Pocos conflictos mundiales tienen el potencial de destrucción de un eventual enfrentamiento a gran escala entre China e India. Además de estar en el selecto grupo de países que cuentan con armas nucleares en sus arsenales, entre los dos representan el 36% de la población mundial. Por eso, la más mínima escaramuza enciende las alarmas de la comunidad internacional.
La noticia de que tres soldados indios habían muerto el lunes tras un enfrentamiento con tropas chinas en la frontera del Himalaya era de por sí inquietante. Eran los primeros decesos en 45 años de relaciones tensas pero relativamente estables. La suba del total de bajas a 20 no hizo más que reforzar la gravedad de la crisis desatada.
Ambas partes se culparon mutuamente por el choque del lunes en el terreno rocoso del estratégico Valle de Galwan, entre el Tíbet, en China, y la región de Ladakh, en India. Es el punto crítico de una disputada frontera de 3.500 kilómetros de largo sobre cuyos límites nunca hubo acuerdo entre los países.
Por el recuerdo de la guerra sino-india de 1962, que dejó miles de muertos en el bando indio, ambos países decidieron que los soldados que patrullan la región en conflicto lo hagan sin armas de fuego. Si bien aún persisten muchas dudas sobre lo que sucedió el lunes, la principal información indica que fue un combate cuerpo a cuerpo, con piedras y palos, pero sin disparos.
El Ejército indio confirmó tres muertes el lunes, pero luego agregó que “17 soldados indios que resultaron gravemente heridos en el cumplimiento de su deber (...), y expuestos en ese terreno de gran altitud a temperaturas bajo cero, han sucumbido a sus heridas, elevando el total de muertos en acción a 20”, indicó en un comunicado.
Beijing dio aún menos precisiones, aunque reconoció que se produjeron bajas. Zhao Lijian, portavoz chino de Relaciones Exteriores, dijo que las tropas indias habían atravesado la frontera y “atacado a personal chino, lo cual provocó un grave enfrentamiento”. “China e India están de acuerdo en seguir resolviendo los problemas bilaterales vía el diálogo. Pedimos de nuevo a India que controle a sus tropas en la frontera. No crucen la frontera, no causen problemas”, insistió.
Una larga historia de tensiones
El conflicto entre India y China es anterior a la conformación del primero como un país independiente. Desde los tiempos del Raj Británico hay disputas por los límites territoriales. En 1914, representantes británicos llegaron a un acuerdo con el entonces Reino del Tíbet, que fijó como división a la Línea McMahon. Pero China, que luego ocuparía el Tíbet, nunca reconoció ese pacto y reclama para sí cerca de 90.000 kilómetros cuadrados de territorio.
Tras la independencia de la India, los intentos de normalizar las relaciones bilaterales se frustraron rápidamente. En 1959, el primer ministro indio Jawaharlal Nehru realizó una importante visita oficial a Beijing, que terminó alejando posiciones en lugar de acercarlas. Cuando Nehru cuestionó los límites que aparecían en los mapas oficiales chinos, el primer ministro Zhou Enlai le respondió que su gobierno no aceptaba la frontera colonial. Tres años más tarde, estalló la guerra sino-india.
Tras el levantamiento tibetano de 1959, cuando India concedió asilo al Dalai Lama, líder político y espiritual del Tíbet, se produjeron varias escaramuzas en la frontera. Eso llevó a la India a iniciar una política ofensiva, que consistió en establecer puestos de avanzada a lo largo de la frontera, incluso al norte de la Línea McMahon. Tras diversos intentos diplomáticos infructuosos, tropas chinas invadieron y penetraron en la región india de Ladakh el 20 de octubre de 1962.
Gran parte de los combates se desarrollaron en condiciones montañosas extremas, en altitudes superiores a los 4.000 metros y con temperaturas bajo cero. Por lo inaccesible del terreno, tuvo la particularidad de ser una guerra moderna que se desarrolló íntegramente entre fuerzas terrestres, sin participación de la aviación militar.
La guerra terminó cuando China declaró un alto el fuego el 20 de noviembre de 1962. Fueron cuatro semanas que dejaron miles de muertos en el lado de India. Si bien las fuerzas chinas se retiraron, lograron capturar y mantener el Aksai Chin, un corredor estratégico que une el Tíbet con el oeste de China. Delhi reclama como propia toda esa región, al igual que el cercano valle de Shaksgam, en el norte de Cachemira.
Cinco años después se produjo el conflicto de Nathu La, el paso montañoso más alto de la India en el estado nororiental de Sikkim, que está situado entre Bhután, el Tíbet chino y Nepal. Durante una serie de enfrentamientos, que incluyeron el intercambio de fuego de artillería, se estima que murieron 80 soldados indios y hasta 400 chinos.
En 1975 se produjo el último cruce en el que se registraron disparos y víctimas mortales. Se lo conoce como la emboscada de Tulung La. Cuatro soldados indios murieron cuando una patrulla de fusileros fue emboscada por soldados chinos en ese paso ubicado en el estado de Arunachal Pradesh. Delhi culpó a Beijing por cruzar a territorio indio, pero China desestimó la acusación.
Desde ese momento, transcurrieron 42 años de relativa tranquilidad, hasta que las tensiones reaparecieron en 2017. Durante meses, India y China mantuvieron un enfrentamiento a gran altitud sin disparos en la región de Doklam de Bután, después de que el ejército indio enviara tropas para impedir que China construyera una carretera en la zona. La meseta de Doklam es estratégica, ya que da a China acceso al llamado “cuello de gallina”, una delgada franja de tierra que conecta los estados del noreste de la India con el resto del país. Lo reclaman tanto China como Bután, un aliado de la India. La desescalada llegó después de largas conversaciones de alto nivel.
La pandemia no fue suficiente para que las partes decidieran suspender, al menos por un tiempo, sus diferencias. La temperatura empezó a aumentar en mayo, después de que varios soldados indios y chinos resultaran heridos en un combate a puñetazos a gran altura en la frontera del estado de Sikkim. El Gobierno indio sostuvo que tropas chinas invadieron la línea de demarcación más al oeste, en la región de Ladakh, y que en consecuencia decidió movilizar a sus soldados a posiciones opuestas.
La semana pasada, una reunión de alto nivel entre los comandantes de ambos ejércitos pareció la antesala de una resolución pacífica. Pero ocurrió todo lo contrario. Los diálogos no produjeron el resultado esperado y entonces se produjo el violento choque del lunes en el Valle de Galwan.
(Con información de AFP)
MÁS SOBRE ESTE TEMA: