foco de la polémica luego de haber ocultado el verdadero alcance del SARS-CoV-2 en el inicio de la pandemia. Por eso, el régimen de Xi Jinping necesitaba “limpiar” su imagen. Así es como impulsó la llamada “diplomacia de las mascarillas”. Una iniciativa que, aunque se pretenda mostrar como un gesto de solidaridad en momentos en que todo el mundo está sufriendo las consecuencias del coronavirus, tiene un oscuro trasfondo: millones de artículos sanitarios fueron enviados en mal estado y defectuosos.

Europa fue la región que más golpeada se vio por la pandemia en el comienzo de la propagación del virus. Además de su intención de contener los crecientes cuestionamientos sobre su gestión de la crisis, Beijing vio una oportunidad. Instó a las fábricas a aumentar la producción de equipos médicos en momentos en que otros países se enfrentaban a la falta de materiales.

“La diplomacia de las mascarillas es un intento, a través de un regalo, de cambiar el relato y la imagen del país de donde había salido el virus”, explicó el profesor en historia y cultura de China moderna y contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), Manel Ollé, a El Nacional, de Cataluña. “Se busca ganar popularidad y una imagen positiva”, agregó.

A comienzos de abril, Jin Hai, una de las responsables de los servicios aduaneros chinos, manifestó que desde el 1 de marzo China había exportado a medio centenar de países cerca de 4.000 millones de mascarillas, 37,5 millones de trajes protectores, 16.000 respiradores y 2,84 millones de kits de testeo de COVID-19. Esas exportaciones estaban valuadas en unos 1.300 millones de euros.

El régimen de Xi Jinping ya había dado rienda suelta a su operativo.

Pero las quejas y denuncias por la mala calidad de los productos no tardaron en llegar. “Con este movimiento se ha mezclado lo que era regalo y lo que era compra. Ha habido varias compras de mascarillas y tests defectuosos, que no cumplían con los estándares”, agregó Ollé.

Países como Holanda, España, Alemania, Finlandia, Polonia, Canadá y Estados Unidos, entre otros, tuvieron inconvenientes con los artículos recibidos para hacer frente a la crisis sanitaria. Incluso la Unión Europea (UE) a mediados de mayo debió suspender la distribución de 10 millones de mascarillas entre sus estados miembros y Gran Bretaña.

Once millones de mascarillas chinas
Once millones de mascarillas chinas enviadas a Alemania resultaron ser defectuosas: llegaron con los filtros en mal estado y las cintas rotas (@andreas.scheuer)

Un lote de 1,5 millones de cubrebocas fueron enviados a 17 de los 27 países miembros de la UE y a Gran Bretaña. El ministro de Salud de Polonia, Lukasz Szumowski, denunció que 600.000 de las mascarillas recibidas no contaban con los certificados europeos y no cumplían con los estándares médicos requeridos para su distribución. Ante esta situación, Stefan De Keersmaecker, portavoz de la Comisión de Salud europea, anunció que las autoridades decidieron “suspender distribuciones futuras de las mascarillas”.

A fines de marzo, Holanda ya había denunciado que las 600.000 mascarillas recibidas por parte de China no cumplían las normas de calidad, no se ajustaban debidamente en el rostro de los pacientes e incluso algunos filtros no funcionaban correctamente. Algo similar ocurrió en España, donde a mediados de abril el Ministerio de Sanidad ordenó a las comunidades autónomas que retiren una partida de más de 140.000 mascarillas, que no cumplían con la normativa europea. El producto defectuoso estaba identificado como mascarillas FPP2 de la empresa Garry Galaxy, una firma que se encuentra entre los proveedores del Ministerio de Sanidad de España, y que figura en el listado de fabricantes de material sanitario autorizados por China. España, que por ese entonces era uno de los países más afectado en el mundo por el coronavirus, también había devuelto a fines de marzo miles de test de diagnóstico defectuosos expedidos por una compañía china que no contaba con las autorizaciones necesarias.

A fines de abril se supo que Alemania había recibido un lote de 11 millones de mascarillas chinas defectuosas. El diario Der Spiegel citó al dueño de la empresa importadora, quien fue contundente sobre los artículos recibidos por parte de Beijing: “Todos basura”. Según su denuncia, los barbijos llegaron con los filtros en mal estado y con las cintas rotas.

Lo propio ocurrió con las millones de mascarillas enviadas por el régimen chino a Canadá y Estados Unidos. A principios de este mes, el Departamento de Justicia norteamericano demandó en la corte federal de Brooklyn, en Nueva York, a la empresa china King Year Packaging and Printing, con sede en Guangdong, por vender en abril a los consumidores cerca de medio millón de mascarillas defectuosas, que estaban por debajo de los estándares N95.

De acuerdo a la denuncia presentada por la Justicia norteamericana, la compañía afirmó falsamente que las 495.200 mascarillas que envió cumplían con el estándar N95 y que estaban certificadas por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Laboral de Estados Unidos (NIOSH). “Los cargos que se alegan en esta demanda muestran un flagrante desprecio por la seguridad de los ciudadanos estadounidenses”, dijo en un comunicado el agente del FBI Douglas Korneski, quien llevó adelante la investigación.

Las mascarillas enviadas a Canadá
Las mascarillas enviadas a Canadá estaban destinadas a los trabajadores de la salud que están en la primera línea del tratamiento del brote de coronavirus (Reuters)

La empresa china fue acusada de cuatro cargos por importación de productos de salud de mala calidad y de fabricación falsa para la Agencia de Medicamentos y Alimentación de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). Cada cargo conlleva una multa máxima de 500.000 dólares, o si es mayor, el doble de lo que la compañía ganó vendiendo las mascarillas.

Acto seguido, la FDA retiró la autorización para el uso de mascarillas chinas en Estados Unidos. Las mascarillas “podrían no proporcionar una protección respiratoria uniforme y adecuada para el personal de atención médica expuesto a la COVID-19”, señaló el organismo a los proveedores sanitarios.

Ante la creciente desconfianza sobre China, días atrás el ministro de Salud alemán, Jens Spahn, consideró que Europa necesita ser más independiente en el suministro de mascarillas y ciertos medicamentos para combatir la COVID-19: “En lo que respecta a las mascarillas y ciertos medicamentos, hemos constatado que no debemos depender completamente del mercado global. No se debería decidir en China si tenemos mascarillas de protección para los cuidadores o los médicos en Varsovia, Ámsterdam o Berlín”.

Pero la “diplomacia de las mascarillas” no se limitó únicamente a Europa y América del Norte. Países de América Latina, que cuentan con un sistema sanitario menos robusto que el europeo y el norteamericano, también recibieron artículos chinos. Uno de los países que celebró el envío de “ayuda” fue Venezuela, donde el dictador Nicolás Maduro ha estrechado lazos con el régimen de Beijing en los últimos años.

El 28 de marzo la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció en sus redes sociales la llegada de 55 toneladas de ayuda humanitaria “para que Venezuela controle y prevenga el COVID-19”. Además, el gigante asiático envió 500 mil pruebas rápidas para la detección del virus. Por esos días la dictadura chavista se proclamaba como un “modelo” ante el mundo por su lucha contra la pandemia. Sin embargo, es una incógnita a dónde fue a parar la ayuda china, o si llegó en condiciones para atender a pacientes con COVID-19. Más del 80% de los hospitales siguen con desabastecimiento, los médicos denuncian falta de elementos sanitarios, equipos de protección y mascarillas. Sumado a las constantes denuncias sobre la falta de información sobre el verdadero impacto de la pandemia en un país que lleva años sumido en una profunda crisis humanitaria y sanitaria.

Otros países de América Latina que recibieron productos chinos fueron Bolivia, Argentina, Ecuador, Brasil y Chile, entre otros.

La vicepresidente del régimen venezolano,
La vicepresidente del régimen venezolano, Delcy Rodríguez, con el embajador chino en Caracas, Li Baorong, recibieron el cargamento de artículos sanitarios enviados por Beijing (Reuters/ Manaure Quintero)

La respuesta de China y sus consecuencias

Frente a esta ola de denuncias, Beijing anunció a fines de abril la confiscación de más de 89 millones de mascarillas de mala calidad, además de 418.000 piezas de equipos de protección, según lo informado por Gan Lin, responsable de la administración de supervisión de mercados, quien, sin embargo, no precisó la proporción de los productos confiscados y destinados a la exportación. Según Gan, también confiscaron desinfectantes por no responder a las normas. El valor de la mercancía se evalúa a 7,6 millones de yuanes (cerca de un millón de euros).

Las autoridades chinas, no obstante, en un intento de defenderse ante la opinión pública internacional, aseguraron que las denuncias sobre la calidad de los equipos médicos “no reflejan la totalidad de los hechos”. “Hay en realidad varios factores, como el hecho de que China tiene normas y hábitos de uso diferentes de otros países. Un uso inapropiado puede suscitar dudas sobre la calidad”, dijo el mes pasado Jiang Fan, del ministerio de Comercio. Pese a esta respuesta, Beijing se comprometió a reforzar la regulación sobre las exportaciones para exigir que los productos respondan tanto a las normas chinas como a las de sus destinatarios.

Esas medidas contra las exportaciones de equipos de protección de mala calidad provocaron que las tasas de carga aérea sean aún más altas, según informa The Load Star. Asimismo, hubo un aumento en las inspecciones aduaneras.

El martes el Ministerio de Comercio de China anunció el fortalecimiento de la supervisión de la calidad de las exportaciones de máscaras “no médicas”, incluida una lista negra de proveedores que no obtuvieron la certificación de exportación.

Las tasas de carga aérea
Las tasas de carga aérea aumentaron considerablemente tras el aumento de la regulación sobre las exportaciones de productos sanitarios enviados a diversos países para hacer frente al coronavirus (Reuters/ Carlos García Rawlins)

“En Shanghai, los agentes de aduanas han aumentado las tarifas para el despacho de exportación hasta seis veces, debido al papeleo y el tiempo de procesamiento adicionales”, indicó la compañía Norman Global Logistics (NGL). “Hasta ahora esto está afectando a las regiones de Hong Kong, Guangzhou y Shenzhen, pero esperamos que ocurra en el resto del país, ya que al menos el 90% de toda la carga médica requerirá una inspección aduanera”, agregó.

La empresa Scan Global Logistics (SGL), por su parte, detalló que “las terminales de carga aérea de Shanghai, Xiamen y Guangzhou están en alerta roja, mientras que Shenzhen cambió a amarillo, ya que las terminales de estas ciudades están sobrecalentadas con cantidades masivas de carga, en particular de EPP” (equipo de protección personal defectuoso).

Flexport también calificó de “muy caliente” el mercado de carga aérea de China, debido a la falta de capacidad en el aire, pero también en tierra en el espacio de almacenamiento y en los manipuladores de tierra. “Esto lleva retrasos y tiempos de tránsito más largos”, apuntó David Wystrach, director senior de la compañía.

Estos estrictos controles de exportación que comenzó a aplicar el gigante asiático ante la ola de denuncias por la calidad de sus artículos sanitarios también está afectando a los fletes marítimos. Según Naveen Prakash, cofundador de Global Logistics Solutions India, miles de contenedores llenos de mascarillas han sido detenidos en China porque la mercancía no cumplía con los estándares de calidad.

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