A medida que se reabren distintas actividades suspendidas para contener la pandemia de COVID-19, y en particular con la inminencia de las vacaciones de verano en el hemisferio norte, mucha gente comienza a pensar en volver a viajar en avión. Las aerolíneas han promocionado las distintas medidas que toman —algunas dejan vacío el asiento del medio para mantener la distancia social, casi todas solicitan el uso de mascarillas faciales y varias han cambiado la manera de abordar la nave para evitar aglomeraciones— y distintos países europeos anunciaron la reactivación de sus fronteras y sus aeropuertos.
Dos expertas de la Universidad de Arizona, la profesora de epidemiología Kacey Ernst y Paloma Beamer, de ciencias de la salud ambiental, analizaron paso a paso todos los factores que conviene considerar antes de comprar un pasaje y, una vez decidido un vuelo, para reducir la posibilidad de ser parte de la cadena de contagio del coronavirus.
“Aunque no hay manera de lograr que el viaje en avión sea 100% seguro, existen formas de hacerlo un poco más seguro”, escribieron en The Conversation. La primera preocupación —al igual que en los viajes en bus o en tren— es ubicarse a dos metros de distancia de una persona infectada, que podría no tener síntomas pero propagar el SARS-CoV-2 de todos modos. “El riesgo de infección se corresponde directamente con la dosis de exposición, la cual está determinada por el tiempo que se pasa expuesto y la cantidad de microgotas contaminadas con el virus que hay en el aire”.
Ernst y Beamer eligieron el enfoque que en salud ocupacional se conoce como “jerarquía de controles”, que por un lado se concentra en “estrategias para controlar la exposición cerca de las fuentes” y por otro “minimiza lo que se delega a la conducta humana” a la hora de controlar esa exposición. “Es importante recordar que uno puede ser contagioso, y que cualquiera de los que nos rodean puede ser contagioso”, subrayaron.
El primer paso es pensar si es necesario viajar. “La mejor manera de controlar la exposición es eliminar el peligro”, plantearon. “Dado que no podemos eliminar el nuevo coronavirus, preguntémonos si podemos eliminar el viaje”. Hay grupos que necesitan evaluarlo muy seriamente, advirtieron: las personas mayores, las personas con otras enfermedades subyacentes y todo aquel que vaya a encontrarse con alguien así en su travesía.
Otra opción es ver si el traslado se puede realizar en automóvil, donde se puede ajustar mejor la desinfección. Si la distancia es menor a un día de manejo, ellas recomiendan elegir el viaje por carretera.
Una vez determinada la necesidad de volar, hay que verificar “las políticas de asientos y abordaje de las aerolíneas”, siguieron. Además de dejar vacíos asientos o filas o abordar primero los asientos de clase económica, algunas abren nuevos vuelos si las reservas superan el 70% de la capacidad de la cabina. “Consultemos a la aerolínea sobre sus controles de ingeniería para aislar peligros”, agregaron. “Esto incluye los sistemas de ventilación, las barreras a bordo y los desinfectantes durante el vuelo”.
En general el sistema de ventilación de los aviones incorpora una cantidad muy elevada de aire limpio del exterior, unas 10 veces más que la mayoría de los edificios comerciales. “Además la mayoría tienen filtros HEPA, que tienen un mínimo de 99,9% de eficacia para eliminar partículas de 0,3 micrones de diámetro”.
Aunque pueda sonar ilógico, advirtieron, conviene considerar la opción de varios tramos cortos en lugar de un vuelo directo. “Esto reducirá la probabilidad de tener que usar el baño y el tiempo de exposición a una persona contagiosa en una nave”. También elegir el asiento de la ventanilla corta a la mitad el radio de dos metros alrededor de una persona, y evita la circulación de gente por el pasillo.
“Desde que se hace el check-in hasta que se pasa por seguridad y finalmente se aborda, tocaremos muchas superficies”, señalaron.
Los 5 consejos
Para minimizar el riesgo aconsejaron:
1) Llevar toallitas desinfectantes para limpiar superficies como el cinturón de seguridad y los efectos personales, como el pasaporte. “Si no se consiguen, lleve una toalla pequeña de tela embebida en una solución de cloro, en una bolsa cerrada”. No hace falta exagerar con la fórmula: una cuchara por cada cuatro tazas de agua es efectivo y no se vuelve peligroso.
2) Llevar bolsas de plástico con cierre para los efectos personales que otros puedan tocar, como los documentos de identidad. “Lleve bolsas de más, de manera tal que pueda poner las cosas en una nueva cada vez hasta que tenga la oportunidad de desinfectarlas”.
3) Lavarse las manos o usar desinfectante de manos cada vez que se pueda. “Si bien el jabón y el agua son efectivos, el desinfectante de manos ayuda, luego del lavado, para cubrir cualquier parte que se pudiera haber omitido”.
4) Una vez que se ocupó un asiento, preferentemente de ventanilla, no hay que moverse hasta llegar al destino.
5) Usar una mascarilla facial. “Si ya tiene una N95, considere la posibilidad de usarla, pero también las demás brindan protección”, escribieron. “No recomendamos comprar N95 hasta que los trabajadores de la salud tengan una provisión adecuada; además, técnicamente hay que comprobar que está bien colocada”. Un barbijo quirúrgico o un tapabocas de tela, con o sin filtros, funcionan perfectamente como barrera. En cambio, no recomendaron el uso de guantes: “Pueden dar una falsa impresión de seguridad y se han asociado a una reducción de las prácticas de higiene de manos”.
El temor y la desinformación, finalmente, son lo más desaconsejado. “Armarse de conocimiento específico sobre el aeropuerto y la aerolínea y maximizar el uso de medidas de protección sobre las que podemos tener algún control puede reducir nuestro riesgo”, enfatizaron. “Una buena analogía sería que cada día que conducimos el automóvil corremos el riesgo de un accidente, pero hay una gran diferencia en manejar respetando el límite de velocidad y con el cinturón de seguridad puesto que hacerlo con los ojos tapados a toda velocidad por el medio de la ciudad”.
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