A pesar de la crisis de salud que el Covid-19 disparo al interior de sus fronteras, la República Islámica de Irán aumentó su participación militar y política en Siria para evitar el colapso del régimen del presidente sirio Bashar Al-Assad. Los khomeinistas profundizaron recientemente su estrategia para Damasco, incluso después de sufrir grandes pérdidas en su cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC por sus siglas en inglés). El escenario actual en Siria fue detallado recientemente en un completo informe del Centro de Información de Inteligencia y Terrorismo para Oriente Medio.
Desde el comienzo de la guerra civil Siria en 2011, Irán, ha sido junto a Rusia quien dirigió la campaña militar para ayudar a mantener el control del régimen de Assad sobre la capital, Damasco, y otras regiones estratégicas en el norte del país.
Hasta hace poco, la presencia de Irán en Siria no era diferente a las usuales intervenciones del régimen de los mullah en Irak, Líbano y Yemen, es decir, involucrando cientos de asesores militares y algunos miles de combatientes chiítas, incluido el Hezbollah libanés. Todos estos sectores eran conducidos por la Fuerza Al-Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica. Sin embargo, a mediados de enero, luego de la muerte del general Qassem Soleimani, Irán desplegó entre 2.500 y 3.000 hombres más a las tropas que ya disponía sobre el terreno para apoyar y fortalecer su presencia militar en el centro y el norte de Siria.
A fines de enero, Teherán instrumentó un comando de operaciones conjunto iraní-sirio en Alepo con la intención de constituirlo como centro de control general con el propósito de coordinar una futura ofensiva mancomunada que involucraría a la fuerza Al-Quds, al ejército sirio y a las milicias chiítas patrocinadas por Irán bajo la cobertura del apoyo aéreo sirio. No obstante, desde febrero a la fecha, a pesar de no ser publicitados ni asumidos en su totalidad por el gobierno israelí, una docena de operaciones aéreas, probablemente israelíes, ocasionaron daños muy importantes a ese comando conjunto, a depósitos de municiones y cuarteles de tropas sobre áreas claves dominadas por la Guardia Revolucionaria y Hezbollah.
Mas de un centenar de oficiales y soldados de la fuerza Al-Quds murieron en esos ataques que marcaron no sólo un aumento significativo de bajas iraníes, sino también la interrupción del contrabando sirio-iraní de sistemas de armas desde Siria a las bases de Hezbollah en Líbano. También un gran número de iraníes caídos en las incursiones aéreas israelíes durante el primer semestre de 2020 han sido de unidades de combate regulares de la Guardia Revolucionaria, incluidos media docena de oficiales de alto rango, lo que indica que altas jerarquías iraníes están combatiendo en el frente de batalla.
Mientras tanto, Irán continúa apoyando a sus redes terroristas en los Altos del Golán, utilizando agentes de Hezbollah y de la Yihad Islámica Palestina (PIJ por sus siglas en inglés) para buscar fortalecer nuevas formas de atacar Israel. Los elementos de la Yihad Islámica Palestina pretenden fortalecerse allí para lanzar cohetes y misiles provistos por Irán a través de Hezbollah, en realidad ya lo han hecho cuando dispararon cuatro cohetes en agosto del año pasado escalando la crisis de manera peligrosa en la frontera del Golán.
Información filtrada y más detallada sobre iraníes abatidos en combate recientemente, muestra que muchos de esos elementos provienen de unidades especiales muy capacitadas, incluida la unidad de seguridad Ansar Al-Mahdi y la afamada Brigada Saberin.
Sin embargo, el fuerte aumento de las bajas durante los primeros cuatro meses del año ha obligado a Irán a justificar su participación en Siria, por lo que el régimen lanzó una campaña mediática para reforzar el apoyo de su público a la intervención militar. La campaña se focaliza en la importancia de proteger los santuarios religiosos chiítas en Siria, además de resaltar la medida en que el régimen de Assad sirve a los intereses nacionales de la República Islámica de Irán.
No obstante, a pesar de la campaña mediática que lleva adelante Teherán, recientemente se ha publicado en medios de prensa regionales la información sobre una creciente disidencia en las filas del Guardia Revolucionaria, ello surge de los informes de varios comandantes de alto rango, quienes junto con oficiales subalternos se negaron a cumplir órdenes operacionales relacionadas con la campaña militar en Siria, particularmente en la zona cercana a las Alturas del Golan.
El creciente desafío de esos militares ha obligado al régimen de Irán a someter a corte marcial a varios miembros del ejército por “motín y traición”. Esta situación ha sucedido dado el creciente número de muertes que contribuye al deterioro de la moral entre las filas de la Guardia Revolucionaria después de la muerte de su comandante general, Qassem Soleimani.
La disidencia iraní ha informado sobre desacuerdos entre militares nunca antes vistos entre el liderazgo religioso del régimen con respecto a la participación militar a gran escala en Siria. Ello quedó manifestado recientemente en una reunión de un grupo de estudiantes con los nuevos funcionarios iraníes del Majlis (Parlamento) que acompañaron los cuestionamientos estudiantiles al apoyo de Irán al presidente sirio Bachar Al-Assad.
En paralelo, grupos de oposición al régimen han prometido el pasado miércoles a través de un comunicado a la población de varias ciudades continuar con sus reclamos y movilizaciones callejeras durante lo que resta de junio, lo que parece indicar un futuro inmediato de profundización de la crisis interna de un gobierno que, en el pasado reciente, no supo responder a los problemas de salud ocasionados por la pandemia, pero más importante aún, no dio respuesta a la gravedad de la situación económica que se profundiza sobre la población.
La estrategia regional khomeinista ha implicado a fortalecerse de las debilidades de las instituciones en muchos países árabes para promover sus propios intereses. Líbano, Irak, Yemen y Siria han pagado un alto precio. En cada uno, Teherán formó grupos armados autónomos que contrarrestaron las estructuras estatales erosionando el estado.
La influencia khomeinista siempre ha destruido a sus anfitriones. Sin embargo, en el escenario regional actual, su estabilidad interior parece cada vez más comprometida y su régimen cada día más debilitado.