El papa Francisco invitó a la humanidad, en un mensaje publicado el sábado, a “tender la mano a los pobres”, criticando “el cinismo” y la “indiferencia” de quienes mueven fortunas desde su ordenador o se enriquecen con la venta de armas y drogas.
“En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver!”, declaró el Papa en un mensaje destinado a la Jornada Mundial de los Pobres, el próximo 15 de noviembre.
Homenajeando una vez más a los médicos, enfermeros, farmacéuticos, voluntarios o sacerdotes que se entregaron en la primera línea a combatir el virus durante la pandemia, poniendo en riesgo sus vidas, el Papa consideró que todos ellos “han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”.
Una generosidad que contrasta con “la actitud de quienes tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices”.
“La indiferencia y el cinismo son su alimento diario”, sostuvo el Papa, aludiendo a las “manos tendidas para rozar rápidamente el teclado de una computadora y mover sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de estrechas oligarquías y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones enteras”.
También denunció las "manos tendidas para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza".
El Sumo Pontífice metió en el mismo saco a los traficantes de droga que viven de forma lujosa, a los corruptos y a los legisladores que violan sus propias normas.
En cambio, “la generosidad que sostiene al débil” es “una condición para una vida plenamente humana”, insistió el papa argentino, aunque reconoció que la “Iglesia no tiene soluciones generales que proponer” frente al “grito silencioso de tantos pobres”.
Asimismo, analizó el impacto que tuvo el confinamiento en la mitad del planeta. “Esta pandemia llegó de repente y nos tomó desprevenidos, dejando una gran sensación de desorientación e impotencia”, indicó.
“Este momento que estamos viviendo ha puesto en crisis muchas certezas. Nos sentimos más pobres y débiles porque hemos experimentado el sentido del límite y la restricción de la libertad”, señaló.
“La pérdida de trabajo, de los afectos más queridos y la falta de las relaciones interpersonales habituales han abierto de golpe horizontes que ya no estábamos acostumbrados a observar”, manifestó el Papa.
“Nuestras riquezas espirituales y materiales fueron puestas en tela de juicio y descubrimos que teníamos miedo. Encerrados en el silencio de nuestros hogares, redescubrimos la importancia de la sencillez y de mantener la mirada fija en lo esencial”, concluyó Jorge Bergoglio.
(Con información de AFP)
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